Capítulo 13

461 27 4
                                    

27 de julio, 2016

(10:30 a.m.)

—Mason, vamos dormilón. Despierta cariño. —le digo a Mason acariciandole la nariz suavemente.

—¿Que hora es? —pregunta él, aún con los ojos entrecerrados por la claridad que entraba por la ventana.

—Son las 2:00 de la tarde Mason. —le miento, para que se apresurara más.

—¡¿Que?! —dice él exaltado mientras miraba la hora en su móvil. —Mentirosa. —Me dice Mason levantándose de la cama.

—¿Te has enfadado? —pregunto yo.

—No, porque sé que lo has hecho para pasar más tiempo juntos. —me responde Mason dándome un rápido beso en la mejilla.

Al terminar de desayunar, subimos a vestirnos. Mason se pone una camiseta blanca con garabatos grises, unos vaqueros y sus Vans. Yo decido ponerme una camiseta de tirantes con un estampado de líneas blancas y negras con una chaqueta vaquera ancha encima, unos shorts vaqueros para combinarlos con la chaqueta y mis Vans, al igual que Mason.
Él decide ir a comprar algo que supuestamente yo no puedo saber que es y yo voy a dar una vuelta por en centro de la ciudad. Voy andando, ya que Tyler se ha llevado su coche y llego al centro en menos de 30 minutos.
Allí entre en un centro comercial bastante grande y me pongo a ver la ropa que hay en las tiendas. Me compré unos tacones negros, ya que no tenía muchos zapatos arreglados y también me compro dos blusas de Zara. Iba caminando por el centro comercial y un chico con el pelo negro y bastante alto se me acerca.

—Hola guapa. ¿Estas sola? —me pregunta ese tal chico poniéndose delante mía.

—Hola. —le digo un tanto seca. —¿Te importa? Estoy andando y contigo delante no puedo. —le digo yo sin ninguna intención de ofender.

—Preciosa, te he hecho una pregunta. —me dice cogiéndome de la muñeca y apretándome bastante.

—¡Suéltame! —grito yo nerviosa.

—Shhh, te vas a venir conmigo un rato. —dice él cogiéndome por el brazo y sacándome del centro comercial.
Me lleva hacia un coche negro aparcado muy lejos de la entrada y me apoya sobre él.

—Vamos a divertirnos un rato. —dice ese chico.

—¡Déjame en paz! —le grito yo resistiéndome a su fuerza.

—Deja de resistirte. No lo vas a conseguir. —dice mientras me da un golpe en el culo y me empieza a bajar el tirante de la camiseta.
Yo me resistí pero no servía de nada, el chico era más fuerte que yo.
En ese momento sólo podía pensar en que Mason estaría comprándome algo muy bonito y yo estoy aquí, con este tío que no conozco de nada.
Al cabo de un segundo veo aparecer la silueta de un chico alto que yo reconocía muy bien. Yo solo quería salir de ahí y no volver nunca más. Mason coge al chico por la camiseta y le pega un puñetazo en la cara, a lo que el chico le devuelve el puñetazo pero en la mejilla.
El chico sale corriendo y Mason se acerca a mi, tapándose la mejilla con la mano.

—¡MASON! ¡¿ESTÁS BIEN?! —le grito yo mientras voy corriendo hacia él y le doy un abrazo apretándole mucho.

—Si, no te preocupes. —me responde Mason agarrándome fuerte en el abrazo. —Pero como pille a ese hijo de puta, no sale vivo.

—Menos mal que te tengo a ti... —digo yo mientras empiezo a llorar por todo lo ocurrido.

—Amor mío... —dice Mason apartándose y limpiándome las lágrimas con su pulgar. —No pasa nada, ya estas a salvo.

—Joder... —digo yo sin dejar de llorar.

—No llores más cariño, vamos al coche. —dice Mason cogiendo las bolsas que estaban tiradas en el suelo y pone uno de sus brazos sobre mis hombros.

Al llegar al coche, me siento y me tapo la cara con las manos porque no podía dejar de llorar. No puedo parar de pensar en lo que acaba de ocurrir hace unos minutos.
Mason, antes de poner en marcha el coche, me mira y retira una de las manos que cubrían mi cara para darme un beso en la mejilla, mojada por el paso de mis lágrimas sobre ella. Al mirar hacia él, me doy cuenta de que tiene un moretón que le cubría toda la mejilla izquierda y parte de la barbilla y la frente.

—Mason... t-tienes... —intento informarle yo, pero no podía terminar la frase.

Mason se mira en el espejo y se pasa un dedo por todo el moretón, después, me mira y sonríe.

—Tranquila, no es nada. —dice él, para no preocuparme.

—¿Te duele? —le pregunto yo, dejando de llorar y pasándole un dedo suavemente por la mejilla.

—Un poco, pero es soportable.

—¿Estas seguro? Parece grave.

—No te preocupes, cariño. Me hubiera dolido más que ese tío te hubiera hecho algo a ti.

En el camino, me doy cuenta cuando le da un rayo de sol en la cara a Mason de que tiene una herida en la misma mejilla donde tiene el moretón.
Al entrar en la casa de su abuela, voy hacia ella, que estaba sentada en el salón leyendo el periódico y le pregunto:

—Hola Margaret, ¿Me podría decir donde esta el botiquín? —le pregunto yo con una sonrisa mientras Mason sube a su habitación.

—Por supuesto, está en el baño. ¿Que ha pasado? —dice ella preocupada.

—Nada, un pequeño accidente. —le respondo yo para no preocuparla.

Cojo el botiquín y subo a la habitación, donde Mason está estirando en su cama mirando hacia el techo. Yo me siento a un lado de su cama y empiezo a sacar lo que necesito del botiquín para curarle la herida.

—¿Que haces? —pregunta Mason mirando el botiquín.

—No te puedo dejar ahí tan tranquilo con esa herida. —le respondo yo. —Mira hacia arriba.

—Liss, no hace falta.

—Mason, se te podría infectar la herida. —digo yo bajándole la mano con la que iba a retirarse el algodón que le había puesto en la cara.
Mason al final accedió a que le curara. Al terminar, dejé el botiquín en el suelo y le retiré el algodón con alcohol que le había puesto en la herida, para ponerle una tirita.

—Estas muy sexy con esa tirita en la cara. —le digo yo riéndome.

—Pues sé de alguien que ya no se la va a quitar. —bromea Mason a la vez que acaricia mi mano. —¿Ya estás mejor?

—Si, pero porque estoy contigo.

—Te juro que como lo vuelva a ver... —dice Mason, pero antes de que pudiera terminar la frase le doy un beso. —¿Y eso? —pregunta él sonriendo cuando nos separamos del beso.

—Te debía ese y muchos más por haberme salvado. —le respondo.

—Eso se merece otra recompensa, ¿No crees? —dice Mason con cara pícara.

—Ya veremos... —le respondo yo con una gran sonrisa y le guiño un ojo.

                                    ••

California Dream.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora