Capítulo XVII

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Cabe aclarar que Albert siempre que se emociona alza la voz, de igual forma lo hace cuando está enojado o sentido.

-Creo que siento un afecto inexplicable a una persona.-

-Oh por dios, oh por dios. Gracias señor por hacer que este jovenzuelo por fin sienta cariño hacia alguien que no sea yo.- Se comenzó a reír como foca y se puso las manos en la boca como sorprendido.

-Eres un idiota.- Dije moviendo de izquierda a derecha mi cabeza.-

-Ahora, dime ¿Quién es?- Se acercó hacía mí y me miró con sus grandes ojos color miel.-

-Eso es algo que no te diré, ya he dicho bastante.-

-No seas así, ya dime.-

-No te diré.-

-¿Estás seguro de lo que acabas de decir?-

-Estoy muy seguro.-

-De acuerdo, no me digas.- Cruzó los brazos, se alejó de mí y se fue hasta el otro extremo del sofá.

-Ay no, ¿Comenzarás a comportarte como un niño de cuatro años?-

No me respondió, solo sacó su celular del bolsillo delantero de sus jeans y al parecer se puso a textear; Yo iba a hacer lo mismo, pero luego se me ocurrió en salir a la calle a comprar una pequeña bolsa de caramelos. Y así lo hice, tomé dinero de mi mochila y salí de casa.

Regálame un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora