Capítulo XIII

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Venía vestido con un pantalón blanco, tenis y playera de color negro y una sudadera gris. Que resaltaba un poco por la playera negra, por un momento pensé que me ignoraba completamente, solo me pude quedar ahí quieto esperando el momento en el cual Hoffman se marchara para poder correr hacia el salón. Cuando Steven y los otros tres tipos se fueron me sentí débil, mucho más débil. Hoffman contaba con una figura imponente, a simple vista se notaba que él era el que mandaba sobre algunas cosas y personas.

Había miles de pensamientos en mi cabeza en esos momentos, algunos decían:

"Carajo, ya vete. O te golpeará ahora" "Dios, hoy está más lindo que de costumbre" "Deja de pensar estupideces Joel" "Vas a morir, ni se te ocurra dirigirle la palabra" , después de casi un minuto de estar pensando idioteces Hoffman me dijo:

-Steven es un idiota, ¿Cierto?- Se quedó recargó en la pared y se quedó al lado de mí.

No quería responderle, porque probablemente si lo hacía me molería a golpes. Así que no respondí nada.

-Vaya, creo que tienes... ¿Miedo? Si eso creo.-

-N-no... no tengo miedo Hoffman.-

-Creí que no sabías ni siquiera mi apellido, tú debes llamarte Joel si no me equivoco.-

-Claro que conozco tu apellido, el día que llegué la directora lo mencionó. Si, ese es mi nombre.-

-Prefiero que sepas mi nombre. Estoy harto de que nadie lo sepa, así que... me llamo Haziel.-

-Está bien.-

-Creí que hablabas un poco más.-

-Uhm... no suelo hablar mucho con las personas que no conozco.-

Al principio de la conversación estaba demasiado nervioso, no sabía si contestarle o no. Me preguntó:

-Vale, de acuerdo. ¿Por qué estaban en una pelea el estúpido Steven y tú?

-Estaba diciéndome cosas estúpidas, algo del equipo de americano. Después se me aventó encima.-

-Carajo, juro que me las pagará...- Le dio un golpe a la pared.

-... ¿No se supone que tú y Steven eran muy unidos?-

-Éramos unidos, hasta que me nombraron capitán y su envidia lo ha alejado de mí, demasiado a decir verdad.-

-Entiendo...-

-Creo que... comenzaremos a caernos muy bien.-

-¿Enserio?, pensé que me odiabas.-

-En realidad, solo te molestaba o intentaba hacerlo para que supieras quien era el que "Mandaba".-

-Ohh, claro. Creo que funcionó.-

-Vaya que si...-

Nuestra mirada se dirigió al techo, al cabo de unos segundos nos quedamos viendo fijamente. Sonreímos al mismo tiempo y después le dije:

-Tengo que ir a clases, luego nos vemos.- Hice el gesto de despedida con la mano

-Claro, suerte.-

Regálame un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora