Capítulo 34

310 36 2
                                    

***Isaac***

Ben bajó conmigo al salón, perplejo. No entendía nada de lo que sucedía. Yo por mi parte estaba preocupado. ¿Qué habría sucedido con Brad para que ella se pusiese así?

Los sollozos se escuchaban ligeramente desde el salón pero al cabo de un rato pararon. El sol del amanecer comenzó a entrar por los ventanales del salón, molestándome a la vista. Como no había noticias nuevas, decidí irme a dormir, que ya tocaba.

- Me piro a sobar Ben, ya veré en unas horas como ha quedado la cosa.

- Yo ya me quedo por aquí...-murmuró

Subí por las escaleras y cuando llegué al pasillo escuché una exclamación ahogada. ¿Seguía llorando? No quise entrometerme pero me llamó la atención un gemido bastante masculino, para ser de Dawn. Preferí ignorarlo y fui hasta la siguiente puerta, mi habitación. Los sonidos se escuchaban igual que desde el pasillo y empecé a hacer suposiciones.

¿Se la estaba tirando? Me parecía increíble que con lo afectada que ella estaba ahora se la tirase. Pero los sonidos cada vez me lo dejaban más claro. Se la estaba tirando y ambos parecían disfrutar de lo lindo. Ahora tenía que darle la razón a Oliver en algo que siempre me decía: "las paredes de esta casa son de papel".

***Dawn***

Las embestidas de Oliver cada vez eran más rápidas y profundas, pero aún necesitaba más. Enrollé mis piernas alrededor de sus caderas para sentirle más.

No podía más, no podía controlar los gemidos, los suspiros ni las exclamaciones. No podía creer que Oliver, que antes estaba tan relajado y pausado, ahora tuviese esa fuerza para hacerme tocar el cielo de esa manera. Daba la sensación de que cada vez estaba más duro dentro de mí. Aumentó aún más el ritmo haciéndome prácticamente gritar. Mis manos apretaron involuntariamente la piel de su espalda, clavándole las uñas.

- Dios Oliver... aaah...-otra exclamación-...bésame.

Sus labios se separaron de mi cuello y volvieron a juntarse con los míos, acallando parte de mis vergonzosos gemidos. Nuestras lenguas iban a un ritmo mucho más calmado que el de nuestras caderas. De nuevo le sentí ir más rápido y un escalofrío me recorrió la espalda. Él gemía junto a mi oído, excitándome aún más. Los espasmos de mi cuerpo aumentaron y sentí una oleada de placer que nunca había experimentado. Oliver siguió unos pocos segundos más, antes de salir de mí y desplomarse sobre mi cuerpo.

Besé su sudorosa frente y acaricié su suave rostro. Él elevó la mirada, le sentía respirar forzadamente contra mi pecho, igual que yo.

- ¿Estás bien?-susurró

- Sí.

- Te quiero- dijo mordiéndose el labio inferior.

- Y yo a ti- respondí sin dudar.

Y era cierto, quería a Oliver más de lo que habría creído posible.

Él se retiró de encima de mí y recogió las sábanas del final de la cama, tapándonos a ambos con ellas. Yo volvía a tener frío, y su pecho estaba ardiendo, por lo que no dudé en acercarme a él.

***Oliver***

Me quedé dormido unas pocas horas y después desperté. Dawn estaba dormida a mi lado, su expresión estaba relajada, respiraba con calma y el sol iluminaba su cabello. Suspiré al recordar lo sucedido hacía escasas horas: sus lágrimas, sus sollozos, sus palabras, sus gestos, su cuerpo desnudo bajo el mío...

Dulce ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora