Pecar.

4.2K 227 0
                                    


NARRA JESSICA

Pecar. Eso es lo que haría yo con Samanta. No era real, al menos no para mí.

De vuelta a la planta mi mente se dividía entre dos personas, Jaime repitiéndome que era solo sexo, que no podía jugármela de otra manera; y los ojos de Samanta. Esa manera que tenía de pasar de comprensión a deseo en un solo segundo.

Fui al baño para echarme agua en la cara, ya no solo por culpa de Samanta, sino porque necesitaba relajarme. La bronca con Jaime me había dejado mal, pero algo me estaba atormentando por encima de todo.

Samanta era solo una noche, no podía permitir que fuera algo más.

Me miré al espejo pensando. Quizás podía acostarme con ella un par de días más. Total, qué más daba. Eso que me llevaba yo.

Mentalizada con esa idea, salí del baño. Al lado de la pizarra estaban Samanta y su comisario. Suspiré porque sabía lo que venía. Una conversación llena de halagos y de favores que me ponían de muy mal humor.

- Inspectora.

- Señor.

- Me estaba comentando la detective Ruiz cómo lo llevan – asentí cruzándome de brazos - ¿Se encuentra cómoda o necesita algo más? – señaló la pizarra.

- No, está todo bien.

- Bien – sonrió satisfecho - ¿Y la ciudad qué le parece?

- No tengo mucho tiempo para hacer turismo, señor.

- No, claro – asintió – Es comprensible – vi a Samanta reírse por detrás – Bueno, no les entretengo más... ¿El detective Blázquez?

- Deteniendo a un sospechoso.

- Eso es maravilloso. Lo dicho, cualquier cosa, ya sabe dónde estoy.

- Claro.

Me sonrió, se colocó la corbata y se marchó de la planta. Lo odiaba. Odiaba esos comisarios de comisarías pequeñas donde sentían que les había tocado el gordo conmigo. Eran simpáticos y me trataban bien, eso no lo voy a negar nunca, pero resultaba horrible querer trabajar y que estén respirando en mi nuca mientras me ponían un trono.

- ¿Por qué no te gusta que te traten bien?

- Porque no es necesario. No es nada cómodo llegar a un sitio, quitándole el trabajo a alguien y encima que te elogien por hacer tu trabajo. No me resulta cómodo, la verdad.

- ¿Has tenido muchas peleas por esto? – asentí - ¿Qué ha sido lo peor?

- Hay muchos veteranos que no soportan ver como una niña viene a decirles como trabajar.

- Como Carlos.

- Como Carlos – asentí – Me han llegado a pegar, a balconear su propio caso y hasta a acosar.

- ¿Y todo eso lo reportas? – negué cogiendo el folio donde venía la vida de Lucas - ¿Por qué?

- Tienes trabajo que hacer – la miré – Venga...

- Vale, vale.

No es que no quisiera hablar con Samanta, es que de verdad, había trabajo por hacer. Y bastante nos estábamos retrasando ya.

Darío llegó finalmente, dos horas después de haberle mandando, con Lucas esposado. Acompañado de dos agentes uniformados que le llevaron a la sala de interrogatorios.

Miradas de deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora