CAPÍTULO 45

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AITANA

Las luces se han apagado, el público se ha marchado, pero nosotros seguimos sobre el escenario. Sin palabras. No decimos absolutamente nada. Aunque hay tantas cosas que me gustaría preguntarle, tanto que querría saber.

Para empezar ¿qué hace aquí?

-Ha sido impresionante. -dice él, rompiendo el hielo.

-Gracias. Estaba muy nerviosa.

-No se ha notado.

Sé que miente. Puede que sea verdad que el público no lo ha notado, pero sin lugar a duda, él sí lo ha hecho. Me conoce demasiado bien.

Estar aquí, a su lado, después de tanto tiempo parece irreal. Parece un sueño de esos que llevo teniendo estos meses, en las pocas ocasiones en las que conseguía dormir.

La psicóloga que Mauro me recomendó me prometió que eso era normal, que mi subconsciente se tenía que habituar a la nueva realidad, y que los sueños solo eran una etapa. Conforme consiguiera conciliar más horas de sueño, eso se iría pasando.

Tenía razón. Desde que este lugar se parece cada vez más a una casa y la cama en la que duermo comienza a ser "mi cama", los sueños se han ido desvaneciendo. Aunque esto de veras parece uno de ellos.

- ¿Me abrazas? -mi tono de voz parece de niña pequeña, como cuando imitaba a Agnes, la niña de la peli de Gru, dentro de la Academia. Pero ahora no estoy imitando a nadie.

Una media sonrisa aparece en su rostro y se acerca a mí. Estamos sentados en el borde del escenario, a oscuras y totalmente solos, pero cuando me abraza, siento que estoy de nuevo donde tengo que estar.

-Te he echado de menos.

Mi corazón da un vuelco. Fácilmente podría haberlo dicho yo, pero no. Él ha sido el valiente.

No sé qué responder. A fin de cuentas, la primera en dar el paso fui yo al llamarlo por teléfono y decir que quería verle. Pero ¡qué coño! Él ha venido hasta aquí. Ha cogido un avión y ha venido al otro lado del mundo por verme a mí.

- ¿Estás bien aquí? -no nos miramos al hablar, nos es imposible compaginarlo con el abrazo. Y no quiero separarme, así que no poder cruzar nuestras miradas es un mal menor ahora mismo.

-Tengo amigos, ellos me lo hacen más fácil.

-Aitana... -sé que es su forma de hacerme hablar. Incluso sin verle, entiendo cada uno de sus tonos de voz.

-Al principio era más difícil. -reconozco- No dormía, estaba cansada todo el tiempo... Ahora estoy bien. Me estoy recuperando.

Intento obviar la parte de la psicóloga y de cómo tuve que posponer todo debido al agotamiento. El insomnio que sufrí no fue ninguna tontería, y me pasó factura durante semanas, pero realmente no me apetece hablar de eso. No cuando lo tengo conmigo después de tanto tiempo.

Me gustaría decirle que el hecho de que él esté aquí también va a ayudar, pero no sé cuánto va a durar esto.

- ¿Hasta cuándo estás aquí?

-Toda la Navidad.

- ¿Incluido el día de Reyes? -vuelvo a sonar como una niña, y él ríe de nuevo. Me frota el pelo con la mano al mismo tiempo, yo me dejo hacer.

-Incluido el día de Reyes.

Ojalá se quedara más tiempo, y ojalá fuera más valiente y me atreviera a pedírselo, pero entiendo que mi agenda no es la única ocupada. Ese fue uno de los motivos de nuestra ruptura, aunque lo entendí más tarde.

PROCURO OLVIDARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora