Enamorado de la novata ~JungKook & Tú~

Capítulo 6

Narra ___

— ¡Desperté!

Entró Taehyung corriendo.

—¿Qué haces despierta tan temprano?

Volteé a ver el reloj.
«6:39 am»

—Tengo que ir al hospital. Me toca cuidar de Jackson — sonreí.

—Cuidate.

Salió de la habitación, siendo sincera, me sorprende que este despierta a estás horas y, por lo que vi, a Tae también le sorprendió.

Me metí a la ducha. Deje que el agua artificial me tranquilizara, ¿De qué? No lo sé, pero deje que lo hiciera.

Me puse unos Jeans negros, blusa rosa y tenis rosas. Tomé una manzana y salí camino al hospital.

Iba un poco distraída, veía como todos salían apresurados de sus hogares, digo, yo igual. Jeon necesita descansar un poco, bueno, necesita descansar mucho.

—¡Ay! — grité junto con alguien más.

—¡Lo siento! — grité, bueno, me disculpé.

—No te preocupes, fue mi culpa, iba distraída — sonrió la chica, cuyo nombre no sé.

—¿Cuál es tú nombre?

— Soy Anaid. — sonrió. — ¿Cuál es tú nombre?

—Soy ___. Un gusto Anaid, ¿No eres de aquí? De dónde vienes.

—Vengo de Estados Unidos. Oye, no es por ser grosera, pero ¿No llevabas prisa?

—Cierto, gracias Anaid.

Reanude mi camino hacia el hospital, pero, ver a la chica ahí, me obligó a regresar.

—¿Vas a algún lugar?

— Al hospital — respondió rápidamente.

—¡Voy para allá! Vamos juntas.

—Si.

Caminamos por mucho tiempo, según ella, ya que estaba cansada.

Cuando llegamos a recepción, le dije que tendría que abandonarla, porque necesitaba ir con un amigo.

Llegué al cuarto, antes de entrar, vi la hora.

«¡Tarde! ¡No puede ser!»

Entré a la habitación, lista para recibir el sermón de mi mayor. « que ridículo sonó eso».

Vi a Jungkook dormido, al igual que Jackson. Se supone que lo cuidaría, no que sería su compañero de sueño, si es que existe eso.

—Jungkook, despierta — susurré, sin éxito alguno. — ¡Vamos, despierta!

—No.

—¡Tienes que ir a casa a descansar!— nada—¡Jeon! — grité.

En un movimiento que hice por levantarlo y él por no querer levantarse, caí arriba de él.

—¿Qué? — dijo cuando sintió mi peso. Abrió los ojos, tanto que creí que se saldrían de su lugar.— ¡Levántate!

Hice lo que pido. Sé que estoy igual o peor que él, digo, siento la sangre subir e instalarse en mis mejillas. Esto no debió pasar, fue un error.

—¡Lo siento! — dije y me incliné.

Él no sabía qué hacer, y vaya que es el inteligente de los dos.

—Que no se vuelva a repetir. Cuídalo, no queremos que le pasé algo malo. Regresaré a las siete u ocho.

—Si.