Forgive me, I love you [NU'EST] 《JRen》

t r e s

A las cuatro en punto Minki ordenó que prepararan su baño mientas elegía un conjunto para vestir en la cena, al principio había estado un poco incómodo con la servidumbre rodeándolo todo el tiempo, pero ahora empezaba a acostumbrarse, se sentía como una princesa en su castillo, con todos sus súbditos tratando de complacerla a cada momento.

Se decidió por una falda rosa de talle alto con botones al frente, una blusa blanca que dejaba al descubierto sus hombros y zapatos del mismo color, colocó el conjunto en su cama cuidadosamente y luego se dirigió al cuarto de baño.

Suspiró cuando, al entrar, vio a dos muchachas de la servidumbre paradas una a cada lado de la bañera, esa era la parte poco divertida del asunto, ellas a penas y lo dejaban limpiarse el culo él mismo.

—Ya les dije que no necesito ayuda —dijo, cruzando los brazos sobre su pecho, cerrándose mejor la bata de baño.

—Estamos aquí por su seguridad señorita, podría ocurrir algún accidente mientras se baña.

Minki rodó los ojos, sabía que ese era su trabajo, pero en su situación no era conveniente que la gente de servicio estuviera detrás de él en momentos como ese.

—Me sentiré muy incomoda si se quedan, ¿podrían esperar afuera? —negoció—, las llamaré si necesito algo.

Las chicas se miraron entre ellas, inseguras, pero finalmente asintieron y salieron de la habitación.

Una vez estuvo solo se deshizo de su bata y entró por fin en la bañera, pensó mientras se relajaba, en quién sería la dichosa persona importante que Jonghyun quería que conociera. Luego cerró los ojos y se dedicó a disfrutar del agua tibia y perfumada.

Veinte minutos pasaron, sus dedos comenzaban a arrugarse cual pasitas, pero estaba demasiado cómodo y no quería salir.

—Señorita, ¿se encuentra bien? —llamó una voz desde afuera, después de golpear suavemente la puerta.

Minki suspiró.

—¡Sigo viva! —gritó, mientras salía de la bañera con fastidio y comenzaba a secar su cuerpo.

Pasaron otros quince minutos en los que Minki siguió cuidadosamente su rutina de belleza, aplicando diversos productos de cuidado para la piel en su cara y cuerpo antes de comenzar a vestirse.

—Señorita, ¿necesita ayuda con su ropa? —preguntó nuevamente una de las criadas desde afuera del cuarto de baño.

—¡No! —respondió Minki acomodando el relleno de silicona en su bonito sostén de encaje rosa—. Puedo hacerlo sola, gracias.

Cuando estuvo listo se colocó de nuevo la bata y envolvió su húmedo cabello en una pequeña toalla, luego salió hacia su habitación, encontrándose a las dos chicas de antes paradas firmemente una a cada lado de la puerta.

Soltando un nuevo suspiro tomó asiento frente a su tocador y dejó que ellas se encargaran de arreglar su cabello y hacer su maquillaje, luego las despidió para terminar de prepararse y vestir el conjunto que había elegido más temprano.

Roció un poco de perfume en su cuello y terminó su atuendo colocándose un par de discretos pendientes y una gargantilla rosa con un bonito dije de corazón.

Faltaban justamente diez minutos para las seis en punto cuando comprobó su aspecto una última vez, revisando que todo estuviese en su lugar y que los rizos de su cabello siguieran tan perfectos como cuando las chicas acababan de hacerlos.

Sonriéndose con aprobación en el espejo, abandonó la habitación, bajó emocionado las enormes escaleras y atravesó el jardín caminando a prisa rumbo al lago.