Frustraciones

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Bajé las escaleras haciendo sonar cada paso adrede, me dirigí a la sala que solíamos usar como lugar de encuentro, y tratando de controlarme mire a la luna, intentando organizar mis pensamientos. Pronto sentí la presencia de todos mis compañeros en la habitación.

-¿qué está pasando?-preguntó con curiosidad juguetona, aunque medida, William, sentado en un sofá individual. Sentí a Ela indicándole que guardara silencio con la mirada, ella se encontraba parada cerca mio, su mirada de fijó en mi nuca.

Yo dudé qué palabras utilizar, todos aguardaron expectantes a que explicara. El único sonido era producido por las hojas de los árboles siendo mecidas por la brisa nocturna. 

-Rose- su nombre salió como un suspiro de mis labios, y mis nudillos se crisparon por medio de la presión empleada en mis manos, clavé mis uñas en mis palmas abriendo heridas y desperdiciando sangre, menos no podía importarme sentir las calidez rojiza escurrirse entre mis dedos rígidos para caer al suelo manchando la alfombra. 

De nuevo silencio, era... ensordecedor. Solo aumentaba mi tensión, mi ira, mi frustración.

-¿Dónde está?-exigí saber, como si alguno de ellos pudiera darme una respuesta.

Sentí sus miradas confusas clavarse en mi, que en en ningún momento voltee mi mirada del ventanal, siempre observando la luna.

-¿a qué se refiere?-finalmente Ela fue la primera en atreverse a preguntar.

-no lo entiendo, ella está en su cuarto, puedo sentirla desde aquí, igual que todos, usted la llevó allí hace unos minutos, ¿no viene de ello?- explicó lo irrazonable de mi pregunta William, quién por primera vez parecía abandonar el tono simpático, aunque no del todo.

-¿seguro que está allí?- pregunté con la voz cargada de ira contenida, casi sonó como una venenosa amenaza.

Sentí como agudizaban sus sentidos un segundo, en donde parecieron concentrarse al máximo.

-¡No es ella!- dijo Alex alertándose primero del vil truco barato, y alertando al resto en una exclamación susurrada que denotaba su sorpresa, y su mirada se tornó preocupada a su novio, quién correspondió al igual que todos los demás, que entendieron lo complejo de la situación, hace pocas horas terminaron la fiesta y todos los invitados se habían ido para cuando traje a Rose conmigo de regreso a la mansión, sabía que mi Abuelo tenía vigilado a "ese hombre" así que él no pudo hacerlo, debió usar a alguien más, pero ¿cómo es que está esa falsa presencia en la casa? ¿cómo se la llevó tan rápido sin que lo notara pese a estar a su lado? ¿cómo es que nadie sintió una presencia extraña en la mansión? Estaba furico, y a cada momento mi ira aumentaba más.

-¿crees que él...-empezó a formular Ela cuando la interrumpí con la respuesta.

-es obvio que fue uno de sus sirvientes, lo que no entiendo es como hizo para que ella se esfumara así, no hay rastro, y su presencia no se modificó de forma significativa, es todo muy sutil, muy planeado.

-¿qué piensa hacer?- consultó Patric, sentado junto a mi hermana Luna quién parecía ser la más preocupada de todos.

-conociéndolo como lo conozco, sé que la única manera es llegar a un acuerdo, iré a hablar con él. 

Todos me observaron sorprendidos. Ela se tensó. 

-Entiendo que la iglesia que nos protege, le provee a la chica y por tanto es deber cuidar de su persona, pero esto no fue nuestra culpa, esto es demasiado arriesgado, un acuerdo es un precio muy alto, la perdida es lamentable pero estoy segura que la iglesia lo entendería si explica...- Ela estaba ofendida, pese a su tono pausado y monótono, siempre guardando el respeto, se dejaba ver en sus palabras su estado emocional. Aun sabiendo que ella tenía razón, no estaba dispuesto a escuchar, si ella se sentía ofendida, yo estaba ardiendo en la cólera.

-¡NO PEDÍ OPINIÓN, ELA!- perdí un poco el control ante sus palabras y deje entrever un poco mis emociones, para que entiendan que no iba a cambiar el parecer, voltee finalmente para verlos de frente, fijando mi vista en Ela, con los ojos inyectados en rubí líquido brillando en la oscura habitación como el fuego en el infierno, Ela quedo paralizada un momento antes de musitar un "perdón" apenas audible, pero que su mirada de encargó de gritar, ante el miedo provocado por la presión que ejercí en ella disparando su miedo, no deben olvidar que pese a mi gentileza sigo siendo el último heredero de Isabella, y por lo tanto, mi linaje brinda a mi sangre el poder que ejerce sobre los linajes inferiores. 

Abandoné la habitación a paso humano, llegué a la puerta y me dirigí al auto, ya que no podía abandonar los terrenos por mis propios medios, debía respetar mi trato con la iglesia, dí las coordenadas en Latín, estaba comenzando a aclarar, pronto el sol comenzaría a asomar en el horizonte, sería un largo viaje, pero cerca de la media noche debería llegar a mi destino, un gran castillo en escocia, en medio de la nada, rodeado de montañas, bosques y acantilados, se encontraba la antigua residencia Luna Escarlata o Luna de Sangre, una construcción antigua, e imponente, de colores intensos y oscuros, elegante, repleta de lujos pero sin dejar de ser tenebrosa, la ultima vez que estuve aquí, mi madre había sido condenada a morir en la hoguera esa misma noche. De solo recordar eso sentí asco, dolor, y mi vista se torno roja, intenté mantener el control sobre mi, y mis ojos retornaron nuevamente a su color, debía concentrarme en Rose, no importa el precio, ella es lo único que importa ahora.

Prisionera (#2 Saga: Mariposa nocturna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora