25. Querer es intentar

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Porque no vienes y te acuestas conmigo?

así escuchamos música un rato

mientras me haces mimos en el pelo

yo apoyo mi cabeza sobre tu pecho

y nos olvidamos del mundo

al menos por un rato.





Por fin había llegado el día, mi vestido beige se ceñía a mi pecho para luego con soltura caer hasta tocar los dedos de mis pies, estaba impecable, ni una mancha, ni una arruga, perfecto. Todo lo contrario a mi interior, tenía náuseas y esto poco tenía que ver con mi embarazo, era un miedo que acompañaba a un muy ligero temblor en mis manos, casi húmedas de tanto sudar, un miedo tenaz que residía en una maleta que se escondía bajo mi cama lista para emprender un nuevo camino. O no.

He estado pensándolo mucho, he pasado muchas noches sin dormir tratando de decidir que decidir, la vida no es tan sencilla y eso de ¿querer es poder? Bien, déjenme decirles que es una vil mentira, querer es a veces hacerse daño, querer es a veces vivir allá arriba en las estrellas, ansiar algo a veces es llenarse de amargura, anhelar lo que a veces es simplemente inalcanzable. Y ¿vale la pena perderse a uno mismo en busca de un sueño que vive permanente en nuestra mente pero que al final del día solo es eso, un sueño? No estoy segura. A mí me parece más bien algo noble y realista, el luchar por lo que necesitas hoy en día... y es que soy de las que prefiere llevarse sorpresas a decepciones. No lo sé, hace ya un tiempo que deje de soñar, hace mucho que deje de tener expectativas y no me siento como que querer es poder, me siento más como... querer es intentar, y si no sale bien, estar orgullosa de todas formas. No es algo que haya seguido al pie de la letra, pero lo sigo intentando.

Volviendo a la realidad, no paso mucho tiempo hasta que Mimi vino a recogerme acompañada de Aitana para ir al instituto. Era mi último día comprometida al maldito colegio y mi primer día como ciudadana libre mayor de 18 años. Al llegar al colegio el ambiente se notaba enrarecido, no era nada malo, era raro pero alegre, se trataba probablemente del peso de esa responsabilidad prometida que abarcaban mas allá de esas puertas del colegio, el final de una etapa. Todo aquello acompañado de gritos de alegría, efusivos abrazos, sonrisas de alivio y miradas ilusionadas.

-¿Estas nerviosa? –Estábamos todos ya sentados y esperando a que llamaran a nuestro nombre, detrás de decenas de graduados se encontraban una innumerable cantidad de padres y familiares preparados con cámaras, listos para grabar los 10 segundos de gloria de su hijo.

-Si, un poco si. –Aunque repito, no por la razón por la que piensan.

Desgraciadamente o afortunadamente, no fui elegida para dar el discurso de graduación de mi promoción, no pasa nada, realmente no tengo muchas cosas buenas que decir acerca de mi etapa escolar y teniendo en cuenta las expectativas tan bajas de vida que tengo ahora mismo, probablemente no habría hecho un buen análisis de esta etapa que se termina y la nueva que empieza. Aitana si lo dio, estoy muy feliz por ella, sé que le hizo ilusión y sé que se esforzó un poco más que el resto para conseguir al menos que la consideraran.

Escuchar de fondo mi nombre y ser sacudida por Amaia fue todo lo que tomo para que yo regresara a la realidad y me pusiera en pie para subir con torpeza al escenario y recibir mi diploma y una preciosa rosa roja. Al fondo pude ver a la familia de Aitana y Amaia animándome y como no, Mimi, mas efusiva de lo normal mientras aplaudía e intentaba grabar a la vez. Estaba muy graciosa. Por supuesto mi tío no fue, creo que ni siquiera se acordó de que hoy era mi graduación pero estoy contenta de ello, así no lo arruinaría.

Lagrimas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora