Cap. XXIII. El Reencuentro, Tu tierna sonrisa.

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Suspiro intentando recordarse respirar con calma, se giro para ver como sus acompañantes empezaban a despertar tranquilamente, un destello de envidia cruzo por su cuerpo pero se arrepintió esperando que aquello terminara.

-Acabamos de tocar suelo Japonés, pueden desabrochar sus cinturones y que hayan disfrutado su estadía en la aerolínea- La voz se apago en los altavoces mientras la señal indicaba que las puertas estaban por abrirse, tomo nuevamente una bocanada de aire y se puso de pie.

-Espera Hinata…- Grito una voz femenina a sus espaldas deteniéndola, se regaño mentalmente por haber olvidado a sus amigas, era demasiada crueldad de su parte luego de suplicarles que la acompañaran.

-Sabemos que estas nerviosa pero podrías recordar que vinimos contigo- Regaño la rubia esta vez a su lado, la ojiblanca solo se limito a asentir y camino un poco más lento, pasos que la ponían cada vez más nerviosa.

"Suelo japonés… Japón... Tokio… Uchiha…" Pensaba repetitivamente mientras salía por las puertas del pasillo que daba a las grandes salas de espera del aeropuerto, podía ver a mucha gente, demasiada gente con facciones similares, cabellos extravagantes y uno que otro personaje vestido de manera extraña.

-Increíble- Murmuro la pelirroja a su lado intentando correr para alcanzar el aire libre pero la rubia le freno señalando a la ojiblanca.

Hinata parecía perdida, intentaba encontrar a ese alguien rápido para no tener que seguir esperando, esperando poder toparse con alguien que le resultara conocido, alguien que simplemente podía pertenecer a su vida pasada, a su vida como estudiante de instituto.

-Onee-san!- Una alegre voz resonó por todo el lugar haciendo que las tres mujeres se volvieran al mismo tiempo, para poder apreciar a una delgada chica de alrededor de 15 años corriendo hacia ellas, sus ojos delataron de quien se trataba, una Hyuuga.

-Hanabi…- Murmuro la ojiblanca agachándose un poco para poder abrazar a la muchacha cuando llegara a su pecho, podía sentirlo, la alegría que brotaba del cuerpo de su pequeña hermana, una alegría que no esperaba recibir, la veía durante las vacaciones del internado pero sin embargo la idea de la separación siempre estaba presente para ella arrebatándole esa jovialidad que siempre había poseído.

-Volviste!- Agrego una vez que libero a su hermana mayor del abrazo y se fijo en las dos mujeres cerca de ellas, sus semblantes se le hacían conocidos, pero no recordaba de donde, vio como ambas le sonreían y se acercaban a ella.

-Realmente se parece mucho a ti Hinata- Dijo la más pequeña de ellas, aquel cabello rojo le era conocido sus facciones parecían talladas en porcelana y una sonrisa angelical la acompañaba adornando bien aquel aspecto celestial de la extranjera.

-Si tuviera el cabello más oscuro seguro podría ser tu gemela- Se burlo la mujer rubia, esta tenía el cabello tan brillante como el sol, lo llevaba hasta la cintura y sus rasgos denotaban una belleza exterior, una belleza que solo podrías observar en los desfiles de moda.

-Déjenme en paz- Se quejo la ojiblanca, Hanabi al haber detallado a las otras dos se detuvo para poder observar algunos rasgos que habían cambiado en su hermana, en todo el tiempo que tenia sin verla, el cabello lo llevaba largo un poco mas debajo de la cintura, su rostro níveo con un tono rosado en las mejillas le daban un aspecto casi tan fascinante como el de la pelirroja, pero su belleza era más tradicional, la belleza de una diosa o doncella de Japón, las más admiradas por su gran delicadeza y elegancia a la hora de actuar, esa era Hinata, su hermana.

-Vamos…- Interrumpió saliendo de sus comparaciones mentales, tomo el brazo de su hermana y empezó a caminar. –Umiko-chan estará impaciente- Agrego soltando una sonrisa al ver como su hermana volvía a temblar.

Viviendo entre MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora