Capítulo 12

1K 89 22
                                    



El regreso de Zachary era inesperado, pero profundamente anhelado por Ker. Las cartas que intercambiaban durante su ausencia eran un tenue hilo que los mantenía unidos, pero nada podía reemplazar el calor de un abrazo, la complicidad de una mirada compartida. La conexión entre ellos era profunda y especial. Ker encontraba en Zachary un refugio donde podía dejar de lado la carga de ser la líder y simplemente ser ella misma. Zachary, a su vez, admiraba la fuerza y determinación de su hermana, y la consideraba su igual en todos los sentidos.

Zachary Heinrich, el mayor de los hermanos, era un hombre imponente, con una presencia que dominaba el espacio. Su cabello negro azabache, corto y perfectamente arreglado, enmarcaba un rostro curtido por el sol y el mar. Sus ojos, de un azul profundo como el océano que amaba, reflejaban la intensidad de su espíritu aventurero. Una sonrisa perfecta adornaba sus labios, capaz de deslumbrar a cualquiera que la contemplara.

A pesar de su atractivo y popularidad entre las féminas, su corazón solo albergaba un único amor: el mar. Y como General de la guardia costera imperial, dedicaba gran parte de su vida a surcar las olas, surcando los confines del océano.

Zachary Heinrich, el primogénito de la familia, ostentaba el derecho de nacimiento para comandar el Ejército Escarlata. Su linaje y su temple guerrero lo convertían en el candidato ideal para asumir el liderazgo. Sin embargo, el destino tenía otros planes para él. Zachary, un hombre de espíritu libre e indomable, no podía concebir su vida atado a las responsabilidades del mando. El mar, su verdadero amor, lo llamaba con fuerza irresistible, sus olas susurrándole promesas de aventura y libertad.

La idea de renunciar a su pasión por el mar para dirigir el ejército lo atormentaba. La perspectiva de una vida encerrada en cuarteles y batallas le resultaba asfixiante. Su corazón anhelaba surcar los océanos, sentir el viento en su rostro y la sal marina en su piel. Zachary no podía negar su esencia, ni traicionar a su verdadero yo.

Atormentado por esta disyuntiva interna, Zachary tomó una decisión que desafiaría las tradiciones y expectativas familiares: renunció a su derecho de nacimiento, cediendo el liderazgo a su hermana menor, Ker. Este acto de desprendimiento, lejos de ser una muestra de debilidad, reflejaba la profunda convicción de Zachary y su compromiso con su verdadera pasión: el mar.

Andrik, el patriarca de la familia, un hombre sabio y justo, lejos de reprochar la decisión de su hijo, la acogió con comprensión y respeto. Siempre había inculcado en sus hijos la importancia de la libertad y de seguir sus propios sueños. La valentía de Zachary lo llenó de orgullo, reafirmando su admiración por el joven.

—¿Por qué no me avisaste que volvías a casa? —preguntó Ker dándole un leve golpe en el brazo—. Yo misma te hubiese ido a recibirte al puerto.

—Quería sorprenderte —su sonrisa se esfumo y paso a un gesto de preocupación—. Me han informado que fuiste envenenada en batalla. ¿Cómo estas ahora?

—Estoy bien, sabes que me recupero de inmediato.

—No le creas —intervino Andrik—. No ha descansado lo suficiente, pasa los días encerrada en el ministerio o acompañando al Emperador.

—Padre ¿Desde cuando eres tan comunicativo? —inquirió Ker casi en un susurro—. Hay mucho trabajo que hacer, y obvio que descanso. Pero padre solo quiere que yo me la pase encerrada en mi habitación y no lo hare.

—Debes dejar de ser tan testaruda —pidió Zachary con una sonrisa—. Entremos, debemos de hablar algo muy serio.

Las pesadas puertas de roble se abrieron con un crujido solemne, dando paso a tres figuras que entraban a la imponente mansión. La luz tenue de las velas proyectaba sombras alargadas que bailaban por las paredes tapizadas de terciopelo carmesí.

KER© (DIOSES & REYES I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora