Rose
Desperté un tanto desorientada, no sé en qué momento me dormí pero al abrir los ojos me encontré en la misma posición, aferrada al pecho de Dimitri. Me quedé inmóvil y aguante la respiración sin darme cuenta.
-¿Despertaste?
¿Debía responder?
Un poco torpe y un tanto avergonzada, asentí levemente con la cabeza sin moverme aún.
-Debes comer algo, ¿tienes hambre? aún no has comido nada sólido, pero según Montgomery deberíamos esperar hasta que te acostumbres a alimentos más suaves.
Volví a asentir sin moverme, entonces él me tomó por los hombros e intentó ver mi rostro. Contrario a como habría actuado antes, lo dejé hacer, no evité su mirada, ni me moví de manera alguna. Me sentía tiesa, y sin voluntad de ningún tipo. Como una muñeca. Muerta.
Aún sin mirarlo directamente a la cara, pues mis ojos seguían fijos en su pecho frente a mi, pude notar su angustia y preocupación, el hecho de que alguien estuviera preocupado por mi me brindaba un tremendo consuelo, aun si esa persona era él.
-Rose...- suspiró, se escuchó derrotado así que pareció cambiar a ultimo momento lo que sea que fuera a decirme.-Ven, vamos a comer.
Aun tensa, sentí ganas de llorar, y sin poder detenerlo las lágrimas empezaron a fluir otra vez. Comer, ¿cómo es que la simple mención de algo tan básico, tan común, tan necesario, me provocara tanta angustia? Dicen que nadie conoce realmente el valor de aquello que posee hasta que lo pierde, y yo descubrí el verdadero valor de la comida luego de verme completamente privada de esta. Comer, se me hacía un sueño inalcanzable, y él lo dijo con tanta naturalidad, ¿cuántas veces sentí mi estómago rugir y devorarse a sí mismo? ¿cuántas veces anhele una simple sopa, un budín, unas galletitas, o incluso un poco de agua limpia? Me sentía débil y miserable.
Sin decir nada, me guió como si sus brazos fueran cordeles y yo la marioneta. Me sentó en la cocina, donde nunca había estado, abrió una heladera que no sabía que existía y puso frente a mi un tazón con una bocha generosa de helado de vainilla. Mi favorito.
Las lágrimas se hicieron más gruesas, y la angustia se me hizo algo inexpresable, mordí mi labio en un intento de contener los sollozos pero no había forma. Sentí como mi rostro se descompuso y lleve ambas manos a mi rostro intentando ocultar mi dolor del mundo.
-Rose...
Sin mirar, solo pude sentir sus brazos sujetarme en un abrazo que aún viniendo de un vampiro, se sintió sumamente cálido. Pasó un rato hasta que logré controlar mi respiración lo suficiente para tranquilizarme, solo entonces Dimitri, quién se encontraba acariciando mi cabeza, se apartó levemente retirando un mechón de cabello que se había adherido a mi sudorosa frente. Debía ser una vista espantosa, pero el brillo en sus ojos no expuso ningún tipo de desagrado o repulsión. Le brindó mucha paz a mi alma atormentada.
-Come.
Su voz no fue demandante, y tal vez fue ello lo que me impulsó a hacerle caso. Obedeciendo a su petición tomé la cuchara y la hundí en el postre, la llené un poco del blanquesino dulzor frente a mi y la dirigí a mis labios.
-El profesor dijo que el helado ayudaría, si quieres más te conseguiré tanto como quieras, así que come cuanto gustes. Necesitas recuperar fuerzas.
Asentí y me llevé el cremoso helado a la boca. En cuanto el dulzor tocó mi lengua las lágrimas volvieron a deslizarse, estaba rico. Sonreí un poco dejando que las lágrimas se deslizaran libremente sin hacer nada por detenerlas, solo me dediqué a comer y disfrutarlo hasta estar llena. Comí hasta que el plato estuvo vacío con la sola compañía de Dimitri quién sonreía al verme comer en silencio.
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Prisionera (#2 Saga: Mariposa nocturna)
VampirosMe encuentro en un lugar humedo, frío y aspero... ¿donde está Dimitri? ¿Donde estoy yo? y ¿quién es ese hombre que me mantiene cautiva? Segunda entrega de la saga: Mariposa nocturna. Primer libro: Silencio absoluto - Link: https://www.wattpad.com/st...