Capítulo 11

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40 días habían transcurrido desde la partida del Antiguo Emperador, y el luto imperial se acercaba a su fin. Daven, el nuevo soberano, se hallaba inmerso en asuntos de la corte. Una auditoría exhaustiva se llevaba a cabo en todos los ministerios, buscando cualquier indicio de desvío de fondos o corrupción. Decenas de cabezas ya habían rodado, y muchos más aguardaban su ejecución.

La reforma de la corte era una prioridad para Daven. Necesitaba rodearse de personas de confianza, con ideas frescas que beneficiaran al pueblo. Por ello, en secreto visitaba las distintas escuelas del imperio. Su objetivo era limitar el poder de la nobleza y otorgárselo al pueblo, a aquellos que mejor conocían las necesidades del reino.

Estas visitas clandestinas resultaron fructíferas. Daven descubrió talentos excepcionales que compartían su visión. Ker, la leal General, siempre lo acompañaba en estas misiones, no por obligación, sino por admiración y orgullo. Ella veía en Daven un líder comprometido con el bienestar de su pueblo, y anhelaba pasar el resto de sus días a su lado, contribuyendo juntos a la prosperidad del imperio.

—Quiero crear un ministerio de educación—, proclamó Daven con firmeza. La sorpresa se reflejó en el rostro de Andrik.

—¿Un ministerio de educación, Majestad?

—Sí, Andrik —reiteró Daven con determinación—. Mi anhelo es que todos en este reino tengan acceso a una buena educación. No solo la nobleza, sino también el pueblo llano. Las escuelas de calidad y los mejores libros no deben ser un privilegio, sino un derecho fundamental.

—Desde mi punto de vista, Majestad, es una idea noble y necesaria —confesó con sinceridad—. Pero también debo ser honesto: será una propuesta controvertida. La nobleza no estará de acuerdo.

—Lo sé, Andrik —respondió con astucia—. Y esa controversia será aún mayor cuando se enteren de que también permitiré a las mujeres estudiar leyes, administración y, en un futuro, incluso optar por puestos en los ministerios.

—¿Mujeres en puestos de poder, Majestad? —cuestionó asombrado—. ¡Eso sería algo inaudito!

—Precisamente —exclamó Daven con entusiasmo—. No sé porque se asombra, recuerde que su hija es ministra de guerra y defensa.

—Y recuerde todo lo que ha tenido que aguantar, no ha renunciado porque disfruta de crear histeria entre la nobleza —comentó y Daven sonrió—. Al igual que usted, con todo respeto.

—Es hora de romper con las viejas tradiciones y abrir las puertas del conocimiento y la oportunidad a todos los ciudadanos de nuestro imperio, sin distinción de género o clase social.




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Ker se encontraba en el Ministerio de Defensa, rodeado de una pila de informes que debía redactar sobre las comunicaciones de Lev acerca de la ciudad de Deryan. Afortunadamente, la situación allí parecía mejorar y el menor de los Heinrich regresaría a casa pronto. Esto aliviaba a Ker, pues habían superado una gran crisis. Sin embargo, también era consciente de que la calma era temporal. Los rebeldes habían desaparecido por completo, sin realizar ningún movimiento que llamara la atención del imperio.

La tensión llenaba la habitación. Ker repasó los informes, buscando cualquier indicio que pudiera revelar el paradero o las intenciones de los rebeldes. La falta de actividad era inquietante. ¿Estaban planeando algo grande? ¿O simplemente se habían escondido, esperando el momento oportuno para atacar?

KER© (DIOSES & REYES I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora