Jongin tenía una vida de mierda.
Había perdido la cuenta de las semanas, de los meses... Podía jurar que habían pasado años, quizá décadas, y la ausencia de Kyungsoo se hacía cada vez más grande.
La mañana de ese día era casi igual a la anterior... y la anterior... y la anterior a esa: abre los ojos, contempla si realmente quiere seguir con todo, toma un baño, el desayuno, se viste, y está listo para sentirse miserable; aunque los fines de semana suelen ser distintos porque al mediodía viaja a dar clases de danza en una academia cerca de Andong, así que su agenda solo se modifica un poco porque igual sigue sintiéndose miserable, pero en las mañanas. No es como si necesitara el dinero, pero tenía que distraerse con algo.
Tao y Sehun dejaron de ir a la casa grande, y él también. Sehun le reclamó muchas cosas, dijo que lo odiaba y lo patético que era antes de terminar por abandonarlo, mientras Zitao meramente lo siguió. Jongin simplemente los dejó ir, no podía retenerlos y sentía que la casa lo estaba devorando, por lo que terminó primero pasando el día en la casucha donde llevó por primera vez a Kyungsoo hasta que, a final de cuentas, se convirtió en su lugar permanente.
Vivía descuidado, sin ánimos de nada. No obstante, sus tardes las pasaba deambulando por la casa, limpiando la pequeña, aunque también la grande de vez en cuando; algunos de los hábitos de Kyungsoo se le habían pegado, y limpiar como loco era una de ellas. Se duchó tres días después de haber visto por última vez a Kyungsoo, y se rasuraba la barba solo los fines de semana, antes de ir a dar clases; comía apenas lo necesario, aunque la mayoría de su dieta consistía en comida chatarra, y si se mantenía en forma, era únicamente por su trabajo.
Día tras día, semana tras semana, su vida solo consistía en el pasar del tiempo.
Su sesión de autocompasión parece tener que esperar un poco, puesto que hoy tiene que ir a dar clases a los pequeños niños y a los adolescentes de Andong, como parte de un programa del gobierno que ofrecía clases de danza gratuita; Jongin tuvo suerte, muchos estudiantes se inscribieron ese cuatrimestre, aunque sabía que muchas niñas iban solamente por él.
Esa mañana tenía una llamada perdida de Zitao, cosa que le extrañó de sobremanera, por lo que decidió regresarle la llamada en lo que se encaminaba al pueblo. Una vez contestó, parecía haber demasiado ruido a su alrededor.
-Taozi.
-Uh, Jongin-ge. Siento molestarte, pero, ¿estarás en casa esta noche?
-Si no muero, sí -Jongin intentó bromear, pero su sentido del humor era asqueroso y ni siquiera a él le daba gracia.
-¡Yah, hyung! -escuchó a Tao reclamarle-. Necesito hablar contigo.
-¿No estamos hablando?
-En privado, en persona -aclaró el menor, y Jongin sopesó sus opciones. A pesar de que tenía programado sentirse miserable durante la noche y beber tequila para poder ver a Kyungsoo en sueños, decidió que eso era malo para su salud, por lo que algo de compañía podría serle útil para despejar su mente. Tal vez el niño podría traer a Sehun si es que ya no lo odiaba, pero probablemente eso sería una mala idea porque de seguro Sehun se burlaría de él por las recientes noticias de Kyungsoo. Repentinamente, Jongin comenzó a arrepentirse de dejar que Zitao fuera a su casa.
-Si es para decirme que Kyungsoo se va a casar, no me interesa -dijo entre dientes y con el ceño fruncido, sus manos apretaban el volante con fuerza por el coraje que le daba aquel pensamiento; días antes, cuando intentó regresar al mundo real y buscar noticias de Kyungsoo por internet, o aunque sea ver su rostro para saber qué estaba haciendo, descubrió que había un rumor del chico contrayendo matrimonio, y si antes estaba destruido, eso terminó por podrirle el pensamiento.
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Fanatismo | kaisoo
FanficRegalos lujosos, notas de amor y palabras dulces fueron lo que recibió el cantante Do Kyungsoo como preludio a su peor pesadilla. Cautivo por culpa del amor insano de un misterioso fanático, Kyungsoo pronto se ve a sí mismo envuelto en una pasión en...