13. Mi corazón en tus manos.

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Me he enamorado de lo imposible, de la distancia, de la falta de tiempo, de las vueltas que da la vida, de lo que ilusiona y rompe, me he enamorado.

           



Aitana

Si bien Mimi y yo hemos vivido casis siempre separadas, habíamos estado lo suficientemente involucradas la una en la vida de la otra como para conocerla como si la hubiese parido. Los secretos entre nosotras los llevábamos bastante mal porque básicamente, no habían.

Por mucho que ella se esforzara, era inevitable que notara sus continuos cambios de humor, lo nerviosa que se ponía cada vez que le cogía el móvil cuando antes nunca le importaba, que faltara a las reuniones familiares constantemente porque tenía "cosas que hacer" o que la gente constantemente me comentara que la habían visto en la academia cuando ella no tenía nada que hacer allí y jamás iba a saludarme. No era tonta, algo estaba distrayendo a mi hermanita y ya que ella no estaba dispuesta a contármelo me propuse descubrirlo por mi cuenta.

Asi que en vez de preguntarle una y otra vez que le pasaba, simplemente decidí observar. Al principio pensé que se trababa de alguna persona que ella conocía de Chicago pero la cosa empezó a descuadrarme cuando Ana me empezó a aparecer hasta en la sopa. Empecé a darme cuenta de cositas y lo más natural en mi habría sido avasallar a Mimi a preguntas pero sabía que si lo hacía comenzaría a ser más cuidadosa con todo. Fueron muchos los momentos en los cuales Mimi tomo actitudes extrañas. Como por ejemplo en Paris, estaba contenta de estar con todos nosotros, podía verlo pero había algo que la atormentaba, se quedaba en las nubes con facilidad, con frecuencia se apartaba del grupo para quedarse observando cosas fijamente y cuando la interrumpía me decía que nunca antes había apreciado Paris de la manera en que lo estaba haciendo en aquel viaje.

Cuando regresamos y de repente apareció Ana en el centro comercial le cambio la cara. Mimi es una increíble bailarina pero no muy buena actriz, al menos no conmigo y las prisas que le entraron de repente me parecieron muy raras asi que un rato después llamé a Ricky para saludarlo y preguntarle que hacía, me dijo que estaba pasando el día en la finca de su abuelo con su chico y la familia...

Cuando un día salí por la salida contraria del colegio a la que siempre salía y a lo lejos distinguí el coche de su madre alejándose con dos personas dentro de el...

Aquella vez en la feria cultural cuando Ana no podía dejar de mirar en la dirección en la que se encontraba mi hermana y viceversa. Aquel día presencie muchas miradas y fue inevitable sentir rabia, dolor, celos todo junto mezclado rezumando por cada poro de mi piel. Fue por ello que distraje a Ana con la primera tontería que se me ocurrió y convencí a Mimi de que nos fuésemos ya, no las aguantaba más.

Simplemente no era justo. A lo largo de mi vida yo sacrifiqué muchísimas cosas por mi amistad con Ana sin jamás esperar nada a cambio, ella y Amaia siempre fueron mi prioridad aparte de mi familia. Las quería muchísimo, como hermanas y nunca deje que nada se interpusiera entre nosotras. Di todo de mi por integrar a Ana pero cuando entendí que la mayoría de gente que nos rodeaba no valían la pena al ser tan superficiales, decidí simplemente disfrutar de su compañía junto a Amaia y celebrar que las tenía a ambas a mi lado, fuimos felices siendo amigas y eso era todo lo que me importaba, me dio igual todo lo demás, me dio igual que se hablara mal de ella, nadie la conocía como la conocíamos Amaia y yo así que nadie nunca tuvo el poder de hacerme cambiar de opinión sobre Ana.

Es por eso que me jodio, me jodio nuestra ruptura, me jodio su mentira. Al principio me creí sus palabras, creí que realmente se había cansado de nuestra amistad pero con el paso del tiempo me di cuenta de que todo había sido mentira, hay cosas que no se pueden disimular, cuando alguien te quiere lo notas, se siente el cariño en la distancia y Ana en cada mirada se delataba a si misma. Sin embargo era tarde, no podíamos arreglarlo, entendí que de alguna forma ella había sacrificado nuestra amistad por su nuestro bienestar y lo tuve que aceptar. La situación que viví aquella noche en su casa fue una de las más terroríficas en mi vida y no sé, ¿sería capaz de ponerme otra vez en riesgo por ella? Probablemente si, ¿Sería capaz de exponer a Amaia o a mi familia a eso? No. Así que deje fuese Ana la que tomara la decisión y no permití que Amaia se acercara a ella. Fue su decisión no la mía.

Lagrimas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora