9. All you can do is watch them play.

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Alex había permanecido a una distancia razonable de la puerta de la habitación. La suficiente como para no invadir la privacidad de la conversación de dos personas. Y la suficiente como para ser invadido por el sonido de unos gemidos que enloquecerían a cualquiera y en los que reconocía con claridad la voz de Graham. A decir verdad, no era la primera vez que los oía. En ocasiones, hasta había soñado con ellos.

Ni él mismo podía explicarse qué lo detenía allí, fustigando sus oídos con los gritos de placer que otro arrancaba por él. Era irracional y lo sabía, pero no podía alejarse de Graham. Lo había amado desde sus tiempos en Goldsmiths. Fue la primera persona en la que puso sus ojos, apenas llegó a la universidad. Desde entonces, lo había amado y admirado. Todavía se reprochaba no haberle confiado sus sentimientos desde el principio. Era algo impropio de él, siempre tan seguro, tan conciente de su atractivo.

Pero ya entonces sobrevolaba el fantasma de Damon, ese animalito presumido y territorial que siempre había actuado como si Graham fuese de su propiedad. En verdad, a Alex no le importaban sus bravatas ni sus aires de macho alfa. Si algo lo detuvo entonces era el hecho de que el propio Graham actuaba como si Damon fuese su dueño.

De pronto, algo lo sacó de su letargo.

-Si no te vas a masturbar, quedarte aquí a oír esto es francamente masoquista- sentenció Dave.

Alex le sonrío. Viniendo de otra persona, hubiese sido un comentario muy vergonzoso. Pero no si provenía de Dave. Por alguna razón, ese hombre parecía saberlo todo sin que nadie tuviese que decirle nada.

-¿Qué ocurre?- insistió- ¿El dandy quiere sufrir?- dijo tomándolo del brazo, con la férrea intención de arrancarlo de allí.

-¿Cómo lo haces, Dave?

-¿Hacer qué?- preguntó mientras lo arrastraba fuera de ese sitio que ahora parecía el improvisado set de filmación de una cinta pornográfica.

-¿Cómo haces para saberlo todo? Llegué a creer seriamente que eras un vidente o algo...

Dave soltó una estentórea carcajada. Hasta Alex podía tener sus momentos cándidos.

-Los que no hablamos, observamos. Y los que observamos, sabemos.

-¿Y ese es todo el secreto?- preguntó Alex infantilmente.

-Bueno, no negaré que la forma en que se te van los ojos tras él fue un indicio importante. También el hecho de que sea casi tu único tema de conversación. Él, los tiempos de Goldsmiths...tú no eres nostálgico. Y hay más, pero no importa. Baste con decir que las personas siempre se revelan, Alex. Aunque no quieran.

El bajista estaba impresionado. Dave continuó.

-No debiste estar allí, amigo. De veras. Es agónico.

-Lo sé- dijo Alex ensimismado y serio como pocas veces podía vérsele.

-Puedes creer que...- siguió Alex para luego detenerse.

-Vamos, dilo- urgió Dave.

-Puedes creer que cuidé de él toda la noche y luego aparece Damon, después de joderle la vida paseándose con ese travesti a la que llama su novia, y de pronto él es el héroe y yo dejo de existir.

-Es injusto pero ¿qué esperabas? Graham no ha hecho el amor con nadie que no sea Damon.

Esta vez fue Alex quien lanzó la carcajada.

-Graham se ha acostado con medio mundo. No me consta que lo recuerde, claro. Pasa poco tiempo sobrio. Pero créeme lo que te digo. Lo he seguido varias veces...

Dave abrió sus ojos como platos.

-De verdad estás peor de lo que imaginaba, amigo.

-Fue sólo para asegurarme de que estuviese bien. Ya sabes, que no se meta en problemas. En el estado en que sale...Casi podría decirse que soy uno de los pocos que no se lo ha tirado.

-Y de nuevo...¿acaso eres sordo, Alex? No importa cuántos se lo han tirado. Lo que te he dicho es que no ha hecho el amor con nadie más que con Damon. ¿En verdad no conoces la diferencia?

Alex lo miró en silencio.

-Raro sería que te conviertas en héroe por cuidarlo una noche- insistió.

-Supongo que...supongo que tienes razón. Pero Dave, ¡sí lo hubieses visto! El cabrón llegó con una caja llena de juguetes. ¡Juguetes! ¿¡En qué mundo vive!? Graham no puede controlar lo que bebe, ni lo que hace, ni con quien se acuesta y él quiere arreglarlo trayendo a Paddington Bear (1). Me desquicia.

-Lo que te desquicia son los celos- sentenció Dave.

-Bueno, eso también. Pero lo que más me enfada es...saber que no tengo chance contra ese jodido cabrón que no se lo merece.

-¿Y cómo sabes que no tienes chance?- preguntó Dave con auténtica curiosidad.

-Bueno...tú mismo lo has dicho.

-Espera...yo sólo he dicho que Damon es la única persona con la que realmente ha hecho el amor, lo que es una ventaja en su favor. Pero en cuánto a ti, ¿Qué ha pasado? ¿Ya te ha rechazado?

-Bueno...no. Yo nunca le he dicho...

-¿¡Qué!?- chilló Dave incrédulo- ¿Nunca se lo has dicho? Pensaba que... ¿Ni siquiera en Goldsmiths?

-No...

-¡Joder! ¡Y qué mierda esperas! Para cuando te decidas, la ciencia habrá avanzado tanto que podrá dar a luz un hijo de Damon.

Alex rió con ganas aunque las palabras de Dave habían espoleado algo en su interior.

-Creo que debería discutir mis asuntos contigo con más frecuencia, Dave.

-Te enviaré mis honorarios la semana entrante- bromeó el otro.

-De verdad, Dave. Siempre...siempre has sabido todo.

El baterista hizo una larga pausa.

-Hay algo de ustedes tres que jamás he entendido. Me confían su dinero, me confían sus contratos y aún así me tienen por un completo estúpido- dijo mientras se alejaba. Como siempre, tenía más asuntos que atender.

-Si no fuera por él, me casaría contigo Dave- vociferó Alex.

-Vete a la mierda- sonó a lo lejos.

-Veo que no toleras ser el segundo- gritó Alex.

-¡Que te calles, idiota!

(1) Paddington Bear es un personaje de la literatura infantil británica. Se lo ha representado en cine, tv y como oso de peluche.

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