No te vayas

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Estaba jadeando, sudaba pero tenía frío, no resistiría mucho, ya no sabía si había pasado una semana, un mes o un año, tampoco importaba ya, estaba muriendo.

Lo sabía, no sé como expresarlo, pero lo sabía.

Despertaba ocasionalmente con espasmos, no sentía la pierna en lo absoluto, no sentía ninguna parte del cuerpo en realidad a excepción de cuando dolía. A veces el dolor era tan fuerte que gritaba hasta que la garganta ya no resistía y entonces me desmayaba, estaba muriendo.

Entre mis sueños cargados de incertidumbre había breves atisbos, cada vez más breves, de conciencia. Aún así cada adormecer sabía que podía ser el último.

Mi estómago arañaba mis entrañas en busca de alimento, pero ya no importaba. Ya no importaba el dolor, el cansancio o la agonía, tampoco la incertidumbre. Me rindo.

Ya no quiero despertar, ya no.

Déjame ir, déjame morir...

-TAMPOCO ESTÁ AQUÍ...

Escuché a lo lejos. Entre mis borrozyos y confusos pensamientos reconocí la voz de un humano, parecían siglos desde la última vez que escuché a otro ser vivo hablar.

Intenté afinar el oído, pero no oí nada, mi pulso se hizo levemente más fuerte hasta que un pitido sonó en mi oído medio hundido en el agua, debió llover recientemente. Juntando todo el valor que pude, valiendome de solo mi voluntad de vivir, intenté incorporarme. Mi cuerpo se retorcía y contorcionaba por el dolor de exigirle moverse luego de tanto tiempo y en estas condiciones. Me sentía rota, cansada y adolorida, pero, escuché a un humano hablar, parecían buscar a alguien ¿y si me buscaban a mi? ¿y si notaron mi ausencia? ¿mi abuelo? ¿la iglesia? ¿Dimitri?

Dimitri...

Esos ojos borravino, quiero verlos una vez más.

Jadeando del dolor por la sobreexigencia a mi despedazado cuerpo gatee hasta el muro y me apoye en él... intenté gritar pero nada salió. La garganta seca y no tenía aire suficiente en los pulmones, ni siquiera podía llorar como tal aunque las lágrimas se derramaban de pura frustración. Jadeaba mucho y todo dolía, mi cabeza palpitaba. Pero no me quiero rendir, no ahora, no.

-Debemos seguir.

Escuché pasos más cerca, no era un grito lejano, alguien pasaba por aquí.

-po... po... fa-vor....  ayu~....

La voz salía debil, sin aliento, agitada y desafinada, chillona y raspoza, mis pulmones silvaban.

-Sí, vamos.

Las voces... se alejaban.

No...

-A... Aquí. No... por.......... fa~ vo...or.- Gimoteaba de la desesperación pero no lograba hacer salir un solo sonido. Se estaban yendo.

No....

No...

No te vayas...

Mi voluntad se perdió junto con las esperanzas de salir de aquí. Me deslicé por el muro y caí, todo se puso negro y pensé que eso era todo... quisiera verlo... una vez más...

Intenté evocar su recuerdo pero ya no podía pensar bien, no podía permanecer consciente, me desvanecía...

No.

No me dejes.

No tu también.

No te vayas...

Prisionera (#2 Saga: Mariposa nocturna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora