Yesung se había preguntado a menudo por qué se habría acostado Kangin con su esposa, y terminó por comprender que había sido inevitable. De niños los dos eran muy amigos y juraron ser hermanos de sangre, pero incluso entonces Kangin también había sido el mayor rival de Yesung. Porqué eran amigos, Kangin se esforzó por contener sus celos. Con el paso del tiempo, no obstante, conforme se hacían hombres, su amistad se vio oscurecida por demasiadas discusiones y una creciente competición, y durante bastantes años se mantuvieron cuidadosamente alejados el tino del otro. Cuando Yesung se enamoró de Yonna y contrajo matrimonio con ella, la idea de seducirla no tardó demasiado en echar raíces dentro de la mente de Kangin.
Una vez que Kangin se hubo salido con la suya, quedó claro que el encanto de Yonna tardaba muy poco en disiparse. Ahora gire Yesung había reparado la deuda mancillando a su prometida, Kangin estaba decidido a saldar la cuenta pendiente de una vez por todas. Había llegado a imaginar que estaba medio enamorado de Ryeowook y Yesung pagaría muy caro haberle arrebatado ese sentimiento.
Ryeowook bajó por la escalera después de una noche en vela. La casa estaba silenciosa, todavía era temprano para que los gemelos se hubieran despertado. Se sentía oprimido por una extraña emoción, y no podía fingir que fuese otra cosa que preocupación por Yesung. Pero el porqué debiera importarle tanto lo que le ocurriese era imposible de explicar. Fue a la sala de estar, miró por la ventana y vio que ya había llegado el alba. Kangin y Yesung tal vez estuvieran librando su duelo en aquel preciso instante, con los sables cruzándose como las hojas de unas tijeras y reluciendo bajo la pálida luz.
—Ya tiene que haber acabado — le oyó decir a Bo Ah detrás de él. La anciana se sentó a la mesa del desayuno vacía — A veces me parece como si hubiera pasado por un millar de mañanas como ésta — continuó diciendo, ojerosa y un poco demacrada — Porque éste no es el primer duelo que ha librado Yesung. Y no es el único de mis hijos que ha empuñado la espada. Nadie puede entender la pena que llega a sentir una mujer cuando la vida de un hijo suyo se ve amenazada.
—No creo que sea derrotado, señora.
—¿Y si no consigue salir vencedor? ¿Cuánto más llegará a ennegrecerse su corazón cuando deba vivir con la muerte de Kangin sobre su conciencia? Quizá sería mejor para él que... que perdiera este duelo antes que llegar a estar tan lleno de amargura.
—No — murmuró Ryeowook.
Los minutos parecieron transcurrir mucho más despacio de lo habitual. Si no le hubiera ocurrido nada, seguramente a esas alturas Yesung ya habría regresado. Ryeowook intentó entablar conversación, pero pasado un rato guardó silencio y contempló sin verlo el líquido que iba enfriándose dentro de su taza.
—¡Madame! — oyó exclamara Jessica. Tanto él como Bo Ah se volvieron con un sobresalto. El ama de llaves estaba de pie en la entrada, sus nervudos brazos abarcando el quicio de la puerta — ¡El chico de Retta acaba de llegar para decir que monsieur se acerca por el camino!
—¿Se encuentra bien? —preguntó Bo Ah con voz temblorosa.
—¡Estupendamente!
Bo Ah se levantó con una sorprendente celeridad y corrió al vestíbulo de la entrada. Ryeowook fue tras ella, el corazón palpitándole con una emoción inexplicable.
La tensión quedó abruptamente truncada cuando Yesung entró en la casa, el rostro ensombrecido por la frustración. Cerró de golpe la enorme puerta, miró con el ceño fruncido a las dos personas que tenía delante y fue a la biblioteca. Bo Ah se apresuró a seguirlo, mientras que Ryeowook se quedaba helado en el vestíbulo.
— ¿Yesung? — oyó la tenue súplica de Bo Ah — ¿Yesung? ¿Qué ha sucedido?
No hubo ninguna réplica.
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Casado Con Un Extraño [YeWook]
FanfictionNueva Orleans, a comienzos del siglo XIX Ryeowook Kersaint, un resuelto criollo que huye de un padrastro que la maltrata y de un matrimonio de conveniencia, encuentra protección en la casa de Yesung Vallerand, un notorio libertino que, según se rumo...