Capítulo 2

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***Dawn***

Vuelvo a insistir en que John y yo nos traíamos un rollo raro. En el fondo él me encantaba, su cuerpo, su personalidad... todo. Pero debo admitir que a mí me gusta ir de flor en flor, no quiero líos, ni ataduras ni nada, solo quiero pasarlo bien. Y por su parte la verdad es que no sé qué pensar. Parece que nada le importe, pero yo creo que es solo fachada.

Sus labios se separaron de los míos con un sonoro ruido de ventosa.

- ¿Entones qué? ¿Salimos o nos quedamos?- preguntó sonriendo.

- Creo que... mejor nos quedamos.

Se tumbó sobre mí aunque apenas sentía su peso y volvió a besarme igual que antes.

***Isaac***

Miré el reloj y vi que eran las 8 y cuarto. Pegué un salto desde la silla y caí con agilidad en la arena. Mi turno acababa a las 8, hubiese gente bañándose o no. Era viernes y no pensaba perderme una noche de fiesta por cuatro idiotas que se estuviesen bañando.

Antes de ir a casa me pasé por la tienda, para ver cómo iban.

- ¿Ya has salido?- preguntó Benjamín detrás del mostrador.

- Ahá, ahora me voy a casa a ducharme y cambiarme... necesito encandilar a una moza... o dos- dije alzando las cejas.

- Eres increíble. Tu hermano y Lewis también han ido a cambiarse, yo cerraré y subiré en un momento.

- Vale, genial. Luego te veo.

Mi hermano y yo compartimos piso y negocio con dos amigos: Benjamín y Lewis. Entre los cuatro tenemos desde hace poco una tienda de surf: damos clases, vendemos tablas... A pesar de nuestra sangre alemana nuestro carácter es más latino. Nos encanta la playa, la fiesta y el buen ambiente. Llegué a casa y dejé las llaves en el mueble de la entrada.

- ¡Hola!- saludé.

Pero no recibí respuesta. Eso solo podía significar que los dos estaban ocupando los baños. Genial. Oliver saldría una hora más tarde, como pronto. Mi última esperanza era Lewis.

Caminé hasta la cocina y me abrí una cerveza para matar el rato mientras esperaba. Cuando escuché un pestillo de la puerta abrirse en el piso superior subí volando por las escaleras.

- ¿Has acabado ya?- le pregunté a Lewis mientras subía.

- No. Bueno sí, puedo vestirme en la habitación.

Él liberó el baño y yo lo ocupé en el mismo instante en que escuché a Benjamín abrir la puerta principal de la casa.

Una ducha con agua fresca me pondría las pilas para el pedazo de noche que pensaba pegarme. Salí rápidamente y me fui a mi cuarto a cambiarme para liberar el baño. Oliver seguía invadiendo el otro y le escuché canturrear al pasar por la puerta. Me vestí que daba gusto verme, no es por ser presuntuoso, pero es la pura realidad. Me había puesto unos vaqueros claritos sueltos y caídos, junto con una camisa roja (pasión) y una banda a juego. Me guiñé a mí mismo un ojo en el espejo de mi cuarto y sonreí.

- Allá vamos campeón.

Bajé por las escaleras y me sorprendí de ver a Oliver ya abajo, a medio arreglar puesto que aún le quedaba domesticar pelo, pero abajo.

- Dios... cada día te apañas más rápido- dije con ironía.

- Todo es cuestión de práctica- contestó él ignorando mi tono de voz.

Dulce ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora