Capítulo 22

344 41 4
                                    


***Dawn***

Aquello no me lo esperaba. No después del humor que había gastado el día anterior.

- Y me siento muy, muy culpable de sentirme tan atraído por ti.

- ¿Culpable por qué?

- Porque eres pequeña, y no debería verte de ese modo.

Agaché la mirada. Me estaba haciendo sentir pequeña de verdad.

- Pero no puedo evitarlo- añadió.

Estuvo unos segundos sin hablar y deduje que era mi turno.

- Primero de todo no te sientas culpable por nada. No creo que hayas hecho nada malo. Y bueno... no sé qué más decirte Oliver. Yo estoy muy a gusto contigo y me caes muy bien. Te aprecio mucho.

Entonces fue él quien bajo la mirada.

- Yo también te aprecio- murmuró.

Negó con la cabeza varias veces antes de añadir.

- Vamos a despejarnos un rato.

Caminó hacia el agua y no me quedó más remedio que seguirle.

La clase fue fría, sin gracia y acabamos antes de tiempo porque ni él ni yo lo soportábamos. No supe entonces si me ofrecería ir a su casa o si se iría sin más.

- ¿Vamos a mi casa y terminamos de hablar?- murmuró.

- Vale.

Fuimos hasta su casa sumidos en un silencio un tanto incómodo. Me abrió la puerta y me dejó pasar.

- Sube a mi cuarto, voy a coger algo de beber.

Subí por las escaleras y me encontré a Lewis en el piso superior.

- ¡Ey Dawn!

- Hola, Lewis- sonreí como pude, no tenía ganas.

- ¿Qué tal?¿Vais a seguir con las clases?

- Eh... sí, claro- mentí- ya nos queda menos...

- Venga, ánimo.

Cogí el pomo de la puerta y abrí. Le dediqué otra nueva sonrisa y entré, cerrando a mis espaldas.

Me senté en la silla del escritorio y él entró un par de minutos después. Dejó un zumo frente a mí y él se llevó su vaso de redbull a los labios al tiempo que se sentaba en el borde de la cama. Nos miramos durante unos segundos a los ojos y finalmente él sonrió, parecía una sonrisa sincera.

- No sé qué más decirte Dawn, pero no estoy nada satisfecho con cómo están saliendo las cosas.

- ¿Cómo están saliendo, según tú?

- No quiero estar mal contigo, ni incómodo. Y el rato que acabamos de pasar ha sido muy incómodo.

- ¿Y por qué estás incómodo?

- Quizá porque yo te he dicho mucho de lo que pienso sobre ti y tú apenas me has dicho nada...

Suspiré. No me apetecía mucho contarle aquellos detalles puesto que yo misma no estaba segura aún de que pensar.

- Como te he dicho antes Oliver... te aprecio de verdad. Y no es algo que me pase a menudo.

Y era cierto, no me gustaba involucrarme con la gente, prefería mantener las distancias.

- Y no quiero que te sientas incómodo a mi lado.

- Un poco tarde para eso- sonrió.

Me levanté y me puse frente a él.

- ¿Tarde por qué?

Me incliné y le di un beso rápido en los labios. Los acontecimientos del día anterior pasaron fugazmente por mi mente.

- ¿Te incomoda eso?

- No- dijo de inmediato.

Vaya, aquella respuesta no me la esperaba.

Me acerqué de nuevo a él, ahora más despacio, dándole tiempo por si quería apartarse pero no lo hizo. Le besé de nuevo y él me respondió sin miramientos. Sentí su piercing de la lengua y eso me animó a continuar. Pero tras unos segundos sus manos me cogieron por los hombros y me separaron de él.

- Decías que no te molestaba- acusé mirándole.

Él no respondió, simplemente cerró los ojos con fuerza...

- Tienes razón- continué- esto no está saliendo bien. Te agradecería que dejases de liarme...

Negué con la cabeza y caminé hasta la puerta, dispuesta a irme de allí. Oliver me estaba trastornando, nunca había tenido que pensar tanto cómo actuar y me estaba estresando la situación.

Cogí el pomo de la puerta y la abrí aunque no pude poner un pie fuera de la habitación. Oliver me había agarrado de la muñeca y tiró con fuerza de mí haciendo que me diese la vuelta y chocase contra su pecho.

***Oliver***

A la mierda la razón, a la mierda lo seguro, a la mierda lo convencional, a la mierda todo. Aquella chica me encantaba y no iba a dejarla escapar. Le rodeé la cintura con mis manos para impedirla alejarse y esta vez la besé yo. La noté al principio reticente, pero un par de segundos después me abrazó con fuerza mientras me devolvía el beso. No sé cuánto duró aquel beso, pero cuando se separó de mí sentí que me faltaba algo. Abrí los ojos y la vi mirándome fijamente.

- ¿Entonces qué?- preguntó

- Ya estoy más contento con el resultado.

Ella sonrió simplemente.

En ese momento vi la figura de mi hermano a través del hueco de la puerta que estaba abierta. Solté a Dawn y me apresuré a cerrar.

- No quiero cotillas- expliqué.

- ¿No le vas a contar a tu hermano que te gusta una niña?

A ella parecía hacerle mucha gracia mis reparos con el tema de la diferencia de edad.

- Ya lo sabe- respondí.

- ¿Cuánto hace qué...?

- Bastante.

No iba a decirle que prácticamente desde el principio porque pensaría que estaba enfermo. Además, no había comparación entre cómo me había atraído hacía unas semanas y como me atraía en aquel momento. En un principio fue algo muy físico, que poco a poco se había convertido en algo más profundo. Su alegría era contagiosa y su forma de ser dulce pero con carácter me encantaba.

Cogí una de sus finas manos y entrelacé mis dedos con los suyos.

- ¿Y si... nos vamos por ahí a cenar?- propuse.

- Vale- asintió con la cabeza sonriendo.

Cenamos en un lugar cerca del paseo marítimo. Nuestra charla se volvió amena y distraída dejando a un lado la incomodidad de hacía unas horas. Después de la cena ella quería dar un paseo por la playa, yo estaba agotado pero no pude resistirme, me lo pidió con unos ojos que no podía decir que no.

- Vamos al agua- dijo cuando ya estábamos en la orilla.

- Dawn es muy tarde...

¿Y qué? Venga, no seas aburrido.

Dulce ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora