Capítulo 12

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26 de julio, 2016

(10:30 a.m.)

Me levanté con un susurro a mi oído diciéndome:
—Liss, vamos cariño, despierta. —dice Mason dulcemente a la vez que me acaricia el brazo.

—Mmm... cinco minutos más... —digo yo, adormilada.

—Eso dijiste hace media hora, dormilona. ¿Quieres que recurra a tu técnica del vaso de agua helado?

—Vale vale, ya me levanto. —digo yo, levantándome de la cama. —Te odio.

—Buenos días eh. —dice él dándome la espalda.

Yo le salto encima y lo tiro a la cama de lado. Le doy un beso en su ancha espalda y me vuelvo a levantar.

—Ahora si, buenos días. —digo yo con sonrisa pícara.

—No hacía falta tirarme. —dice él todavía un poco molesto.

—Entonces, el beso no hacía falta tampoco, ¿no? —digo yo haciéndome la enfadada. —De acuerdo, ya no te daré más. ¿Contento? —digo mientras salgo de la habitación andando rápido y con los brazos cruzados sobre el pecho.
Mason me agarra del brazo suavemente y me gira, quedándome mirando hacia él, pero no hacía sus ojos, hasta que me sube la cabeza con su dedo y me dice:

—Ni se te ocurra decir eso. —dice y al terminar la frase, me da un pequeño beso en la nariz.

—Me encanta cuando haces eso.

—¿Lo que?

—Cuando me das esos besos en la nariz.

—Entonces, aquí tienes unos cuantos. —dice mientras me da unos besos en la nariz y luego en la mejilla, bajando finalmente hacia mis labios.

Antes de bajar a la cocina, decido vestirme para no ir en pijama. Cuando me empiezo a bajar los pantalones, veo de reojo que Mason está apoyado en el marco de la puerta mirándome.

—¡MASON! —le grito yo bruscamente, a lo que él se asusta un poco.

—¿Que pasa? No te voy a matar.

—Joder, ¿Sabes lo que es la intimidad?

—¿No confías en mi para que pueda verte en ropa interior? —dice Mason con cara pícara.

—Fuera. —le exijo.

—Ya estoy fuera. —dice mirando hacia sus pies y luego volviendo a mirar hacia mi, esta vez sonriendo.

—¿Quieres que te pegue con la almohada?

—Vale, me salgo. —dice él riéndose.

Cuando por fin me puedo vestir tranquila, elijo una camiseta gris de mangas cortas con los hombros al descubierto, unos pantalones vaqueros rotos blancos y mis Converse blancas, al igual que los pantalones. El pelo, simplemente decido dejármelo suelto al natural, ya que mi pelo es ondulado y hoy se ve bastante bien así.
Al bajar a la cocina veo que Mason me ha preparado un café y en un plato me ha dejado unas cuantas galletas. Él está en el sofá con su móvil, así que lo dejo allí tranquilo durante el tiempo que yo esté desayunando.
Al cabo de un rato, baja la abuela de Mason.

—Buenos días, tortolitos. —dice sonriente la abuela de Mason.

—Buenos días. —decimos los dos a la vez.

—¿Habéis dormido bien? —nos pregunta.

—Estupendamente. —le respondo yo. —Muchas gracias por dejarnos dormir aquí.

—Es lo menos que podía hacer. No os iba a dejar durmiendo en un coche durante estos días. Ni de broma.

—¡Gracias abu! —le grita Mason desde el salón.

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