A la mañana siguiente después de la fiesta de Marcus me encontraba entre los brazos equivocados, unos brazos delgados y morenos me abrazaban con fuerza, me los quito de encima haciendo que se despierte.
— Creo que me debería de ir Martha.
— Muy bien. Cuando me necesites ya sabes dónde vivo.— Me guiña su ojo derecho y juguetea con su pelo castaño.
— Emm.. si adiós.— Me levanto , cojo mis cosas esparcidas por el suelo, me visto y salgo de la casa equivocada.
...
Por un momento no sabía ni quién era, y cuando lo supe no quería serlo.
Me comporte mal, lo sé, lo hice aposta para que simplemente se alejara de mi, porque no quiero hacerle daño, le dije que se fuera porque de no haber sido así...
¿Sabéis que hay una línea muy fina del amor al odio?, iba a cruzarla y no debo. Y ahora me siento como un estúpido, por volverla hacer llorar. Cierto, solo estaba borracho, pero incluso el más borracho esta cuerdo al hablar de amor.
En mi habitación todos los pensamientos se desenvuelven y me golpean en el corazón hiriendo algo que ha simple vista no se ve, pero que duele más que una patada en el costado.
Mi teléfono suena , lo saco del bolsillo de mi pantalón y lo descuelgo.
"Llamada telefónica"
— ¿Diga?
— ¿Chris? Soy Marcus el viernes iremos a una fiesta en casa de Selene por la noche, ¿Te apuntas?
— ¿Otra fiesta? No, ya tuve bastante con la tuya.
— Tio se te fue la pinza, pero tranquilo, le puede pasar a cualquiera.
— Ya... no creo que vaya.
— Venga ya, animate, de todas maneras es en su edificio a las once, si te aburres pásate.
— Esta bien.
"Fin de la llamada"
No tenía ganas de ir, después de todo lo que había causado lo mejor es que me quedará en casa esa noche.
Cojo una de las cartas que aun conservaba en la mesita de noche y la leo, me fijo en su letra sencilla en como se desenvuelve en el folio y lo conseguido que está el mensaje, y yo, el que disfruta más leyendo las, fui el que le dijo que eran una mierda. Bravo por mí.
...
Ya es jueves, la semana ha pasado rápida, la vi extraña, más de lo normal, Alexis no era Alexis, era como si no le importara nada y siento que es mi culpa.
Durante toda la tarde no dejo de darle vueltas y al llegar la noche sobre las cuatro de la mañana presiento que no me voy a quedar dormido asi que bajo al salón, me tumbo en el sofá de cuero marrón y pongo la televisión, a éstas horas solo están las tele tiendas queriendo vender algo inservible, resoplo como si de un caballo me tratase, esto me saca de quicio.
Me levanto del sofá y me acerco a la mesita que hay bajo la televisión de color madera, abro sus puertas y en su interior hay una caja con un par de CDs, los miro con anhelo uno a uno, asta llegar a uno con un corazón rojo pintado en él. Lo introduzco en el DVD junto a la tele y le doy al play, y aparece ella, riendo como nunca.—Deja de grabarme.— Dice mientras ríe y intenta tapar la lente de la cámara. Juega con el pincel entre sus manos e intenta pringarme con la pintura azul que contiene.—¿Qué estás dibujando Picassa?— Le pregunto, ella ríe, es felíz, sus coloretes están prendidos y sus labios contienen la mejor sonrisa que alguien pueda albergar, una sonrisa perfecta y real, sobretodo real.
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Tarde, Espero Que Nunca
TeenfikceSu vida no es facil, ya no le ve rumbo, tampoco sentido, asi que decide hacer algo por la humanidad y escribe cartas a la espera de que alguien la ayude. Un dia como hoy , como cualquier otro Chris encuentra las cartas, por error , por curiosidad...