23. I know that you want me to leave.

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Advertencia: Este capítulo incluye contenido adulto. Quienes no se sientan a gusto con esta clase de material podrán suspender su lectura al inicio de la línea de puntos sin por ello perder la continuidad de la trama.

Dieron la reunión por terminada. El incómodo momento de las salutaciones había llegado. Alex se limitó a despedirse de Dave con la misma calidez que le había dedicado al llegar, agregando.

-Disculpa...si algo se salió de las manos.

Dave respondió con una sonrisa. "Si sólo supieras hasta donde se ha ido de las manos", pensó.

Luego se volvió hacia Damon, al que dedicó una seca mirada a modo de despedida. Con un discreto movimiento de cabeza, le indicó que echara un vistazo a sus cosas que yacían junto a la chimenea.

Graham, todavía muy turbado aunque intentase disimularlo, se esforzaba por salir de allí sin intercambiar palabra con ninguno de los presentes. Pero Damon se interpuso en su camino.

-Hasta pronto, Graham.

Y lo besó en el mentón, justo bajo el labio inferior. En el sitio exacto del golpe.

-Lo siento, Gra.- susurró en un tono audible sólo por ellos- Me perdí por completo.

Alex observó como Graham, a la manera de los niños enfurruñados, se limpiaba el beso con la manga de su sweater. Pero sus ojos no pudieron evitar volverse vidriosos. Ni cerrarse con anhelo cuando Damon le dio la espalda.

Cuando todos salieron, Damon se aproximó al sitio que Alex señaló furtivamente antes de partir. En la cima de sus pertenencias, halló una nota. La abrió y pudo distinguir la caligrafía de Alex dando vida a un mensaje breve pero elocuente. "Si vuelves a tocarle un pelo, te juro que te haré tragar los dientes". Por un momento, hasta Damon llegó a creer que el violento incidente podría pasar desapercibido. "Después de todo parece que Alex no era tan estúpido", pensó.

Ya afuera, Graham subió al auto junto a Alex. La farsa del taxi no tenía sentido. El embarazoso silencio reinante fue quebrado por una fulminante pregunta.

-¿Vas a decírmelo, Graham?

-¿Decir qué?

-Que te golpeó. Que Damon te golpeó.

-No, yo estaba mareado y...- insistía.

-Graham, ¿no crees que es demasiado pronto para comenzar a mentirnos con tanto descaro?

Graham permaneció en silencio.

-Debí esclarecerlo en el momento- prosiguió Alex- No lo hice porque ni entonces ni ahora comprendo cuáles son tus motivos para callar. ¿Te humillaba la situación y querías ponerle punto final? ¿O deseabas protegerlo a él?

-Quería protegerte a ti. No quería que pelearas con él ni que salieras lastimado.

Alex soltó una risita sarcástica y Graham preguntó.

-¿No crees que es demasiado pronto para que hayas dejado de creerme? Hace tiempo te advertí que cosas como estas pasarían.

Era cierto, Alex recordaba los días primigenios en que Graham temía estar en su casa y atraer hacia allí a Damon con alguna de sus escenas. Aún así, no quiso dejar de mencionar otro detalle que lo inquietaba.

-No es cuestión de tiempo, Graham. Recién estabas a punto de llorar luego de que te besara. De hecho, lo estás ahora mismo.

-No fue su beso...me lo quité- dijo infantilmente, como si eso fuese posible- fue toda la situación.

El viaje continuó en silencio y ya en casa, la cena transcurrió del mismo modo. Alex se sentía decepcionado. Los resultados de ese primer encuentro le demostraban que la sombra de Damon continuaba cerniéndose sobre ellos.

Sin decir palabra, se fue a la cama. Nunca se habían ido a dormir en medio de un desacuerdo. Nunca lo había dejado solo en la sala.

Graham no demoró en acostarse a su lado.

-Alex...¿Duermes?- dijo abrazando su espalda.

-No- no resistió darle la espalda por mucho tiempo y se volteó.

-¿Estás enfadado?

-¿Tengo motivos para estarlo?

-No lo sé...tal vez tengas tus motivos...aunque yo no pueda verlos.

-No me amas Graham y ese no es motivo para estar enfadado. No es culpa de nadie.

Graham lo abrazó.

-¡Pero yo te quiero, Alex!

-Eso lo sé. Dije que no me amas...como a él. Y tal vez nunca lo hagas, sin importar lo que suceda entre nosotros.

Alex se deshizo de su abrazo y lo miró de lleno.

-No nos engañemos...casi lloras por un simple beso y unas disculpas después de meses sin verlo. Y con un golpe de por medio...Y te ruego que no tengas la osadía de decir que llorabas de ira e impotencia por lo que acababa de suceder.

-Alex...hay cosas que tú no entiendes. Fueron muchos...muchísimos años...casi desde la infancia. Y fue...el primero.

No hubo respuesta.

-No estaría aquí contigo si no te quisiera, Alex. Si...si prefiriese estar en otro sitio. ¿Por qué no puedes creerme? ¿Alguna vez te he engañado?

Ahora fue Alex quien lo estrechó, acomodándose sobre él.

-Más tarde o más temprano- dijo alternando besos sobre su rostro- haré que me ames.

Se suponía que ese era el momento en que debía escuchar "yo ya te amo". Pero tal y como temía, esas palabras nunca llegaron. Sólo sintió las manos de Graham vagando por su espalda y su voz suave, casi excusándose.

-Quiero hacerte feliz, Alex. Tanto como tú a mí.

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Alex comenzó a tocarlo con las mismas ansias de siempre. Graham quería reparar todo lo sucedido lo más rápido posible y separó sus piernas de par en par. Alex se ocupaba de deshacerse de la ropa de ambos con su acostumbrada habilidad.

Lo preparó con cierto descuido...o eso le pareció a Graham. Entró en él bruscamente, haciendo que soltara un quejido. La segunda embestida fue francamente dolorosa y Graham no pudo ahogar un grito. Miró a Alex con sus grandes ojos muy abiertos, la expresión entre suplicante y asustada. La suprema pericia de Alex para complacerlo parecía haberse esfumado.

Su compañero contempló por un momento su rostro temeroso. Suspiró y con la misma brusquedad de antes, salió de él. La retirada también le resultó extrañamente dolorosa.

-Uno no debería hacer esto cuando está frustrado...- reflexionó Alex- Lo siento. Iré al baño a terminar con esto.

Antes que se incorporase, Graham lo tomó de las mejillas.

-Eso puedo hacerlo yo- ofreció con una sonrisa.

-Graham...no tienes que hacerme feliz. No tienes que agradecerme nada. Ya no. No debería ser una cuestión de gratitud. No existe una deuda de felicidad que tengas que saldar, si eso es lo que te inquieta.

Graham vio el vacío en sus ojos antes que dejara la cama en dirección al baño.

La honestidad de Alex era mucha y a veces algo brutal pero no era suficiente para lo que acababa de oír. Devolverle la felicidad que él le daba...como una deuda a saldar. "Fui un imbécil", se dijo.

Pasaron unos minutos y Alex salió del baño. Se acostó a su lado. No había reproche alguno en su mirada. Nunca lo hubo, de hecho.

Graham volteó para quedar sobre él. Acarició su cabello. Le pareció que el borde de sus ojos estaba algo enrojecido.

-En este momento...-murmuró- no estaría en ningún otro sitio que no fuese aquí, contigo Alex.


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