"Desprenderse de una realidad no es nada, lo heroico es desprenderse de un sueño."
Rafael Barreti
Ana
Debía llevar por lo menos media hora sentada en mi cama mirando hacia el mismo punto perdido de mi grisácea pared. Hace bastante rato que había dejado de llorar pero aun podía saborear la salinidad de mis labios. Todo lo que quería era meterme en la cama e intentar dormir pero mi móvil me llamo la atención, estaba en silencio pero aun así podía oírlo vibrar. Al fijarme en la pantalla me di cuenta de que era Amaia, no me apetecía nada hablar con ella así que deje que siguiera vibrando, cinco minutos después las llamadas de Amaia no se detenían asi que supuse que sería algo importante.
-¿Amaia que pasa?
-¿Ana? ¿Donde estais?
-Yo en mi casa, ¿ Que pasa?
-¿Pero y Aitana?
-Le mande un mensaje a Aitana diciéndole que me encontraba mal y no podría ir.
-Pero Ana, que yo antes hable con Aitana y me dijo que estaba en tu casa...
-Que no que no, que aquí no está.
-¿Estas segura Ana?
-Amaia aquí no ha venido nadie. Además como iba ella a llegar aquí.
-No lo sé pero antes cuando hable con ella me aseguro que ya estaba allí.
-Lo siento Amaia aquí no está, tengo que dejarte, no me siento muy bien.
Y sin mas colgué. Fue entonces cuando me di cuenta de que tenía mensajes de Aitana.
Aiti:
"¿Ana estas?"
"¿Que te pasa?"
"Si no puedes venir entonces iré yo, aunque sea solo para que hablemos un rato."
Es imposible, Aitana no puede haber venido. Me levanté y me asomé a mi ventana, todo estaba oscuro, el viento movía las hojas con ferocidad, y la luna iluminaba el desgastado sendero que llevaba hasta la entrada del lugar. No note nada diferente ni fuera de lugar pero decidí bajar y dar una vuelta por la casa, sabía que Victor debía seguir por aquí y el solo pensamiento de volver a encontrármelo hizo que me detuviera y pensara bien en lo que estaba haciendo pero aun así retome mi marcha y baje hasta el oscuro salón que daba a la parte trasera de la casa, no encendí ninguna luz, simplemente me acerque a uno de los ventanales y observe como una muy tenue luz iluminaba el cobertizo de manera casi imperceptible. ¿Que hacia Víctor allí? Mi tío ni siquiera estaba en casa.
Trague saliva y con la poca valentía que aun quedada dentro de mi salí al patio trasero, empecé a dirigirme hacia el lugar y una vez allí entre lo más silenciosa que pude. Desde el segundo uno que observe su pelo desde atrás lo supe, era inconfundible y la imagen me oprimió el corazón. Corrí hasta Aitana, que estaba sobre una de las mesas totalmente inconsciente e intente cogerla entre mis brazos.
-Sabía que la idiota tendría algo que ver contigo. –Aflojé mi agarre del cuerpo de mi amiga y centre mi mirada en Víctor que sentado en una silla se fumaba un cigarrillo.
-¿Que le has hecho?
-Yo nada, intente tirármela pero me dio asco con tanta sangre.
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Lagrimas Negras
RomanceEn un mundo hecho a medida para que el culpable disfrute, infausto es el destino del inocente que solo nació para sufrir.