CEPEDA
Cuando llaman a la puerta miro el reloj extrañado. ¿Esperaba a alguien? ¿Quién sabe? Si desde ayer tengo el móvil apagado. No me he atrevido a encenderlo. Tras la ducha, me metí en la cama y no me he levantado desde entonces.
-Hola. -dice cuando abro la puerta.
Vuelvo a mirar el reloj. No son ni las diez de la mañana. ¿Qué hace en Madrid tan temprano? Y, ¿qué hace aquí? Ayer, antes de todo el lío, me comentó que no llegaría hasta después de comer.
- ¿Puedo pasar?
Me separo de la puerta, como afirmación a su pregunta. No tengo palabras ahora mismo. Debería vestirme, pienso, voy sin camiseta y con unos pantalones de pijama bastante viejos, que ni siquiera me llevé a la Academia por vergüenza de que pudieran verse por la tele.
Aitana me mira con esa carita que pone siempre que quiere pedir perdón. Esa cara que hace que yo le perdone cualquier cosa.
- ¿No me vas a saludar?
Abro los brazos, volviendo a evitar las palabras para contestar. Los actos siempre son más representativos. Se tira hacia mí, pasando sus brazos por mi espalda, y por instinto beso su cabeza, como tantas otras veces desde que nos conocemos.
Recuerdo la primera vez que la vi, pensé que no podía haber nada en el mundo más bonito que ella, pero la escuché cantar y descubrí que me equivocaba: su voz, su forma de llenar la sala con un micrófono y una sonrisa tímida era mucho más increíble aún. Lo que esta chica consigue, lo consiguen pocos en el mundo.
-Tenía miedo de que me cerraras la puerta.
- ¿Cómo sabías dónde vivo? -le pregunto, separándome de ella. El último contacto que tuvimos, en el coche, se parece poco a este. Todo se ha vuelto más frío.
-Tuve que llamar a Roi porque no me cogías el teléfono, le pregunté y me pasó la dirección.
-Pensaba que no llegabas hasta esta tarde. ¿Quieres algo? ¿Has desayunado?
Ella niega con la cabeza, por lo que le indico que me siga hasta la cocina, lo cual no tiene pérdida en estos escasos 25 metros cuadrados. Le enseño la cafetera y ella asiente. Joder, me ruge el estómago.
-En cuanto vi la noticia en Twitter le dije a mi padre que me trajera, tenía que hablar contigo. Supuse que habrías apagado el móvil. Era eso o que habías bloqueado mis llamadas...
Qué bien me conoce. En estos meses hemos llegado a conocer no solo fortalezas e inseguridades, sino pequeños hábitos o detalles del otro. Por no hablar de que ha hecho a su padre venir hasta Madrid simplemente para plantarse en mi casa a las 9:37h.
-No me tienes que dar explicaciones. -y es la verdad.
-No, no tengo. Quiero.
Le sirvo el café y el pan que acaba de salir de la tostadora. Pregunto si quiere aceite o mantequilla, pero le aviso que no tengo mermelada. Cuando vuelvo a mirarla, me quiere decir sin palabras que no esquive el tema principal, pero coge el aceite de mis manos.
- ¿Tienes miel?
Y así, cuando ya todo está listo para que desayunemos, suspira, da un sorbo a su café y comienza a hablar.
-La noticia que salió la semana pasada era verdad. -comienza- Vicente puso esas historias porque habíamos roto. Porque hemos roto. -aclara de nuevo- ¿Recuerdas que Marta me habló? Era para preguntarme sobre el tema. Jo, Luis, debería habértelo dicho en el momento. Pero estaba tan emocionada, ¡estabas en mi portal! ¡Viniste a verme, y...! -rompe a llorar.
Joder, Aitana, esto es juego sucio. Muy sucio.
La atraigo hacia mí, volviendo a abrazarla. Espero que vuelva a tener fuerzas para seguir.
-Estuvimos muy bien, Luis. Y te juro que yo en lo último que pensaba era en Vicente. Pensé en decírtelo, pero siempre me decías que mejor cara a cara, que el móvil nos confundía. ¡Por eso he venido! Tengo que aclararte lo de esas fotos.
-Te escucho.
-Fui a verle. Me escribió diciendo que tenía que hablar conmigo y fui. Hablamos sobre sus historias de Instagram, él mismo me había pedido que no lo hiciera público, por ahora. No quería los focos sobre él.
No suena al chico que describen las redes.
-Por eso le pregunté que por qué lo había hecho. Me dijo que, por un momento, se le había olvidado todo, y solo pensó en eso, no sé. No digo que le creyera, pero es lo que me dijo. Lo borró después.
- ¿Por qué os besasteis?
No me gusta mi tono, e intento suavizarlo con una media sonrisa. He sonado muy brusco y no sé hasta donde el habernos besado una noche me da derecho a plantearle cosas.
-Me pidió volver. -reconoce. Aprieto los dientes y espero atento que continúe. -Le dije que no, claro. Pero nos dimos un abrazo y me besó. Luis, fue de despedida, te lo prometo. No fue otra cosa. Le dije adiós y me fui sabiendo que solo quería estar contigo. -dice mirándome a los ojos.
Intento recapacitar todo lo que ha dicho. Si fue así, no debería enfadarme. Entiendo que tras una relación necesiten una despedida. Prefiero eso que a Aitana llorando por haber discutido con Vicente. Y, obviamente, no puedo esquivar el comentario del final, donde dice que quiere estar conmigo.
Pero una idea se me pasa por la cabeza.
- ¿Cómo es que Vicente te besó justo cuando el paparazzi pasaba por ahí?
Aitana parece no entender a qué me refiero, hasta que una bombillita aparece encima de ella y comienza a negar con la cabeza.
-No, no, no. Ni de coña, Luis. ¡Él no ha sido!
-Es mucha casualidad, Aiti. Si dices que solo fue un beso, es mucha casualidad que...
-Claro que fue solo un beso. ¿Estás dudando de eso? -pregunta, levantándose.
-Joder, claro que no. Lo que digo es que es muy oportuno que te llame, que quedéis y que esa misma tarde las fotos estén a disposición de todo el mundo.
Aitana se para en seco, reflexionando. Y yo, aunque estoy completamente seguro de lo que estoy diciendo, y creo que tengo mis motivos, me arrepiento de habérselo dicho. No debería. Ella le quiere, y yo no debería meterme en medio de esa relación de amistad que dice tener.
-Él no ha sido. Estoy segura.
-De acuerdo.
- ¡No me digas de acuerdo si no estás de acuerdo!
-A ver, pequeña, ven- le tiendo la mano-solo digo que es casualidad... Pero si tú confías en él, yo confío en ti.
- ¿Todo aclarado? -asiento- ¿Me puedes besar ya?
Sonríe, sonrío, y la atraigo hacia mí tirando de su brazo. Claro que puedo besarla ya. Y más si me lo pide así. Puede pedirme lo que quiera que, joder, lo haré.
Acaricio su rostro, ella cierra los ojos y sonríe de nuevo. Junto su frente con la mía y le susurro lo mucho que la he echado de menos antes de empezar a besarla con suavidad.
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Por aquí dejo el capítulo de hoy, aunque no sé cuándo podré subir el próximo :S Intentaré sacar huecos en el bus, la biblio, etc., aunque sea un poquillo al día y luego poder subir un capítulo en condiciones.
Por cierto, en el anterior no dije nada, pero gracias por los votos y comentarios :)
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PROCURO OLVIDARTE
FanfictionCepeda está fuera de la Academia de OT. Aitana sigue dentro, pero no puede llorar, porque si Mónica Naranjo no lloró en México, sola, con una mano delante y otra detrás, ella no llorará, porque nadie ha muerto. No ha muerto nadie, pero sí algo. En...