Alexis

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Cuando todo se quedó en silencio lo último que se me hubiese pasado por la mente fue lo que pasó.

Todo se quedó callado, Cloe estaba de puntillas admirando una escena que yo no alcanzaba a ver, todo el mundo se había echado las manos a la cabeza por algo que todavía no entendía. Me abrí paso entre la gente, mi instinto de cotilla se había activado y necesitaba saciar mi sed de chismes. Voy esquivando a las persona, teniendo cuidado de no pisar a nadie, al avanzar vi la escena y me quede de piedra al contemplar la, sentí decepción, decepción de que fuera él, el que había dejado a Brus en el suelo sangrando por la nariz.

Chris me dirige la mirada, una mirada profunda y enfadada, que me dice a gritos puedo explicar lo, pero no a ti, mira su alrededor con lástima pidiendo perdón a las personas de la fiesta, mira su puño herido y después a Brus, el cual ya está siendo atendido por Cristina y Marcus. No dice más, se muestra indignado y sale de la sala con furia, con una expresión seria en su rostro, no se siente orgulloso de lo que había echo pero no podía volver a atrás.

La música vuelve a sonar y las luces de colores vuelven a girar y destellar como si nada hubiese pasado, pero a pasado.

Si hubiese sido otra persona..., si hubiese sido otra ahora mismo habría echo como los demás, ignorar todo, seguir bebiendo, seguir bailando, pero yo no soy los demás y él no era otra persona.

Necesito saber dónde está, si está bien o si está mal, porque por mucho daño que me haya echo, por muy claro que me haya dejado que en su vida yo ya no existo, me sigue importando como el primer día.

Salgo de la sala decidida, intentando averiguar donde habría podido ir, me cuelo entre la muchedumbre y salgo hacía el jardín, un amplio jardín en la montaña con un lago a lo lejos y muchos árboles que dan sensación de libertad, la música resuena incluso fuera de la casa, es una de las pequeñas ventajas de vivir entre las montañas, ningún vecino cascarrabias puede llamar a la policía y eso para una fiesta es crucial.

Me parece verlo a lo lejos sentado, apoyandose en uno de los árboles frente al lago, sin hacer mucho ruido me acerco hacía él.

Seco mis manos en los pantalones y juego con ellas, se nota que estoy nerviosa pero tampoco hago por ocultarlo, me sitúo justo detrás del árbol en el que se encuentra, cierro los ojos y respiro.

—¿Chris?.— Me atrevo a pronunciar, doy un par de pasos y me hago visible para que el pueda verme.

— Ohg...— Dice sin entusiasmo.— Tu.— Da un trago a una botella de cerveza.— ¿Que haces aquí? ¿No deberías estar en la fiesta divirtiéndote con los demás?

— He venido a ver como estás.

— De puta madre ¿no me ves?— Me quedo callada mientras lo observo, tiene quitado dos botones de su camisa y la tiene arrugada , más que sentado está como si lo fuesen arrojado al árbol, en su mano tiene una botella entera de cerveza y ya va por la mitad.

Me atrevo a acercarme a el , me siento a su lado y pierdo mi mirada en el lago en el cual se refleja la luz de la luna y lo sobrecarga de misterio.

— ¿Qué ha pasado ahí dentro?

—No lo entiendes Alexis... Nunca lo entiendes, vete, vete antes de que sea tarde... dejame en paz.

— ¿Por qué debería irme?

— ¿Por qué? que ¿por qué?.— Ríe levemente y tose.—  Porque eres demasiado débil como para aguantarme. Porque te haré daño, y me das pena.

— ¿Por qué me harás daño?

— Vete.— Dice con la voz entrecortada.— ¡Vete joder!.— se pasa la mano por la frente como si le doliese.— Corre y liate con el primero que pilles, disfrútalo, dedicale esa tierna sonrisa de estúpida enamorada, porque eres estúpida.— Me mira.— ¿Lo sabías?.— Se pierde conmigo en el agua del lago, yo mientras solo lo escucho y me quedo callada, pensando que solo esta borracho.— Eres estúpida por quererme aun.— Ahora soy yo quien lo mira.

— ¿Cuánto has bebido?

— Tus cartas, Alexis, tus cartas... son magníficas por cierto.— Abro mis ojos por completo y parpadeo un par de veces, ¿acababa de decir lo que acababa de decir o es mi imaginación?

—No te quedes con esa cara pan Alexis, ¿Ves? Eres estúpida, te las cogí yo.— Se rie, un nudo se enreda en mi estómago y siento como una cascada de lágrimas aguardan a la señal en la que ya no pueda más, gira su cabeza y me mira de forma que quedamos muy cerca el uno de otro.— Te diré una cosa.— Susurra a escasos centímetros de mis labios, abre los ojos y pestañea, siento como si mi corazón se parase por un instante, contengo la respiración.

¿Qué se supone que debe pasar ahora? Toma una larga pausa, en la que mira mis labios, en la que yo puedo oler su perfume mezclado con alcohol.— Son una mierda.

Después de eso una gran carcajada salió de entre sus labios, suspiro y cierro los ojos "Tranquila, calma, solo está borracho, mantente fuerte pequeña porque eres fuerte ¿verdad?verdad"

— ¿Te has cansado ya? Vete antes de que la cruce.— ¿Antes de que la cruce? Que cruce ¿El qué? "Recuerda, esta borracho, no le hagas caso"

Me levanto con impotencia y me voy, y no a la fiesta, ya había tenido bastante por hoy. Cojo mi celular y llamo a Cloe lo antes posible.

...

Sale de la casa entre risas mientras habla con Marcus que la acompaña a la puerta.

— ¿Qué le pasa a mi chica?— Dice viniendo hacía mí.

— ¿Tanto se me nota?

— Un marciano me lo ha soplado.— Reímos, yo menos fuerte que ella.— ¿Qué ha pasado?.— Me pone una mano en el hombro y me mira con tristeza.

Nadie tenía ni la menor idea de mis cartas, siempre había sido secreto, no podía decirle lo que verdaderamente había pasado.

— Otro día te lo cuento, ahora solo quiero ir a casa.

— Vale, me toca hacer de chofer por lo que veo.

Me conduce asta "su coche" lo pongo entre comillas porque es el de su madre. Entro en el coche negro justo en el asiento del copiloto y me pongo el cinturón, Cloe arranca el coche y enciende la radio y su disco de canciones de Alan Walker sale a la luz.

El camino es tranquilo, nadie habla, las luces del coche iluminan la carretera oscura, las pequeñas farolas de las calles de la ciudad parecen pequeñas lucecitas amarillas desde aqui, mi casa no queda demasiado lejos por lo que en un cuarto de hora ya estamos en frente de ella.

— Gracias por traerme.— Digo mientras me bajo del vehículo.

— Ni darlas.— Me doy la vuelta y camino hacia la puerta.— ¡Al!, sea lo que sea eso que te ronda la mente, tranquila, lo superaras. Y si te da por desahogarte, ya sabes mi número.— Y con ello arranca y se va.

Al entrar en casa los primero que hago en esconderme en mi habitación, me tiro como si de piscina se tratase a mi cama y le doy permiso a esas lágrimas que al igual que yo no aguantaban más.

Quedo un rato ahí, boca abajo, siento la cara húmeda y he perdido la cuenta del tiempo que he estado así, un mensaje llega a mi móvil, levanto la cabeza, era Cristina, como siempre con un cotilleo que contarme, miro la pantalla luminosa de mi teléfono y siento como más lágrimas salen de mis cuencas y fluyen por mis mejillas como un río de gran cauce.

Como todo el mundo sabe las fiestas de Marcus son las idoneas para acabar liada con alguien, yo había acabado sola aquella noche, sin embargo el no. Y no me debería de doler, pero arde como si estuviese en el mismísimo infierno, como un alma que quiere escapar al cielo.

Seco mis lágrimas me levanto de la cama con la vida caída sobre mis pies y me acerco al escritorio, saco un papel, cojo un lápiz, y me pongo a escribir la ultima mierda de Alexis Pathon.

Tarde, Espero Que NuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora