Dentro de mi.

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Todos tenemos miedos, alguna vez en la vida
Anónimo
~

Azkaban
Marzo, 1999

Corrió por el enorme pasillo del colegio, que se alzaba oscuro frente a él, sintiendo el corazón palpitar de manera frenética contra sus costillas. Tenía que encontrarla, solo tenía que llegar a ella.

-Avada kedavra.-Susurro una voz dentro de su cabeza, lanzando un rayo de luz verde hacia una espesa mata de cabello castaño, haciendo que esta cayera en el piso aparentemente inmóvil. Se vio a si mismo gritando con dolor siendo tomado de los hombros por Blaise para detenerlo antes de que se lanzara contra aquel hombre que lo veía burlón, burlón ante su dolor.

—¡Hermione!.

Respiro de manera entre cortada aún en las sabanas cuando despertó bruscamente ante el último grito en su sueño, las mantas se enredaban en su cuerpo como una prisión demasiado bien armada para él, demasiado bien pensadas para que el sudor de su cuerpo se pegara a ellas haciéndolo sentir incomodo al momento. Levanto la vista confundido al notar que no estaba en su habitación en la mansión y que se encontraba en una celda, fría y oscura, de aquella prisión mágica que tantas veces le quito el sueño. Bastante era su suerte.

Desde la caída del Señor tenebroso habían modificado su proyecto en Azkaban, ahora ya no existía el jodido miedo que tenía al estar ahí, al ser absorbido completamente por aquellas cuatro paredes y por aquellos seres demasiado horribles para su propio gusto personal...

-¿Draco Lucius Malfoy Black?.- Dijo una voz grave desde el pasillo fuera de la celda. Sabía que era lo que venía a continuación y no pudo evitar que su columna lanzara varios escalofríos hacia sus extremidades. - No tenemos su tiempo, señor Malfoy.-Dijo la misma voz desde el otro lado de la puerta golpeándola con entusiasmo.

Se levantó de la cama, alisando un poco su traje oscuro, el cual no había cambiado desde hacia unos días cuando fue apresado en la mansión junto a sus padres. Los Malfoy tenían lo que merecían, merecían estar dentro de esa jodida habitación, todos ellos, cada uno. Al abrirse la puerta, el primer Auror entro a la estancia para amarrar automáticamente sus manos detrás de él evitando que escapara.

Caminaron un gran tramo de celdas, llegando por fin a una sala más grande, a la sala de sus peores pesadillas y aun así se dijo a si mismo que no podía ser peor. Quizá estaba equivocado.

—Inocente...—Dijo el rubio con voz suave mientras veía de re-ojo a su madre quien se encontraba a marrada de igual manera, sollozando ente la mala suerte que había corrido su familia. Al oír la voz del rubio todos en la sala comenzaron a farfullar de manera descontrolada.

— ¡Silencio!.- Grito de nuevo el Ministro, haciendo que Draco rodara los ojos por segunda vez desde que estaba allí. La primera había sido cuando entro al recinto y se encontró en primera fila a el famoso trio de oro, observándolo como cachorro desamparado. Con lastima.—Todos en la sala deben guardar silencio.-Volvió a decir el hombre moreno en un intento de acallar las voces enardecidas de los presentes.—¿Se declara inocente a pesar de todas las demandas que hay en su contra, señor Malfoy?

—Claro...señor Ministro.-Dijo con una mirada fría hacia el hombre que levantaba las cejas incrédulo de lo que estaba diciendo.—No significa que no haya hecho algunas de ellas, pero fui obligado por miedo a que mi familia fuera castigada por mi debilidad.

Ladeo la cabeza al ver que Kingsley negaba levemente y posaba su mirada en Harry Potter, quien asintió y camino hacia el estrado para dar su declaración.

—Primer testigo en defensa del señor Draco Malfoy.- Anuncio la mujer que tenía una batuta en la cabeza, al parecer de alto rango. Potter camino hacia ellos, tropezando levemente al subir a sentarse en la silla, todos quedaron callados cuando la mujer comenzó a hablar de nuevo.—Señor Potter.-Observo a Harry con una mueca.—¿Puede decirnos algo que ayude en la defensa del señor Malfoy, siendo que ellos lucharon en contra de usted?

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