Sueño... o ¿pesadilla?

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Como todas las mañanas, me despierto a las 6am para ir al trabajo, una oficina en Miraflores; comienzo la rutina de mi lunes: darme un duchazo, encender la cafetera, tomar mi café y tostadas, darle un beso a mi novio y salir prácticamente volando del depa del piso 7.
Saco el seguro del casco negro que compré ayer, sabría que me haría ver algo masculino, pero a la vez, me encantaba el color oscuro noche, me lo coloco en la cabeza, enciendo mi moto y salgo por toda la Benavides Street directo hacia el edificio azul frente al parque Obama.
Era el primer semáforo en rojo, pero hoy había algo que me inquietaba, algo que en un habitual lunes ni siquiera debía pensar, un sueño! ¿pero se sintió tan real? ¿Por qué había sentido tal punzada en el corazón al verlo en mis sueños? Y lo que más me preocupaba ¿por qué aún seguía medio acalorada pensando en él?

Hacía casi más de 10 años que él desapareció de mi vida, siempre sería recordado como un gran amor, el primero, pero ahora ya había encontrado en Carlos todo lo que siempre soñé : un chico que siempre reconoce en mi lo bueno, además de divertido y muy responsable, cosas que agradecía demasiado en mi vida, la constante en él, al final hizo que decidiera por él y me aventurara a mudarme a su departamento hace dos años.
Carlos era mi soporte, mi todo, ya que mi familia ni la de él jamás estuvieron de acuerdo en que viviéramos juntos. Pero hoy, luego de tanto, no comprendo como solo un sueño tan ridículo podría dejarme pensando tanto, podría revolver emociones que pensaba enterradas, que sensación para más extraña la de esta mañana.
Mientras cavilaba en mis propios pensamientos, la luz ya había cambiado y seguía parada, cosa que los demás conductores no tomaron con agrado, y me lanzaron los claxon más fuertes que jamás había escuchado. Aceleré y seguí la ruta, esa que de lunes a sábado era un ritual matutino y ya me la sabía de memoria.

Llegué a la oficina 15 minutos antes para acomodar los papeles del escritorio que el día anterior no habían sido revisados, fue entonces cuando el celular vibró, pienso que es un mensaje de buenos días de Carlos, como todos los días, me deseaba que tuviera un buen día en la oficina, pero al deslizar la pantalla me di con la enorme sorpresa de que era él : una solicitud de seguimiento en Instagram de @joharms; un escalofrío me recorrió de pies a cabeza.
Lo que estaba frente a mis ojos ¿era cierto? ¿Simple coincidencia de la vida?
¿Era posible de que justamente hoy pudiera haberse recordado de mi, o simplemente era seguir a alguien por seguir? Nunca me había parecido tan tedioso ni tan relevante el hecho de un nuevo seguidor pero ¿porque tenía que haber sido él? Y porque justamente hoy!

Danielle me sacó de mis enredos con un abrazo por detrás, "¡Feliz primer aniversario!, hoy cumples un año con nosotras, y estoy agradecida por haberte conocido, querida" me dijo. Lágrimas rodaban por mis mejillas, me había tomado mucho llegar hasta donde estaba, y el hecho de que mi jefa reconociera mi buen desempeño y administración me hacía sentir muy orgullosa. Le agradecí muy emocionada y para terminar, ella me dio unos pases para un restaurante y me dijo que me podía tomar el día libre, si, libre al fin dije! Y salí más que presurosa con destino a mi casa.
En estos años había aprendido que no necesitaba de fiestas ni de alcohol para sentirme bien, había crecido, ya no era la misma chica que estudiaba en la universidad y juergueaba, que solo pensaba en divertirse. Por ejemplo, mi idea de hoy era cocinar una sopa de pollo con fideos, encender la tv y ver Netflix,«Yo antes de ti» estaba entre las primeras opciones, o tal vez hasta me daría el tiempo de releer mi libro favorito, todo sonaba estupendo. Carlos ya se habría ido a trabajar así que la casa era mía solo para mi.

Mientras manejaba, volvió a mí el tema de @joharms, ¿le hablaría al chat privado? ¿Le contaría lo que pasó hoy, que soñé con él? Primero, lo primero, debía asegurarme de que era él, que era la misma persona que conocí, aunque suene utópico aun creía que el seguiría teniendo la misma complexión de hace diez años, los mismos cachetes y la misma sonrisa pícara de la última vez que lo vi, empecé a fantasear con el chico de mis sueños, ese que apareció con su uniforme de colegio y su chompa mordida en lado derecho de su manga que siempre le reclamé que dejara en paz, pero aun así, él, era él. Tendría que llegar rápidamente a casa para poder verificar si era él, revisar su perfil, historias destacadas, estado civil, profesión, trabajo, estudio, familia, etc. estaba segura de que Felicity de Arrow se quedaría corta en comparación a mi al stalkear personas a través de las redes sociales, si en algo era experta, pues era en eso.
Llegué al séptimo piso casi sin tomar descanso en las escaleras, agitada y con el cabello revuelto, coloqué mi llave y giré, entré y puse mi casaca en el perchero, entré de frente al cuarto por mi laptop, y me enfrasqué en la tarea de buscar quien era ahora el hombre a quien amé hace mucho tiempo atrás.

Creo que una parte de mí, se quedó en MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora