Capítulo 02. ¿Cuándo fue la última vez?

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Hiroto Kira reposaba en el jardín trasero cuando lo vio salir de su casa. Vestía el uniforme de la secundaria Raimon e iba cargado con su mochila azul naval. El azul le asentaba muy bien. Lo vio despedirse de su madre, quien lo besó en la mejilla sonrojada y le acarició el cabello, atrapó cada movimiento, cada gesto y cada caricia.

¿Cuándo fue la última vez que tu madre te miró con el alma en los ojos y te besó antes de marcharte a algún lugar?

Él podría escribir sobre aquella escena y aún con sus palabras no alcanzaría a abarcar todas las emociones que sus ojos podían ver. Posiblemente Shirou Fubuki sintió su persistente mirada, pues se dio la vuelta y comenzó a buscarlo hasta que sus miradas se encontraron. Hiroto pudo comparar sus nervios con la primera vez que Midorikawa le sonrió. O en su primera cita, cuando se besaron por primera vez. Pero sólo había sido la vergüenza de verse expuesto.

"Midorikawa, me gustas."

"También me gustas. Me gustas mucho."

El muchacho, siendo tan encantador, le agitó una mano acompañando su gesto con una enorme sonrisa. Brillante. Brillante. El corazón amenazando con explotar. Aquellos hermosos gestos eran sólo para él, y se preguntaba, ¿por qué? ¿Por qué era tan amable cuando sólo eran dos extraños que habían compartido una taza de té? Hiroto Kira sonrió en su dirección y, discretamente, le obsequió un ademán con su mano. Presagiaba una tarde monótona y aburrida, aunque no lo reconociera en voz alta, sin Midorikawa y ahora sin Shirou Fubuki, las vacaciones carecían del atractivo. Silenciosamente le deseo un buen día, porque ser el chico nuevo siempre es difícil; no importa lo hermoso que seas.

Él se moría de nervios en su interior. Había una pelea constante entre sus emociones, pero en el exterior se mantenía imperturbable. Pensó en Hiroto Kira agitando la mano y sonriendo sólo para él. Recordó sus manos agarrando la taza de té y el tenedor, deseo que también lo sujetara con aquella delicadeza. Con amor. No se sorprendió de sus propios pensamientos. Ni siquiera se sintió culpable o temeroso. Mantuvo la imagen de su candente vecino pelirrojo y una sonrisa iluminó su rostro.

Sus compañeros de clases no eran interesantes, demasiado niños para su gusto. Las chicas, plásticas. Los chicos, superficiales. Estaba rodeado de un universo Barbie. Incluso aquellos que se destacaban por no destacar, eran absurdos. Aquel no era lugar para él. Quizás los profesores estaban bien. El de ciencias era guapo, pero sólo eso. La profesora de inglés era interesante, pero no se acercaría a ella para mantener una conversación. No había demasiada diferencia entre su antiguo instituto y este. Todos eran ridículos.

–¡Fubuki! ¿Qué tal era tu otra ciudad?

–¿Me das tu número de teléfono?

–¡A mí también!

Alguien debía decirle a los adolescentes que rodear a un sólo chico no era para nada atractivo ni sutil. El pequeño Shirou Fubuki estaba incómodo y asfixiado, por supuesto, porque habían invadido su espacio personal de una manera violenta. Pero su madre siempre lo había llamado príncipe, así que decidió actuar como tal.

–Lo siento, no tengo móvil.– mintió, pero con aquella sonrisa, ¿cómo podrían sospechar ellas?

Sólo quería ser transparente.

Las manos de Hiroto Kira sosteniendo la taza de té, ¿serían tan suaves como se ven?

Qué calor hacia en ese lugar.

•••

Midorikawa le había escrito una lista de las cosas que debía comprar para la cena. No se quejó, pues cualquier motivo para salir de aquella casa era bueno. Se dio un baño rápido, vistió jeans y una simple camiseta morada, agarró sus llaves de la mesa y salió. La tarde comenzaba a anunciar su despedida, el cielo estaba lleno de colores cálidos que le hacían cerrar los ojos, con pedazos de noche en las esquinas. Hiroto permaneció unos segundos admirando el firmamento. Se acercó a su deportivo, pero ni siquiera alcanzó a introducir la llave cuando su nombre fue exclamado por una voz femenina.

Nuestro secreto en verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora