Un martes común y silvestre... O eso creí

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Martes, 6am, Lima "la gris".
Un nuevo día comenzó y llueve a cántaros, tuve que buscar el paraguas que estaba refundido en mi armario y mi impermeable marrón con capucha, lo encontré al fin y salí del departamento.

Tocaba tomar el metro, ya que Carlos no me dejaba salir en moto cuando llovía, era la única cosa que osaba prohibirme, este hombre solo tenía una restricción y era ésta, aunque a veces sentía que se preocupaba demasiado por mi, pero a la vez él podía ser tan tierno, era todo lo que cualquier mujer podría desear y más.

Mientras hacía la gran cola para tomar el metro, me puse los audífonos en los oídos, Spotify me acompañó está vez con una mezcla aleatoria de las canciones que más oía, la primera que sonó fue "Perfect" de mi británico favorito: Ed Sheeran, era una cosa tan sublime que me perdí y sumergí por completo en las notas, ritmo y melodía rápidamente.

Llegué a la oficina pero todo seguía desordenado, y la idea de tener una nueva asistente ya no me parecía tan descabellada. A ordenar todo de una vez, me dije y encendí la radio para animar un poco el ambiente. En la oficina nos dejaban tener plantas y hasta a veces llevar mascotas, la psicóloga organizacional se había encargado de eso y esa una de las razones por las que aún trabajaba aquí, el ambiente tranquilo y el espacio que me daban, la autonomía para tomar mis propias decisiones. Todo eso sumado a la calidad de personas con las que trabajaba, era perfecto. Había logrado equilibrar todo, estaba en el punto exacto en que trabajo, dinero, salud y amor me sonreían, lo había logrado de la mano de Carlos ¡lo habíamos logrado!

Cavilaba en mis propios pensamientos limpiando, arreglando y regando. El trabajo para hoy, no era demasiado, ya habíamos pasado lo peor las semanas pasadas y ahora podíamos y merecíamos darnos el respectivo respiro. Ya en un par de meses volveríamos al caos, pero por ahora todo eran papeleos rutinarios y eso me ponía aún más de buen humor.
Para cuando termine ya casi era la hora de almuerzo, tendría que bajar al comedor ya que no me había preparado nada y Carlos, más preocupado en que no saliera en moto, ni había hecho el almuerzo, en fin, tocaba bajar a socializar un poco.

Un mensajito de Carlos apareció en la pantalla de mi celular mientras bajaba las escaleras, y decía "Princesa, ¿que tal tu día? - acompañado de muchos emojis de corazones de colores, morí de ternura y cuando estaba colocando mi clave para responderle, volvió a vibrar, pero esta vez era el Instagram, que me recordaba que aún no había aceptado la solicitud de @joharms, estuve a punto de soltar el celular pero reaccioné rápido y volví a colocar el patrón. En mi barra de tareas había 2 opciones: devolverle el SMS a mi novio o verificar la identidad de @joharms. Ni lo pensé más, ya estaba revisando, pero solo me apareció su descripción : Madrid❤️ Peruano🇵🇪 Mi familia es primero / Esperando a mi bebé.

Esperen... ¿Bebé? ¿Ya? Oh por Dios! Esto iba más que en serio, pero la foto no se veía tan nítida, así que no sabía si era él o solo me estaba adelantando a los hechos, debía aceptar su solicitud y seguirlo también para poder indagar más.
Le di click a seguir y rápidamente me dejó en pendiente, la angustia me mataba pero, grande fue mi sorpresa cuando al minuto me aceptó la solicitud de seguimiento, o era muy suertuda o algo estaba sucediendo y no me daba cuenta.
Me aparecieron sus historias destacadas y publicaciones, era más de lo que quería saber pero ahí estaba, era él, definitivamente y sin duda, el chico mofletudo que había dejado años atrás ya no era él mismo, era ahora una persona que imponía y se mostraba severo. Aunque bastaba sólo unos minutos más para llegar hasta el fondo de sus publicaciones, donde se lo podía ver relajado, supongo en sus épocas de universitario, bebiendo y festejando. Pero ese era él ahora, sus últimas publicaciones eran reflexiones acerca del pasado, la soledad, la infancia y la paternidad. Ya no colgaba muchas fotos, pero tenía unas de hace un par de meses, salía sonriendo frente a una joven muy bonita, se veían tan emocionados y felices. Por un momento deseé ser yo la de la foto, tener una sonrisa impecable, verme como una princesa, pero yo estaba aquí detrás de una pantalla, lejos y a kilómetros de él y a millas de realidad.

Sentada en la mesa con los demás compañeros de piso, mientras reían y hacían bromas, mi cabeza andaba en otra, en las coincidencias, en las oportunidades, en cómo cambian las situaciones cuando uno crece. Terminé de comer tranquila y revisé nuevamente mi Instagram, yo también me veía feliz en algunas fotos con Carlos, también tenía algunas fotos con mis abuelos que ahora vivían en Sao Paulo y con mis sobrinos Keyla y Peter, ¿pasaría lo mismo con él? ¿las fotos no siempre reflejan la realidad? ¿una foto solo te muestra un instante, un segundo efímero de felicidad?

Todas estas interrogantes daban vueltas en mi cabeza mientras regresaba a la oficina. Me enfrasqué en mi papeleo y decidí dejar de pensar tanto y tanto en simples palabras y fotos.
Le texteé a Carlos que llegaría en un par de horas a casa, hoy no quería llevar trabajo a casa, tocaba quedarse en oficina hasta acabar con todo.

Karina mi compañera, se pasó por la oficina para despedirse, hoy había traído a Chester 🐶, el muy canijo se puso a saltar sobre mi regazo y a intentar morderme. Kari nos estaba grabando y se moría de risa, mientras yo decía: Tranquilo, perrito, ¡ya basta Kari! pero ella seguía burlándose y yo intentando safarme de su mascota.
Rápidamente subió el video a sus historias de Insta y me etiquetó, le dije que luego me pasara el video, ella asintió y me dejo de nuevo en mi tranquilidad y silencio.
Al ratito me llegó el video de Kari al privado, se veía tan tierno, que también decidí subirlo a mis historias, cargó y apenas terminó de cargar ¡ya tenía una visualización! Pensé que era Kari y que ya me comentaría algo burlescamente, pero no era ella, sino @joharms! Mi impresión fue tal que presioné cualquier parte de mi pantalla y creo que le di un corazón a una de sus fotos, ¡me quería morir en ese instante.! Ahora el pensaría que yo... ¿se daría cuenta que yo lo estaba stalkeando? Espera... ¿Quién stalkeaba a quien? Por Dioooooos!

Creo que una parte de mí, se quedó en MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora