CAPÍTULO 36

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AITANA

El grupo de WhatsApp está que arde. Muchos comentan los orgullosos que están de que nuestro compañeros de concurso esté ahí. Ahí donde hace un año todo comenzó. Joder, donde justo hace un año estábamos ensayando esa canción que tantas veces cantamos subidos sobre un escenario.

Ninguno de mis compañeros sabe que lo nuestro acabó antes de que yo viajara a Los Ángeles para grabar mi primer videoclip. Ni siquiera Roi o Amaia. No estoy preparada, y sé que él tampoco lo ha hecho por el mismo motivo.

Decir que no estamos juntos en voz alta lo hará real, y una parte de mí sigue esperanzada y todo vuelva a su lugar.

Porque le quiero, y eso implica todo. Implica comerte el orgullo y pedir perdón.

-Hola. -dije aquel día, cuando llegué a su casa. -Vengo dispuesta a ver el último capítulo de Merlí.

Me había dado una copia de las llaves. El verano se presentaba muy intenso en Madrid, y eran varias las noches que tenía que pasar allí. ¿Para qué hacer que Universal pagara un hotel cada dos por tres teniendo mi novio una cama de matrimonio en su propia casa?

- Oye, no es por nada, pero ¿estas confianzas? Ya ni avisas cuando vas a venir...

Estaba de broma, estaba claro. Pero me mantuve firme en su juego y decidí seguirle el rollo. Acababa de salir de la ducha, y una de las toallas por las que discutimos entre coqueteos hace unas semanas envolvía su cintura. Recuerdo que tuve que obligarme a mirar hacia arriba porque en ese momento estábamos discutiendo y tendría que centrarme en su cara, y no en su cuerpo.

De nuevo, gracias, Magalí, pensé.

- Mira, chico, si no quieres que tu novia venga a tu casa, no le des las llaves.

-Mira, chica, o vienes ya a darme un beso o te quito las llaves.

-Atrévete.

Me miró irónico, y enseguida supe lo que iba a hacer. Así que fui más rápida y eché a correr por esos 25 metros cuadrados. Sin saber cómo, acabé capturada bajo su cuerpo y sobre la cama.

-Suéltame.

-Dame la llave.

-No.

-Pues dame un beso.

- ¡Eso menos! -me libré de él como pude y me levanté de la cama- ¿Dónde tienes el mando de la tele que ponga Netflix?

- ¿En serio no piensas ni darme un beso? -cuando negué con la cabeza y vi su cara de enfado, sonreí y le di un tímido beso.

Como aquel que se filtró hacía unas semanas por el concierto del Santiago Bernabéu. Breve, pero lleno de amor.

Mientras yo encendía el televisor, Luis buscaba en un cajón algo con lo que cubrirse. Sacó unos calzoncillos y un pantalón que solo utilizaba para estar por casa. Era pleno verano, y la verdad es que yo también estaba muerta de calor. Como si me hubiera leído la mente, me lanzó su camiseta básica blanca. Lo entendí al instante: ninguno de los dos teníamos más planes para ese día, yo ya había terminado todos mis compromisos esa misma mañana y él tenía el día libre después de un ajetreado mes de promoción del disco.

Me cambié en silencio, cuando la pantalla negra con las letras rojas alumbró el salón, y casi que toda la casa, desde la televisión.

-No me has contado qué te han dicho en la reunión.

-Ah, sí. -me tiré en el sofá, haciéndole un gesto para que se sentara junto a mí- ¿Te acuerdas del productor ese de Miami que estaba interesado en componer conmigo? Bueno, pues he estado hablando con él por Skype. Quiere que vaya para allá.

PROCURO OLVIDARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora