Sueño pandémico

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Luego de esa semana, que fue solo de trabajo remoto y aunque la verdad no logramos acostumbrarnos del todo, volvimos a nuestra rutina de todas los días y a la oficina.

Mientras los días transcurrían iguales, tranquilos y sin novedades, a Liz se le ocurrió salir a comer crepés, dejamos a Joselyn con los chicos y nos dispusimos a tener nuestra tarde-noche de chicas, hoy debíamos de pasarla en grande, ya que habíamos logrado engatusar a la enfermera para que hiciera de niñera solo por esta noche, se lo habíamos pedido en múltiples ocasiones pero era un hueso duro de roer.

La noche estaba recién comenzando, el auto rojo pequeño de mi hermana no llamaba mucho la atención, pues ese era su propósito, el de ocultarse de nuestros padres, aunque llegado a este punto, empezaba a creer que ella había establecido algún tipo de tregua con esos dos (Rossana y Daniel).
El viento sobre mi cara al abrir una de las ventanas del auto, se sintió a libertad.

Luego de embutirme de crepés y comer como si no existiera un mañana , mientras Liz se atiborraba con milshakes de blueberries, decidimos que iríamos al cine, la verdad que siempre me despejaba el ir a la sala, entrar en ese ambiente cálido y las butacas confortables.
Pero algo que siempre hacía, siempre, siempre tenía que meterme en la piel del personaje principal, fuera él o ella, me lo creía, me la creía. Liz lo sabía bien, y por eso mismo desde que fuimos pequeñas odió ir conmigo, pero hoy era un día especial, me lo decía su sonrisa en la cara.
Había intentado sacarle algo en ese sillón de la crepería, pero me dijo que nada pasaba.
Aunque la conocía como a mi propia sombra, no podría obligarla, pero me lo tendría que decir por las buenas... O por las malas...

Pasamos horas y horas, comprando pop corn y llenando nuestros vasos con refresco una y otra vez para pasar el rato entre peli y peli. Estábamos a punto de terminar la última función de la noche, cuando el teléfono de Liz comenzó a sonar. Respondió y su cara pasó de la alegría a la exultante felicidad, su mirada ya no parecía perdida, sino más bien al fin con un rumbo fijo. La quedé mirando por un buen rato, mientras ella hablaba y se emocionaba tanto que hasta se le empezaron a formar lágrimas...

La gente insensata, en realidad, no tanto, porque estábamos en medio de una película y pues, la verdad uno no va al cine a llorar ¿O si?
Salimos tomadas de la mano mientras ella aún tenía el celular en el oído y su cara estaba brillando aún por las lágrimas, la tomé por la cintura, intentando también escuchar su conversación, aunque luego de un momento sin lograr oír nada, pensé que era algo más privado y traté de darle su espacio y le hice señas con las manos de que me iría a botar la basura. Cuando regresé la encontré sentada en uno de los cubículos con la cabeza gacha y sosteniendo fuertemente su celular con sus manos.
Me senté con delicadeza a su lado y ella al fin levantó su mirada y debajo de toda esa maraña intrincada de cabello y maquillaje, la vi.
Solo ella, su rostro angelical y su sonrisa sincera y afable, mirada esperanzadora y ojitos con un brillo descomunal. Espereeen, ¡Ojitos con brillito descomunal! Oh por Dios, aún teniéndola ya casi 3 meses en mi casa, jamás la había visto tan llena de vida como hoy. Si, estoy segura que los chicos la hacían inmensamente feliz, pero ahora la veía radiante de felicidad. Tal vez antes no se sentía completa y ahora ya la tenía todo. Comprendí entonces, al fin, de qué se trataba, lo único o el único motivo por el que ella podría estar así en este instante era su alma gemela, su esposo, Richard, a quien aun no conocía, pero ya sentía un inmenso cariño especial por aquel hombre que había hecho tan feliz a mi hermana y me había traído unos sobrinos extraordinarios.
Le dije a Liz que no tenía ni que decirlo, que ya lo había descubierto; ella sólo asintió rápidamente y al parecer no tenía palabras que describieran lo que estaba sintiendo.
Sorpresivamente me abrazó fuerte y sentí su aroma envolvente y su alma llena de positividad, no podía pedir más ella estaba feliz y tenía que estarlo por ella. Aunque luego de un momento empezaron a asaltarme las dudas, bueno, más que dudas fue la nostalgia o añoranza de un futuro junto a mi hermana y mis sobrinos qué tal vez ya no llegaría, porque seguramente Liz volvería a los brazos de su amado.
Pero de eso hablaríamos luego, ahora sólo tenía que celebrar su felicidad y acompañarla.
Decidimos que tomaríamos un taxi ya que ambas estábamos alteradas, la verdad que ella más que yo, obviamente, pero quería hacerla sentir querida y engreírla así que acordamos recoger el carro al día siguiente o mandar a Joselin y así nos libraríamos un momento de ella.
Liz aún no salía de su conmoción, seguía manteniendo la sonrisa boba en su cara pero ya se había secado las lágrimas y podía pronunciar monosílabos, definitivamente ya era todo un avance, ya que cuando la encontré por primera vez parecía muda e inmóvil...
—es como si él hubiera revivido— me dijo en algún momento mientras ya podía pronunciar oraciones completas, en realidad estábamos muy conmovidas porque realmente había sido un milagro divino.

Cuando llegué a casa, estaba tan cansada y medio confundida, que ni llegué a mi cama, el sillón de la sala se veía tan confortable... quería seguir el camino hacia mi habitación, pero mi cuerpo me decía todo lo contrario... Mi sillón me decía: "ven y abrázame" 🤭 así que no me resistí y enseguida cogí el primer cojín que se veía más blandito y me dispuse a descansar en los brazos de Morfeo...

Corría de un lado para otro, pero había mucha gente que nos impedía el paso, alguien jalaba de mi con mucha fuerza , no lograba localizar al dueño de la mano que me sujetaba, era como estar en una película con los lentes 3d y en ese momento me di cuenta de que llevaba algo sobre mi nariz y boca, mientras bajaba la mirada también noté que me sentía mucho más pesada de lo normal, y entonces lo vi, primero no parecía nada inusual, luego caí en cuenta de que oh.. tenía una gran bulto, como un globo .. pero era parte de mi cuerpo, era parte de mi... Esa era la razón por la que me sentía tan pesada... Pero como?! Que rayos pasaba y porque alguien me jalaba de una calle hacia otra como si se le fuera la vida en ello. Me tomó solo unos segundos para darme cuenta el porqué de la prisa. Las personas me miraban como si jamás hubieran visto a una embarazada y tal vez, en muchos años debido a la sobrepoblación, las mujeres ya habían dejado de procrear naturalmente.

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⏰ Última actualización: Jun 28, 2021 ⏰

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Creo que una parte de mí, se quedó en MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora