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Aquel sábado por la mañana, Shirou Fubuki asomó su pequeña nariz por la entrada trasera antes de que su amante despertará. Se encontró con Midorikawa preparando el desayuno y silbando una canción que estaba de moda. Él nunca parecía acorde a su edad, por ello, cuando hacia cosas de niños no se veía mal. Porque él, en su interior, seguía siendo un niño. Sonrió y tocó la madera del umbral. El moreno se dio la vuelta y una sonrisa iluminó todo su rostro cuando lo vio.
–Pensé que los chicos a tu edad dormían hasta la tarde los fines de semana.– comentó, revolviendo en la sartén.
–Lo intento, pero siempre me despierto temprano y si me quedo más tiempo en la cama, me duele la cabeza.– respondió. Había tomado asiento en el pequeño comedor situado en la cocina (donde suele comer la servidumbre si tuvieran una). La residencia Kira era muy ostentosa. Habían objetos caros, traídos de otros países; otros continentes.
–Al menos puedes venir aquí.– señaló con agrado. Él siempre sonreía cuando lo invitaba a pasar el rato allí. Como si el hecho de tenerlo cerca le causara dicha. –Le haces compañía a Hiroto mientras yo estoy fuera.
Sí. Le haría compañía. Ellos dos. Solos.
–Puedes convencerlo para que te lleve a algún lado. Sé que a veces da miedo, pero en realidad no se puede negar a nada.– Rió.
"Está bien. Te enseñaré."
Le gustaba la manera en que visto desde atrás, Midorikawa parecía tan familiar. El movimiento de su brazo al cocinar. El sonido del aceite caliente chispeante en la sartén. El olor a tocino y huevo frito. El agua hirviendo para el té. La luz de la mañana filtrándose por la ventana, bañando la cocina con colores cálidos. Hace frío, pero es agradable, porque afuera, el sol está en lo más alto; calentando las calles. Pensaba que cuando creciera, serían estos momenros tan sencillos los que recordaría con cariño.
Hiroto Kira aparece, lleva su pijama y el cabello desordenado. Parece un niño recién levantado. Se acerca a Midorikawa, lo abraza y besa con cariño, Shirou Fubuki está demasiado absorto como para sentirse celoso. El pelirrojo se acerca a él, le desordena el cabello y le besa en la frente. Sigue inmerso en sus pensamientos. En sus emociones. Es un sentimiento agradable, pero no quiere sentirse de esa manera porque no sabe cómo reaccionar. Siente una mano cálida posarse sobre la suya. ¿En qué momento su amante se ha sentado a su lado?
–¿Te pasa algo?– pregunta sonriendo.
Él titubea.
–No... Bueno.– Tampoco sabe qué decir o cómo sentirse. –Estoy feliz.
Hiroto Kira sonríe aún más y le acarica el dorso de la mano con su pulgar. –Eso es bueno.
Cuando Midorikawa termina, ellos rompen ese pequeño y superficial contacto que mantienen mano a mano. El desayuno frente a sus ojos, es agradable y despierta el estómago de ambos. Dan gracias por la comida y disfrutan mientras charlan. Es el moreno quien lleva las riendas de la conversación. Es él quien decide y quien lanza las preguntas. Los otros dos presentes sólo ríen y por debajo de la mesa, Fubuki desliza su mano hasta enganchar su meñique con el de Hiroto.
"Será nuestro secreto. Lo prometo.”
–Me voy a trabajar. No hagan nada raro.– dijo, antes de marcharse, agitando una mano.
El silencio que dejó luego de marcharse era sobrecogedor. No se habían percatado de lo significativo que resultaba su presencia y sus voz llenando la sala que, de pronto, se había vuelto aún más grande. Lentamentebse giró para encontrarse con su compañero, quien también parecía estar cavilando entre sus pensamientos.
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Nuestro secreto en verano.
FanfictionHiroto solía preguntarse sin tendría permitido mirarlo de esa manera. ¿Podría estar mal, cuando él es tan agradable de mirar? Shirou Fubuki huele a limón y sueños. Él sabe a jugo de manzana y durazno. Él comenzó a significar todo. Pero Shirou Fubuki...