Ella.

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NARRA SAMANTA

La mañana estaba siendo demasiado aburrida. Estábamos revisando la vida de la víctima y su expediente en el trabajo, pero nada más que eso. Carlos había hecho ya su trabajo y como de costumbre, a nosotros no nos había dejado nada. Resultaba un poco frustrante querer empezar con el caso de nuevo, pero no poder por órdenes del comisario.

Miré por un momento a Darío, se mantenía igual que yo. Esperando. El comisario lo había dejado claro, tras la desaparición repentina de Carlos, había llamado a la central. Quería apoyo y alguien con más experiencia. Las apuestas por quién vendría a trabajar con nosotros estaban en el ambiente, pero lo cierto es que ninguno teníamos ni idea.

- ¿A qué hora llegará?

- No creo que tarde mucho ya – contesté viendo que iban a ser las once - ¿Quién crees que nos traen?

- Tengo muchos candidatos, pero creo que me decanto por el inspector Sánchez, ¿sabes quién es?

- El del atentado con un bolígrafo.

- Ese – asintió – No te niego que quiero trabajar con él. No todos los días conoces a alguien que desactiva una bomba con un capuchón de un bolígrafo.

- Los hay mejores - añadí yo – Bastante mejores.

- Lo sé, pero ¿crees que van a mandar a alguien muy importante? – yo solo me encogí de hombros – Hay demasiados problemas para que en la central se preocupen por mandarnos a alguien importante.

- Ha desaparecido un inspector, tampoco es cualquier cosa.

- Pero estamos hablando de Carlos – sonrió Darío jugando con su silla – Tampoco es que él sea esencial en el cuerpo.

- A mí me lo vas a decir... - susurré.

Estaría mal decir que odiaba a mi inspector, pero lo hacía. Darío sabía que lo hacía, y conocía mis razones. Además, estaban justificadas.

- Ahí llegan.

Miré hacia el ascensor, el número tres en la pequeña pantalla negra dejaba ver que alguien iba a llegar a nuestra planta. Las puertas se abrieron y en seguida divisé a mi comisario seguido de una mujer.

Vestida de tonos oscuros, con unas gafas de sol en su cabeza apartando su pelo marrón de su rostro. En una mano sostenía su iPhone, mientras que en su hombro izquierdo colgaba un maletín. Sus ojos marrones intensos se clavaron primero en mí, después en Darío y regresaron a mí. Yo solo pude levantarme de la silla.

Un rostro que tantas veces había visto en prensa. Una mujer que tantas veces había seguido. Una inspectora que amaba su trabajo por encima de su vida personal. Llegando hacia nosotros, con la vista clavada en mí, pero la atención en las instrucciones que el comisario le estaba dando, yo no podía creer la persona que tenía delante.

Jessica Jenkins, una mente prodigiosa y una belleza indescriptible.

- Detectives – dijo el comisario nada más llegar a nosotros – La inspectora Jessica Jenkins, creo que no hace falta decirles nada más.

- No – negó un Darío con la mirada fija en la inspectora – Detective Darío Blázquez.

- Detective Samanta Ruiz – dije estrechando su mano

- Un placer – asintió ella mirándome.

- Estoy seguro que la ayudarán en todo lo que necesite – sonrió mi comisario que tampoco se había visto en otra – Cualquier cosa, ya sabe dónde estoy.

Miradas de deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora