Capítulo 14

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***Isaac***

Volví a casa tras el amanecer y me fui directo a la cama. Dormí unas horas y, desgraciadamente, Oliver empezó a monear antes de lo que yo consideraba oportuno. Escuché un ruido atronador provinente de la cocina y bajé hecho una furia hasta allí.

- ¿Por qué coño haces tanto ruido a estas horas de la madrugada?- espeté desde las escaleras.

- Isaac...-entré en la cocina- Es la una del mediodía- dijo mi hermano haciéndose el listillo.

- Se nota que tú ayer no saliste.

- Se nota que tú ayer no pillaste cacho-me contestó.

Sí, llevaba razón. Increíblemente la noche anterior había vuelto solo a casa. Hice memoria para recordar el por qué de ese extraño suceso y abrí los ojos desmesuradamente cuando me acordé de ciertas partes de la noche. Vergonzoso.

- ¿Isaac?- Oliver estaba mirándome extrañado, no le había contestado.

- Bah, déjame en paz.

- Venga, te haré un zumo como este- me enseñó el vaso- y a cambio me cuentas que te pasó.

Bufé abrumado. No quería contárselo.

- No te hagas de rogar- insistió mientras cortaba una naranja por la mitad.

- Simplemente estuve... disperso.

- ¿Y por qué te dispersaste?

- Dawn estaba allí y no había ninguna tía mejor que ella por los alrededores.

Oliver pegó un respingo mientras exprimía la naranja.

- ¿Dawn?

- Sí, trabaja de camarera.

- Y...

- Y eso, que hablé un poco con ella, no recuerdo de qué y claro. Luego comparaba a las demás con ella y no estaban a la altura. Y tengo bien claro que a ella no la voy a tocar ni un pelo.

Oliver me miró de refilón.

- Está claro que no ibas muy borracho, porque cuando bebes mucho te da igual donde meterla.

Mi hermano fue muy directo y me dejó bien claro que no quería que me acercase a su niñata.

- Tranquilízate ¿eh? No tengo interés en quitártela. Sigo teniendo sentido común.

Él terminó de exprimir la última naranja y me acercó el vaso de zumo. Lo dejó sobre la mesa con un sonoro ruido.

- Que aproveche.

Salió de la cocina sin decir más. ¿Qué mosca le había picado?

***Oliver***

Dawn me dijo que no podría venir los viernes a clase y ahora ya sabía por qué. Porque trabajaba en el local favorito del salido de mi hermano.

Aquella semana con Dawn había sido increíble. Me gustaba de verdad y hasta cierto punto había dejado de verla como a una niña pero, me temía, que ella solo veía en mí un amigo, alguien más mayor que le daba consejos además de clases de surf y de historia. Aun así, no quería alejarme de ella ni poner distancias. Prefería tenerla cerca de mí, aun siendo consciente de que no pasaría nada entre nosotros, que estar sin verla. Por eso no había salido la noche anterior, porque estaba amargado por no haberla visto y mi lado más masoquista me llevó a quedarme en casa escuchando canciones dramáticas. Si hubiese sabido que trabajaba allí habría ido sin dudarlo, no me hacía gracia dejarla a merced de Isaac.

Dulce ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora