Después de terminar las clases, fui directo a mi casa. Cuando llegué abrí la puerta (Albert la dejó abierta, supongo) .Estaba ahí Albert sentado en el sillón de la sala viendo la televisión con un bote de helado de frambuesa y con Shiva a un lado. Aventé mi mochila, me senté y le dije:
-Ya les dije a mis padres, dijeron que te puedes quedar el tiempo que gustes ya que también puedes hacerme compañía para que no esté solo. Que eres como un hijo para ellos así que no hay problema.
-¿Enserio? Gracias hermano, me quedaré hasta tarde para agradecerles. Les ayudaré en lo que pueda, pondré dinero, me meteré a trabajar, puedo recoger el cuarto donde estoy.
-No hay de qué. ¿No te han dicho nada tus padres?-
-Si, me llamaron hace dos horas. Dijeron que estaban tristes y que me extrañaban, pero que no estaban tan preocupados porque estaba contigo. También me dijeron que me regrese, pero les dije que no. Quiero quedarme un tiempo contigo, y dijeron que hablarían con tus padres. Me enviarán dinero, para no dar molestias y que me porte bien.
-De eso no te preocupes, enserio. Y sobre de que te portes bien... pues no salgas de fiesta si no es conmigo.
-Claro que me preocupa, me enviarán dinero y punto. No quiero perder clases tampoco, así que les diré a mis padres si pueden contratar a un tutor para que me de las clases que he estado perdiendo.
-¿Un tutor? ¿Por qué no te metes a mi instituto?-
-Conoces a mis padres, no me dejarían. De hecho, algo cool que podría pasar sería decirle a mis padres que si podemos venir a vivir acá a California.-
-¿Acá? Sería cool, pero no pueden dejar sus empleos.-
-Buen punto..., o podría decirles que si puedo rentar un apartamento cerca de aquí y ya no tener que vivir con mis padres. De todos modos, trabajan en los mismos horarios de tus papás y es como si viviéramos solos.-
-Buen punto, o... podrías quedarte a vivir conmigo.-
-Me gustaría, espero que mis padres lo autoricen. Pero ¿Qué hay de los tuyos?-
-Sabes que por los míos no hay problema, una vez te quedaste conmigo por dos semanas. Fue cuando fuimos a la playa Fort Lauderdale en Florida. Y dimos un recorrido por toda Florida.
-Es cierto, tal vez si me dejen.-
-Cambiando de tema drásticamente, dame un poco de helado, por favor.- Le dije estirando la mano.
-No, ve por el tuyo.- Me respondió y abrazó el helado como para protegerlo.
-No seas egoísta, dame un poco.- Le dije sentándome cerca de él para arrebatárselo.
-No te daré ni si quiera un poquito.- Dijo metiéndose a la boca casi todo el helado que quedaba.
Me abalancé sobre él y le comencé a hacer cosquillas, él reía como foca (Enserio, así se ríe) hasta que me dijo:
-Toma, toma el helado. Déjame en paz.- Recuperando el aire que había perdido debido a la risa.
Yo me fui muy feliz con mi helado a mi cuarto, y comencé a hacer mis deberes con un poco de música; pero esta vez le subí el triple de volumen que habitualmente lo pongo solamente para molestar a Albert. Mi música no le desagrada, pero no es una de sus favoritas. Pocas les gustan, pero de varias se sabe la letra porque las escuchaba a diario y a todas horas cuando estaba conmigo en Nebraska.
A los dos minutos ya estaba Albert en mi cuarto bajándole a la música y diciéndome:
-Bájale a tu música porque no me dejas oír la televisión.-- Al terminar la frase me aventó un cojín que había en un pequeño sillón negro de mi cuarto.
-Ya ni mi madre me regaña con eso ¿Lo sabías?- Dije riendo un poco y aventando el cojín con el que me había pegado.
-Shh, no digas nada. Yo que no tengo deberes por hacer así que puedo ver la televisión, pero tú con tu música no me dejas escuchar.- Dijo acercándose a la bocina
-Pues entonces, para molestarte le subiré el doble.- Dije retándolo y riéndome.
-Que malvado eres.- Dijo apagando la bocina
-¡Oye!, préndela de nuevo.- Dije parándome de la cama y yendo hacía él
-No hasta que me prometas que no le subirás tanto al volumen.- Dijo abrazando la bocina a modo de que no pudiera quitársela.
-Bueno, está bien.- Le dije quitándole la bocina y prendiéndola de nuevo.
-Iré a ver la televisión... No le subas tanto a la música imbécil.- Cerró la puerta y se marchó
Esperé dos minutos y volví a subirle todo el volumen. Solo escuché un grito de Albert que me decía: ¡Joel! ¡No me hagas subir de nuevo por que te dará un buen golpe!, me eché a reír y le bajé a la música...
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Regálame un beso
Genç KurguEste libro fue dedicado a una persona que significó mucho para mi y también a la comunidad LGBT. "No importa a quién ames, si es amor lo que abunda en tu corazón." Sinopsis: Joel y Hoffman son personas completamente diferentes. Pensaban que eran het...