Tiempos desesperados

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Me dijeron que debía quedarme más días, aparte de haber perdido a un bebé, también tenía múltiples fracturas y contusiones, además, la llegada de Rossana y Daniel había alborotado el gallinero y todo el mundo, incluyendo enfermeras y doctores revoloteaban alrededor de mi, haciéndome hasta el examen más inútil que no necesitaba. Di por sentado que debía hacer caso a todas las especificaciones y bueno, en realidad con toda la medicación encima, ni podía decidir sobre mi, por esta vez, ellos ganaban... Lo dejaría así.

Aun no podía comer y me moría de ganas de atragantarme con un pollito a la brasa, no volví a ver a Kristell en lo que restaba del día, y por mi estaba bien, no quería tener que lidiar con ella, porque tal vez ella también sabría sumar 2 + 2 y podría sacar ella misma sus propias conclusiones.

El horario de visita aún era a las 4pm, así que tendría que esperar un poco más por las chicas, o eso es lo que me dijo Rossana, que no dejó que ingresará ningún arreglo ni globos para mi. Pregunté por mi teléfono, pero dijeron que no llevaba uno cuando me encontraron, así que supuse que no había sido prioridad mi estúpido celular, pero bah... estaba más desconectada, a pesar de que parecía mucho tiempo, según me dijeron, solo habían pasado 48 horas y algo más... y yo tan desesperada, angustiada, me sentía encerrada, impotente, mientras los minutos pasaban lentos en el reloj de pared.

Kathy y Lady fueron las primeras en cruzar la pequeña puertecita, con sus grandes globos y flores, me iban diciendo en sus diferentes tonos de voces, que me extrañaban y que la oficina era un caos sin mi, que debía volver pronto, mientras reíamos y ellas soltaban palabras sin parar, alguien más cruzó la puerta y un silencio sepulcral se apoderó de toda la habitación. Era, mi madre, Rossana, quien venía con el médico y le decía a mis compañeras que se retiraran.

-Rossana, no puedes hacer esto, aún tengo mi horario de visitas. ¡Al menos eso déjame!-dije drásticamente
-Esto no está en discusión, ¡queremos una segunda o tercera o tal vez cuarta opinión, pero tiene que ser ahora!-respondió ella
-Esto no se va a quedar así, Rossana. Todo lo haces por molestarme, ya me estoy cansando.
-¿Por qué siempre crees que todo gira en torno a ti, querida? Harta me tienes con tu egoísmo, con tus niñerías y tonterías. Yo solo quiero lo mejor para ti, siempre ha sido así... -y salió corriendo de la habitación.

Creo que me sentí un poco mal, pero más que todo porque tenía público y yo jamás había discutido ni con una mosca. Intenté explicarles a las chicas, pero pude ver en su cara el horror de haber conocido a mi verdadero yo, ese horrible y egoísta yo que se había instalado en mi ser desde que ellos dos habían vuelto. Seguimos hablando de temas triviales y cosas vanas, pero nada se volvió a sentir de la misma manera y tal vez luego de eso, ellas me verían con otros ojos.

Cuando ellas se fueron, se despidieron de mi, con enormes suspiros y dejando promesas de que volverían al día siguiente, aunque no lo creía así, pero les agradecí por su visita, me habían refrescado un poco de todo lo que sucedía afuera y sobretodo, había alejado mis pensamiento de Rossana y de Daniel. Mi menta divagaba nuevamente entre las palabras dichas y las que se quedaron en el aire, tal vez había sido "too much", tal vez esta vez me había excedido, pero ya regresaría ella y podríamos aclararlo juntas. O al menos eso creía.

Kristell entró sigilosamente y revisaba mis signos vitales, obviamente yo intentaba parecer dormida y apacible, pero creo que no funcionaba, mi respiración era fuerte y no lograba coger el ritmo apropiado, en un momento comencé a toser y no pude seguir aparentando, y ella me dijo, no tienes que preocuparte, todo estará bien... No sabía si reír o llorar, si contarle lo que suponía, o dejarlo todo para después, pero las coincidencias martillaban incesantemente en mi cabeza y no las podía ignorar.
Me quedé mirando al techo como una niña pequeña, sin decir una palabra, mientras ella se fue y yo seguía meditando, pensando en como cambiaría todo lo que yo creía a partir de ese momento.

La noche se hacía más oscura aún y cuando mis párpados ya se sentían pesados, la puerta rechinó bruscamente...

Creo que una parte de mí, se quedó en MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora