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Llevo casi tres horas llamando por teléfono a personas que jamás en mi vida he visto y muy probable, nunca vaya a conocer. Estoy empezando a tener un dolor de la cabeza bastante fuerte, no solo por estar marcando desconocidos y que al principio se nieguen a darme información, también porque todavía no llevo si quiera la mitad de la lista que tengo.

—Ríndete, no es posible que llames a todas esas personas y si es así, dudo mucho que te digan acerca de la tal Lea —habla mi amigo rodando los ojos en cuanto me mira y después vuelve su vista al televisor.

Opto por no responder, no sirve de nada gastar energía en tratar de corregirlo, ya que a los minutos volverá a pronunciar el nombre mal. Lo mejor es concentrarme en seguir llamando a las personas para lograr mi objetivo.

Pongo mi dedo en el siguiente nombre que aparece en la lista y comienzo a ponerlos en el celular, rogando a quien sea que me escuche que el chico la conozca. Escucho los primeros dos pitidos, al tercero, se oye la voz con música de fondo y segundos después un silencio que permite hablarnos sin gritar.

No pasa ni si quiera tres minutos cuando cuelgo la llamada sin ninguna sonrisa. Dejo el celular en la mesa y camino hasta llegar a la sala, donde me lanzo al sillón que no está siendo ocupado por Ian. Siento su intensa mirada en mi nuca, lo que me obliga a sentarme para poder verlo fastidiado.

—¿Al fin te rendiste?

No es necesario responderle, la mueca que le hago es suficiente para que él comprenda que eso no va a ocurrir, aun no voy ni a la mitad de la enorme lista que me dio su amigo, así que la esperanza sigue bastante presente, lo único que necesito para no iniciar a perderla es ir a tomar un descanso.

Sin decir algo, me pongo de pie para ir a mi recámara y tomar una siesta, al menos por unos minutos.

Su cabellera se mueve con el viento de la noche mientras ríe una y otra vez junto conmigo. Toca mi hombro acercándose más a mí, tanto que puedo sentir su aliento a menta en mi boca, provocando que quede hipnotizado con sus enormes ojos que me miran llenos de emoción, logro dejar de verla para bajar la mirada a sus labios que solo me gritan que los atrape con los míos, son tan rosados y brillantes que en lo único que puedo pensar ahora, es en besarlos y averiguar si saben tan bien como aparentan.

Lía me toma por sorpresa cuando deja un cálido beso en mis labios para después alejarse con rapidez y acostarse en el césped observando las estrellas, sin importarle qué las personas que están en el jardín la miren con extrañeza. Debido al asombro que me causó lo que hizo, tardo un poco en reaccionar, solo que en cuanto lo hago, la sigo sin pensármelo y me acuesto en seguida de ella para admirar el estrellado cielo.

Ninguno dice algo, solo seguimos tendidos en la corta hierba fuera de la casa, con pensamientos cruzando por nuestra mente, hasta que siento como con lentitud ella mueve su mano hasta hacer que tope con la mía y la deja ahí, no la entrelaza, no hace nada, más que dejar que nuestras pieles heladas se toquen.

—¡Nolan!

Alguien grita bastante cerca de mi oído, provocando que me asuste tanto que termine sentándome espantado en la cama intentando recuperar el aliento. Giro la cabeza para verlo con odio y lo único que se me ocurre es tomar la almohada más cercana a mí y lanzársela directamente al rostro. Su carcajada se detiene y me quiere devolver el golpe, solo que logro esquivarlo.

—¿Por qué me despertaste? —pronuncio irritado de ver sido interrumpido en mi sueño, podría decirse de ese modo, aunque en realidad fue un recuerdo.

—Para decirte que iremos al cine, no hay nada interesante en la televisión y estoy muy aburrido —responde el chico huyendo de donde estaba segundos atrás al ver mi mirada de odio e intensas ganas de asesinarlo.

Vuelvo a recostarme cubriéndome el rostro con las manos, intentando pensar que más puedo hacer, aparte de solo llamar a personas, pero nada viene a mí, estoy completamente en blanco y seguir torturándome no servirá de nada.

Decido hacer lo que propuso mi amigo, tal vez ir al cine me despejará y hará que dejé de sentirme como lo hago, así que dándome ánimos y convenciéndome en que es buena opción lo que dijo, aunque lo hizo en el peor momento, decido salir de mi habitación para encontrármelo en la sala enviándose mensajes con alguien, decido quedarme atrás de él y aprovechar que no se ha dado cuenta que estoy ahí para averiguar quién es la misteriosa chica con la que habla.

—Es una amiga, no seas celoso, amor.

Suelto una carcajada al escucharlo y camino para ahora estar frente a él y mostrarle las llaves sacudiéndolas como si él fuera un perro, ocasionando que me levante el dedo medio y ruede los ojos, aun así me sigue hasta salir del departamento para ir al lugar que propuso.

¿Dónde estabas en la mañana? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora