"Acostumbrados a tantos "no" que nos da la vida, cuando llega el "si" lo maltratamos a golpe de dudas."
Armando Castañeda
La primera semana lejos de Mimi fue complicada. Cada lugar al que iba o cada cosa que hacia me recordaba a ella, a veces, cuando salía del instituto me paraba un buen rato delante de la entrada y ponía la vista al frente, sabía que su rutilante sonrisa acompañada por el centelleo habitual en su mirada no iban a aparecer de un momento a otro como en ocasiones anteriores, pero aun así me permitía ese momento del día mirar al lugar donde siempre solía aparcar el coche de su madre que jamás cogía con permiso.
Desde que se fue esto era algo que hacía tanto como podía, hasta que el señor de la ruta me llamaba anunciando la salida de mi autobús. Probablemente debía parecerles una demente, una perturbada o desequilibrada pero simplemente estaba enamorada. Los primeros días fueron duros pero continuaba recordándome a mí misma lo que significa para mi el amor, no eran sus abrazos, por muy reconfortante que estos fueran, no eran sus besos, por mucho que por ellos muriera, no era cuestión de sexo, por muy increíble que se sintiera. Desde que la conocí aprendí que el amor era mucho más, era compartir mis experiencias con ella, contarle día a día como me había ido y escuchar todo aquello que ella tuviera para decirme, exponer nuestra alma sin miedo al rechazo, sentir libertad en la presencia de la otra y ser frágiles sin temor a ser juzgadas.
La verdad es que el tiempo juntas había resultado bastante efímero, algunos pensaran que soy una exagerada si supieran lo mucho que estaría dispuesta a sacrificar por alguien que conozco desde hace relativamente poco tiempo. Querer no es lo mismo que amar, comprendí su disimilitud cuando era muy pequeña y veía como a veces los adultos usaban diferentes términos para confesar sus sentimientos, no era capaz de percibir la diferencia hasta que mi abuela me llevo al jardín que había detrás de su casa. En el, había un bonito rosal, era hermoso y a la luz del sol, su magnificencia era aún más impresionante. Mi abuela me explico que si quería una rosa, porque me gustaba, simplemente la arrancaría y me la quedaría pero me explicó que si la amaba, la cuidaría y la regaría a diario.
Cuando vi por última vez a Mimi en aquel aeropuerto, a pesar del dolor de verla marchar, por dentro sentía dicha al ver mi rosa florecer. Fue difícil pero entendí que no siempre lo mejor para mi será lo mejor para ella, que hacia lo correcto al no retenerla y aunque cada día sin ella es como un día de lluvia en mi ventana, después de cada tormenta una espera la calma. O eso creía.
La segunda semana sin Mimi fue intensa pues a pesar de que no estaba, le dábamos mucho uso a ese teléfono que me había regalado. Ya había tenido la oportunidad de ponerse al día con sus amigas y lo que significaba menos tiempo para ellas era más para mí. Pasábamos más tiempo hablando que durmiendo, incluso una noche, hablamos casi diez horas seguidas. Yo apenas dormía pero no recordaba haber sido tan feliz en mi vida. Tenía una relación con alguien! Y aunque no pudiera verla, escucharla hacia mi mundo completo, me devolvía la vida y aunque las noches siguiesen siendo negras, ella con su tonterías y disparates lo iluminaba todo y en medio de la tristeza mis labios dolían de tanto sonreír. Y todo era culpa de ella.
En el colegio todo las cosas eran un poco extrañas, notaba a los profesores con la mirada puesta en mi más de la cuenta, como si me vigilaran. Debo reconocer que no estaba poniendo todo de mi parte, estaba distraída y con frecuencia olvidaba presentar algún que otro trabajo y aunque no se me podía tachar de mala estudiante, notaba la decepción en los ojos de algunos de mis profesores.
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Lagrimas Negras
RomanceEn un mundo hecho a medida para que el culpable disfrute, infausto es el destino del inocente que solo nació para sufrir.