Capítulo 10

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24 de julio, 2016

(7:30 a.m.)

Me levanto rodeada por unos brazos grandes y musculosos abrazándome. Al despertarme por completo, no me muevo casi nada, simplemente me quedo admirando la belleza de novio que he tenido la suerte de encontrar.
Su pelo moreno despeinado, sus cejas gruesas, su nariz respingona y sobretodo, sus labios carnosos y rosados. Tiene las mejillas un tanto sonrojadas, pero supongo que es porque estamos en pleno julio, en Santa Mónica y estamos durmiendo abrazados.

Intento levantarme haciendo el menor ruido posible y quitando sus brazos de mi barriga suavemente. Entro al baño y me ducho, porque anoche, al parecer, nos quedamos dormidos en mi sofá viendo la televisión.
Al entrar en el salón, con solamente una toalla tapando mi cuerpo desnudo y aún mojado, veo que Mason sigue durmiendo, así que aprovecho y subo arriba para prepararme.

Me visto con un top blanco unido con unas pocas cuerdas por la espalda, una falda vaquera y mis Converse blancas.
Bajo a desayunar y lo único que veo que contiene chocolate y mis hermanos no lo han devorado son unas galletas de chocolate, así que cojo el paquete y me como unas pocas, dejando el paquete en la mesa del salón para que cuando Mason se despierte, se coma las que quedan.

(8:15 a.m.)

Al ver que Mason no tiene intención de despertarse, decido despertarlo yo pero con mis condiciones. Cojo un vaso, lo lleno de agua helada del frigorífico y se lo echo por encima al perezoso que está durmiendo en mi sofá, despertándolo inmediatamente.

—¡AHHHH! —grita Mason, pegando un pequeño salto al despertarse. —Jodeeeeer, no hacía falta el vaso. Y por lo menos podría haber sido a temperatura ambiente. —se queja él, pasándose las manos por su pelo mojado, el cual me parece mucho más sexy cuando está así.

—Son las 8:15. ¿Quieres cancelar el plan de Sacramento? Vale, entonces voy a deshacer la maleta. —digo yo, con los brazos cruzados y dirigiéndome a las escaleras para subir a mi habitación.

—¡Ni de broma! —dice Mason abrazándome por la espalda, mojándome parte de ella al tener la mayoría al descubierto. —No te librarás tan fácil de Mason Davis cariño.

—De acuerdo, pero date prisa si quieres llegar a la hora de comer allí. Por cierto, te he dejado unas galletas ahí encima. —digo señalando hacia la mesa. —Tendrás suerte si no están mojadas. —bromeo yo.

—¿Que graciosa estás hoy no? —dice Mason sarcástico. —Que novia más bromista tengo.

—Nunca subestimes a una Brookes. —le digo yo, separándome de su abrazo.

—Lo mismo digo. No bajes la guardia porque te la voy a devolver. —me amenaza Mason, riéndose.

—Déjate de amenazas y prepárate.

—A la orden mi señora. —bromea Mason, haciéndome reír, aunque intentara estar seria.

2 horas después...

Llevábamos una hora metidos en el Toyota de Mason, pero tengo que admitir que no es que esté incómoda porque los asientos son súper cómodos. Como anoche dormí poco, me empieza a entrar sueño y me dejo dormida, apoyada en el cinturón que se cruzaba por delante de mi pecho.

California Dream.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora