Capítulo 9

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***Dawn***

¿Qué demonios hacía este idiota? Acababa de arruinarlo todo. Ahora Oliver se pensaría que tendríamos algo, algo en lo que no debería meterse. No pensaba dejar que se llevase esa impresión.

- ¿Qué haces John?- pregunté mirándole con asco y apartándome.

- ¿Qué pasa princesa? ¿No estás de humor?- me cogió por el brazo.

- No vuelvas a tocarme ¿vale?- dije pegando un tirón de mi brazo.

- Que borde estás hecha. Desagradecida- espetó- Venía a contarte que te he encontrado un curro, están dispuestos a cogerte aunque no tengas la edad... pero como eres así de maja ya veo que no te interesa.

Mierda. Hacía tiempo le había comentado que quería trabajar un poco para sacarme algo de dinero: para el surf, para ropa, para salir...

Él negó con la cabeza dedicándome una mirada de asco parecida a la mía y se fue. Tendría que arreglar las cosas más tarde.

Oliver me miraba un poco sorprendido y fulminó a John con la mirada.

- ¿Suele tratarte así?- me preguntó.

- Sí- bajé la mirada pareciendo un corderito degollado.

- No me gusta...

Levanté la mirada y le vi con el ceño ligeramente fruncido. Quizá mi plan de atracción ya estuviese funcionando.

- Entonces... ¿me ayudas a eso mañana?- pregunté para confirmar.

- Por supuesto.

- Muchísimas gracias Oliver, tengo que irme...

Me alejé de él y me despedí finalmente moviendo la mano.

Caminé remolonamente hasta la casa de John. No me iba a poner las cosas fáciles, estaba convencida.

Llamé al timbre y esperé a que me abriese.

- ¡Anda! ¿Qué haces por aquí?- dijo sarcástico.

- John, siento como me he puesto antes. Me he pasado- murmuré.

- No quieres que ese tipo sepa que tenemos algo- dijo enfadado.

- No es por él- le miré a los ojos- nadie tiene porque saber lo que tenemos. No les incumbe, solo es cosa nuestra.

- ¿Y qué es lo que tenemos, según tú?

Aún no me había dejado pasar. Me acerqué hasta él y puse mis manos en su pecho. Me puse de puntillas y busqué sus labios, que no me rechazaron. A los pocos segundos sentí sus manos sobre mi cintura y noté como tiraba de mí para hacerme entrar en la casa.

- ¿No hay nadie?- le pregunté cerca de su oído.

- Nadie en absoluto.

- Hmmm... que interesante- susurré aún más bajo.

En esta ocasión fueron sus labios los que me buscaron. Sus manos siguieron tirando de mí.

- Cuidado con el escalón- murmuró contra mi piel.

Descendí el escalón y le seguí hasta el salón, hasta el sofá, donde él se sentó y yo me puse a horcajadas sobre él. Fui besándole por el cuello hasta que sentí sus manos en mi trasero. Él sabía tan bien como yo a qué había venido y estaba probando hasta donde era capaz de pagar para que me perdonase. ¿Quería jugar? Por mí perfecto. Cogí sus muñecas y elevé sus manos colocándolas sobre mi pecho. Él me miró extrañado y yo me lancé de nuevo a sus labios. ¿Le parecería aquello suficiente? Sus manos se cerraron ligeramente sobre mi bikini. Dejé que me magrease unos cuantos minutos, mientras sentía su incipiente erección debajo de mí, hasta que una de sus manos siguió el cordón de mi bikini hacia la espalda e intentó deshacer el nudo. En ese momento dejé de besarle y sujeté su mano, apartando la otra también. Le miré enarcando una ceja.

Dulce ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora