Nuevo Año, Nueva Vida... ¿Al fin?

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Primero y antes que todo, quiero pedir disculpas por haberme ausentado tanto tiempo y pues, haber dejado la historia así, a medias... Han pasado muchas cosas y la verdad no es excusa nunca, pero supongo que las cosas suceden por algo y para bien... Ahora si, a lo que vinieron, Cap nuevo!! Espero que os guste!
Ahhh... Gracias a cada personita que me instó a seguir con esto! Tienen mi corazón!

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Y pues, los días transcurrieron sin más. Si dijera que ahora mismo no pienso en él, mentiría. Casi cada segundo que pasa, cada cosa cotidiana que sucede, me hace recordarlo. Sus ojos café, su estúpida sonrisa de lado, su único hoyuelo que se forma del lado derecho, sus brazos en los que siempre me sentía segura, su abdomen no tan definido pero mío finalmente. Todo él era mío. Todo él fue mío...

Ya iba a ser casi medio día, pero la casa estaba muerta. Nos habíamos acostado, literal, hoy a las 3 o 4am... no logro recordarlo bien, pasando la noche-madrugada, hablando y contándonos todo de todo un poco y la verdad es que había extrañado mucho a Liz. Esta mujer me iba a sacar de órbita, nunca se sabía cuando iba a llegar, y por ende, tampoco cuando se iba a ir. Aunque  llegados a este punto, realmente a mi no me molestaba tener tan llena mi casa, llena de revoltosos, claro, pero al final llena de bulla y de vida, aunque no quisiera admitirlo. Supongo que al igual que yo ella también había estado huyendo de nuestra loca familia, pero definitivamente ella lo había hecho con éxito, hasta había logrado tener dos hijos hermosos, sin que "ellos" lo sospecharan siquiera.
Los días pasaban, supongo, Joselyn estaría apuntando hasta el mínimo detalle para informar a Daniel y Rossana, pero por el momento estaba bien sobornada por nosotras (Liz y yo) para que no dijera nada. Hasta le dimos vacaciones unos días, para que estuviera a gusto, obvio, también lejos de nosotras y tener más privacidad. Mi hermana no había cambiado nada, era mi cómplice de siempre, con mucha más experiencia si, pero con el mismo y arriesgado corazón de toda la vida. Los chicos ya se sentían un poco enjaulados en casa, supongo que mi departamento no era precisamente para niños pequeños, así que Liz estaba un poco preocupada, ella no quería salir mucho porque podrían estar rondando nuestros padres, hablábamos un poco mientras los pequeños se reñían una partida de monopolio.

—Mami? —dijo Keyla
—Dime nena—respondió Liz sonriendo
—¿Cuándo iremos con papá? —
—Mmm.... —ella se puso de todos los colores posibles e hizo un intento por no sofocarse, mientras yo la miraba incrédula.
—A mi cuarto, ahora—le ordené sin darle tregua
—Yo, te lo iba.... —caminaba cabizbaja
—Te lo iba... nadaaaaa Liz...

Cuando llegamos a mi cuarto, ella rompió a llorar. Definitivamente había sido una mala idea, yo no sabía que es lo que se debía hacer frente a una persona que llora... Acaso, ¿darle comida? ¿Abrazarlo? ¿Acariciarlo con una ramita? ¡Qué se yoooooo! ¿En qué me había metido?
La miré y mi corazón se quebró y solo pude hacer lo que mis sentimientos dictaban, abrazarla, eso sí que se sentía correcto. A pesar de no verla muy seguido, tenía mi alma con ella, era mi sangre y habíamos pasado tantas cosas juntas. Realmente necesitaba ayudarla y saber que era lo que le estaba sucediendo a la hermana mía.

Una hora más tarde, Liz había terminado su catarsis, su esposo se encontraba "en coma" y su pronóstico no era el más favorable; ella no había tenido la valentía de decirle nada a los niños, es más, ella también había decidido darse un tiempo para procesar todo esto mientras sus suegros y cuñados cuidaban de él, muy muy lejos de aquí, claro. Al final ambas entendimos que por ahora, sólo nos teníamos la una a la otra. Díganme sentimental o lo que sea, pero rompí a llorar con mi hermana y también le conté todo respecto a Carlos y el hijo perdido, y mi ex compañera embarazada, y yo y mi bebé...  Realmente fue liberador...
Cuando ambas terminamos de abrazarnos y reconfortarnos, los niños vinieron a darnos un gran abrazo. ¡Diooooos, cuánto extrañaría a estos pequeñajos!

Faltaban unas cuantas horas para que al fin comience un nuevo año, si, al fin. Al fin también ya estaba andando solo con una muleta, lo que era más cómodo, me encontraba mirando el horizonte desde el balcón, bueno, en realidad miraba edificios y edificios. Pero era esa vista de esas que te hacen reflexionar y te hacen pensar en tu futuro, vamos! eso es lo que hacemos cada año nuevo, ¿cierto?
Los pequeños ya estaban muy cansados, así que los acostamos, diciéndoles que los veríamos hasta el próximo año, a lo que ellos sonrieron y asientieron rápidamente.
—¡Listillos! —les dije
—También te queremos, tía Deia—dijeron al unísono.

Liz y yo terminamos buscando algo que ver en la TV, no me molestaba con tal de que fuera Elemental, NCIS o cualquiera que sea algo relacionada a casos policiales, pero ella debía elegir Los juegos del Hambre... Esa franquicia y yo, ya habíamos hecho las pases hace tiempo, era la película favorita de... ¡Carlos!
Así, di por arruinada mi última noche del año, pero no le dije nada a Liz, hice palomitas de maíz y las compartí en silencio mientras mi mente ya estaba bien lejos de ahí, recordando la primera vez que la vi, y como ahora tenía en mi estantería cada libro de esa trilogía.

Mañana, mañana todo ya será diferente— me dije.

Estaba enyesada, caminando lentamente apoyada en mi muleta, como no podía ser de otra manera debía de ordenar mi espacio, si, a pesar de que no estaba en condiciones, era terca. No me permitiría un día más con todas esas fotos de Carlos y mías por los pasillos. ¡¡Era 1 de enero!! ¡Por Diooooos! Era hora, el mundo estaba a mi favor y obviooooo, debía de hacer nuevos planes, en unos días ya volvería a la oficina y debía afrontar la vida real de nuevo.

Me pasé la mañana quitando cosas, tirando cuadros, decorando paredes, quitando papel tapiz... metiendo ropas y zapatos (obvio, no míos, más bien de Carlos) en bolsas de basura, sip, fue muy muy productiva la mañana. Felizmente que no desperté a nadie, ¡felizmente que los chicos y mi hermana tenían el sueño pesado!
Tenía todo listo en bolsas negras, cuando el timbre sonó.

—Voooooy —dije
—Okay—dijeron al otro lado de la puerta

Esa voz... ¿Esa voz?
Oh noooo... No, no y no... Me resistía a creer que se aparecería de ese modo, ya había pasado casi un mes y yo no había tenido ningún tipo de noticias sobre él, ya ni lo quería aquí. No, no de nuevo...

—Al menos ya tenía todas sus cosas listas— y sonreí, mientras veía todas sus cosas regadas en bolsas por toda la sala.

Creo que una parte de mí, se quedó en MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora