Capítulo 11

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25 de julio, 2016

(6:00 a.m.)

Me despierto, con el cuello dolorido y me doy cuenta de que Mason y yo hemos dormido en su coche. Él está apoyado en el volante y yo estoy medio estirada en los asientos de atrás del coche. Intento encender el móvil sin quedarme ciega y veo que todavía son las 6:00 de la madrugada, así que decido dejarme dormir de nuevo, o por lo menos lo intento.

(9:30 a.m.)

Vuelvo a abrir los ojos y ahora son las 9:30 de la mañana, así que decido despertar a Mason pero al levantar la cabeza me doy cuenta de que no está en el asiento. Al mirar por la ventana, veo que está sentado en una roca mirando hacia el lago. Salgo del coche y voy hacia él.

—Buenos días mi amor. —le susurro al oído mientras le doy un abrazo por la espalda.

—Buenos días cariño. ¿Has podido dormir? —me pregunta.

—No mucho, me desperté de madrugada pero me pude volver a dejar dormir. —le respondo. —¿Llevas mucho tiempo aquí?

—Estoy aquí desde las 8:00. Te vi durmiendo tan tranquila y no te quise despertar. —dice Mason dándome un golpecito en la pierna.

—Pues deberías de haberlo hecho y podríamos haber ido a algún sitio. ¿Estás cansado?

—Un poco, pero no te quiero fastidiar tu segundo día en Sacramento.

—¿Quieres que vayamos a por un café? —le pregunto mirando hacia el reflejo del cielo en el lago.

—¿Starbucks? —dice él sonriendo.

—¿Lo dudabas? —le respondo yo, devolviéndole la sonrisa.

Fuimos al primer Starbucks que encontramos, el cual no estaba muy cerca del lago. Al entrar, Mason se pidió un café con leche, al igual que yo.
Salimos con nuestros vasos de café y nos fuimos en coche hacia el centro de la cuidad para explorarla un poco. Mason me enseñó el William Land Park y también visitamos el International World Peace Rose Gardens, porque él sabía que me encantan las flores.
Era precioso, todo nuestro alrededor estaba cubierto de flores de distintos tipos, formas y colores. Simplemente magnifico.
Mason y yo nos hicimos una foto allí y de inmediato la puse de fondo de pantalla en mi móvil.

(1:30 p.m.)

—Liss, ¿Que te parece si vamos a visitar a mis abuelos ahora?

—Estupendo, tengo muchas ganas de conocerlos. —digo yo, entusiasmada.

—Nos podremos quedar allí a dormir, si no recuerdo mal, deberían tener una habitación de sobra.

—Menos mal, no creo que pudiera pasar otra noche durmiendo en el coche. —digo yo riéndome.

—Lo mismo digo.

Al llegar a casa de los abuelos de Mason, él se peina un poco el pelo con la mano mirándose al espejo que hay en el coche antes de entrar.

—Mason, no hace falta que te peines más el pelo. Estás estupendo, como siempre. —le digo yo, apartándole su mano del pelo.

—¿Segura? Yo creo que este pelo de aquí se quita del sitio para joderme.

—Cariño, estás perfecto. —le respondo yo. —Y creo que también estás nervioso, ¿Verdad?

—Si, un poco. Bueno... en realidad estoy muy nervioso. Hace mucho tiempo que no vengo a visitar a mis abuelos.

—Vamos a entrar, seguro que les vas a encantar. —le digo yo besándole.

Salimos del coche y mientras vamos acercándonos hacia la puerta, Mason entrelaza su mano con la mía y la aprieta con fuerza. Llamamos al timbre y nos abre la puerta su abuela.

—Hola abuela, soy Mason. ¿Te acuerdas de mi?

—¡Mason, cariño mío! ¡Has crecido muchísimo! Anda, dale un abrazo a tu abuelita. —dice la abuela de Mason, dejándonos paso para entrar a su casa.
Nos sentamos en el sofá y Mason le explica todo a su abuela.

—Abuela, está es Alissa, mi novia. —le explica Mason a su abuela. —Alissa, esta es mi abuela, Margaret.

—Encantada de conocerla, su nieto me ha hablado mucho de usted. —le digo yo levantándome para darle un abrazo.

—Encantada de conocer a la preciosa novia de mi nieto. Espero que seáis muy felices chicos. —nos dice Margaret a Mason y a mí.

—Abuela, ¿Y el abuelo? —le pregunta Mason.

—Ay... mi niño... tu abuelo falleció hace 3 meses. —dice la abuela de Mason, empezando a llorar, al igual que Mason.

—No, no puede ser. —dice Mason. —Lo siento mucho abuela. —dice Mason abrazándola.

Al separarse del abrazo, me doy cuenta de que Mason también está llorando. Intenta taparse la cara y disimular que está llorando para que yo no me diera cuenta, pero al ver que no podía dejar de llorar, me acerco a él y le aparto la mano.

—Lo siento mucho, mi amor. No pasa nada, ahora está en un lugar mejor. —le digo abrazándolo con mucha fuerza.

—Has tenido mucha suerte de encontrar a una chica como Alissa que te apoye en todo. —dice la abuela de Mason, mirándonos. —Estoy muy feliz de ver que has encontrado a la chica correcta.

—Gracias abuela, te quiero mucho. —dice Mason, limpiándose las lágrimas con su mano.

Pasamos ahí todo el día, Mason explicándole a su abuela como le va en Santa Mónica y en los estudios. Al parecer tienen mucha confianza. Cuando empieza a oscurecer, Mason le pregunta a su abuela si nos podíamos quedar a dormir alli, a lo que ella no dudó en decir que si.
Nos enseñó la habitación, en la cual había unos armarios y dos camas. Cenamos en la cocina y nos quedamos un rato viendo la televisión en el salón. Su abuela se fue a dormir antes porque estaba muy cansada y nosotros nos quedamos un poco más viendo una película. Después, fuimos a la habitación donde dormiríamos y empezamos a poner nuestra ropa en el armario. Yo me puse mi pijama de Mickey Mousse y Mason sólo se puso el pantalón de su pijama, dejando al descubierto sus marcados abdominales. Cada uno nos metimos en nuestras camas, que estaban bastante separadas y nos intentamos dejar dormir. Yo me pasé media hora intentando dormir, pero por alguna razón no era capaz.

—Mason... —susurro muy bajito. —¿Puedes dormir? —le pregunto, esperando su respuesta.

—No. Y al parecer tú tampoco. —Me responde él.

—No se lo que me pasa, pero cuando cierro los ojos para dejarme dormir es como si todo el sueño que tengo se desvaneciera. —le digo yo girándome para quedarme mirando hacia donde está él.

—Me pasa lo mismo. —me responde.

—Mason... ¿Puedo dormir contigo? —le pregunto tímida.

—Llevo toda la noche esperando a que dijeras eso. —dice él riéndose.

Me levanto de mi cama y me estiro en la suya, abrazándolo por la espalda. Al pasar las manos por su barriga, mis manos rozaron sus abdominales, lo que hizo que me sonrojara un poco, es la primera vez que dormimos juntos cuando él está sin camiseta. Él pone sus manos sobre las mías y me empieza a acariciar la mano subiendo hacia mi brazo. Eso hizo que me relajara, pero de repente, Mason para y se da la vuelta, quedándose mirando hacia mi. Me da un gran abrazo y en él, pude notar de nuevo sus abdominales, incluso a través de mi camiseta.

—Liss, no sé qué haría sin ti, de verdad. No sabes todo lo que te amo. —me dice Mason mientras me abraza.

—Mason, eres el mejor. —le digo y le miro a los ojos antes de darle un beso.

Nos quedamos besándonos más tiempo de lo que antes habíamos durado en uno, pero siendo sincera, me encantó ese beso. Al separarnos Mason me da un último beso en la frente y me dice:

—Buenas noches mi amor.

—Hasta mañana amor. —le respondo yo.

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