Capítulo 9

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Cuando Hope llegó a la cocina, Derek, Avery y Elyse ya se encontraban allí. Su mirada se posó en primer lugar en el muchacho de ojos azules, que permanecía sentado en un taburete frente a una taza de café. Tenía el pelo mojado y el flequillo le caía sobre los ojos, en los que en aquel momento se podía apreciar el ligero toque verdoso que tanto adoraba. Éste la recibió con su característica amplia sonrisa.

–¡Buenos días Hope! –saludó Avery con entusiasmo y una sonrisa torcida que en cualquier otro momento, sin Creadores, Savantes, y aquella extraña atracción que había comenzado a sentir por Derek, le habría parecido cautivadora.

–¿Café? –preguntó Elyse posando su mano en la cafetera.
Hope asintió, sabía que necesitaba una amplia dosis de cafeína para aguantar el día.

–Hoy Derek y Elyse irán a reunir toda la información que puedan acerca de tu habilidad –comenzó a hablar Avery a Hope.

Un pinchazo de decepción recorrió su cuerpo, le desagradaba la idea de que Derek pasase el día entero junto a aquella preciosa chica a solas.

–Así que seré yo quien te ayude con la proyección, probablemente no sea tan buen profesor como Elyse, pero tal vez pueda aportar algo nuevo –continuó hablando sonriente.

El pinchazo de decepción se suavizó ante la nueva información que Avery había aportado. Aunque la compañía del chico la intimidaba por su espectacular atractivo, su forma de ser le agradaba, ya que su alegría y entusiasmo resultaban contagiosos.

Terminaron el desayuno tranquilamente y se dirigieron a la sala que habían decidido utilizar para los entrenamientos. Esas cuatro paredes serían todo lo que Hope vería prácticamente el resto del día y la idea de ello le dejaba los ánimos por los suelos.

–Hope, vamos. Si vas a empezar el entrenamiento de morros no vas a conseguir proyectarte –dijo Avery al ver la actitud de la chica. Sin embargo, aquella reprimenda no parecía del todo seria. Realmente, Avery nunca parecía hablar en serio.

–Lo sé, lo siento. Prometo que seré buena –sonrió ésta y se llevó las manos a la cintura–. Maestro, comience a ilustrarme con sus conocimientos.

–Bueno... bien, sí, eso –Avery no sabía como comenzar la lección y el nerviosismo que sentía se podía ver claramente reflejado en sus palabras y gestos–. El primer paso es la relajación. Tienes que conseguir abstraer todo de tu mente y dejarla en blanco. En la anterior sesión no tuviste éxito con esta tarea porque te encontrabas muy nerviosa, por lo que me dijo Elyse.

–Un mal día lo tiene cualquiera, ¿no es así? –Hope frunció el ceño al recordar el desastre del día anterior. Tenía que conseguir los objetivos como fuese.

–Por supuesto. Hoy será diferente –rió Avery, infundiendo una dosis de confianza en la muchacha.

La sesión de entrenamiento con Avery era mucho más tranquila de lo que fue con Elyse, y consecuentemente Hope se sentía más abierta a los ejercicios de relajación que le estaba enseñando. Consistió en distintas posturas de yoga, seguido de pilates e incluso carreras. La idea de Avery era agotarla físicamente, de manera que su mente se relajase también. El esfuerzo físico se intercalaba con pequeños intentos de conseguir la proyección, fallidos en su totalidad. Las horas pasaron tan rápido que Hope se sorprendió al ver que pronto dieron las siete de la tarde y no se sentía cansada en absoluto pese a que el descanso para comer había durado escasamente veinte minutos.

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