XVIII

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(Narrado - parte 2)

—Oh Justin, cuanto tiempo— la oji-azul se levantó de su asiento para acercarse y saludar debidamente al rubio quien con una sonrisa besó la mejilla de ella para que luego volviera a su lugar.

—Si, lo sé— su mirada rápidamente busco el angelical rostro de la castaña, intercambiaron miradas por unos breves segundos mientras aguantaba las ganas de tomarla entre sus brazos y reclamarla suya.

No sabía que decir o como reaccionar, él seguía perdido en su mirada complemente estático en su lugar, aunque miles de palabras rondaban por su mente, ninguna salía de sus labios.

Se sentía como un completo idiota frente a ella.

—Hola Ari— sonrió con cierta timidez para luego acercarse hasta donde ella estaba, tomó ligeramente la mano de la castaña y depositó un suave beso sobre su delicada piel.

Levantó la mirada y observó el rostro confundido de la chica

—Hola Justin— parecía tranquila, al parecer él era el único emocionado en verla, aquello lo hacía sentir un poco mal.

—¿Quieres sentar...?— el rubio giró su mirada hacía ella, pero sus palabras fueron interrumpidas por el sonido de su teléfono, él sólo rodó los ojos mientras miraba a otro lado le molestaba su actitud ante ese chico, él no la merecía— Discúlpenme un momento— volvió su vista hacía la peli-negra, parecía emocionada, feliz. Soltó un suspiro de resignación mientras observaba como ella desaparecía por el pasillo.

Volvió su vista la castaña y, sin pensarlo dos veces, se sentó frente a ella, justo en el lugar donde antes estaba su amiga.

—Creo que ahora solo somos tú y yo .— murmuró mientras contemplaba el rostro distraído de la castaña, era realmente hermosa.

Suspiró perdiéndose en sus pensamientos dejando que una sonrisa apareciera entre sus labios.

Ella pareció asustarse un poco, ya que se sobre-saltó en su asiento para luego mirarlo un poco confundida.

—Pues al parecer si— giro su vista al pasillo, restándole importancia a la presencia de su acompañante.

Justin, un poco ofuscado, buscó ver que era lo que tenía tan interesada a la castaña.

Un chico se acercaba hasta donde ambos estaban, tenía una bandeja entre sus manos con comida chatarra en ella. Frunció el entrecejo, bajando la mirada.

—Gracias— escuchó la cálida voz de , levantó la mirada con disimulo Ariana observando como ambos se dedicaban sonrisas y miradas con cierto toque de complicidad.

Apretó los puños sobre la mesa conteniendo sus ganas de partirle la cara a ese imbécil por coquetear con su chica, porqué sí, Ariana era su chica, nadie se la iba a quitar.

—No es nada, solo cumplo mi trabajo— el rostro del joven se estaba acercando al ella, tal vez, más de lo debido, con la tonta excusa de dejar la bandeja sobre la mesa.

Fingió una tos falsa atrayendo la atención de ambos jóvenes, Ariana lo miraba con clara confusión, mientras que el desconocido sólo se incorporaba mejor en su lugar tratando de evitar los grandes y acusadores ojos mieles del rubio.

—¿Sucede algo Jus?— preguntó con dulzura la castaña, su angelical voz hizo que se calme por un momento, su  cuerpo se relajó y dejó que su mirada lo tranquilizara.

—Si necesitas algo solo llámame, estaré encantado de atenderte— el tono de coquetería era más que evidente, sus ojos rápidamente se posaron con molestia sobre aquel chico.

Respiró profundamente apretando sus manos sobre la mesa con frustración e impotencia. La castaña sonrió ante la propuesta sin apartar la mirada de él, Justin miraba aquella escena con el entrecejo fruncido con clara molestia.

—No será necesario, puedo encargarme de las necesidades de mi novia.— las palabras habían salido por sí solas de sus labios atrayendo la atención de ambos, pero sólo una reacción era la que le importaba en ese momento, la confusión en el rostro de Ariana.

—Oh entiendo— murmuró con pesar dedicándole una última mirada a la menor para luego alejarse de ambos.

—Te gusta ¿No es así?— la voz ronca del rubio atrajo nuevamente la atención de la chica, la idea de que aquella respuesta fuera afirmativa simplemente lo enfermaba.

—¿A que te refieres?— la inocencia que aparentaba la castaña no era suficiente para que él  su enojo a un lado, es más, hasta empeoraba las cosas.

—No te hagas la tonta Ariana, sabes perfectamente a que me refiero— levantó un poco el tono de su voz, tal vez de estaba se excediendo, provocando un drama por cosas absurdas, pero en ese momento no lo veía así.

—No entiendo a que viene eso cuando hasta hace poco  era tú quien me ignoraba ¿Y ahora pretendes que te de explicaciones?— fue entonces cuando aquellas palabras penetraron lo más profundo de su alma, dardos en llamas que estaban dispuestos a herirlo sin importarle el daño que estas ocasionaban y lo peor de todo era, tal vez, que aquello era cierto.

No tenía ningún derecho de reclamarle nada, después de todo él era quien los había alejado.

—Solo buscaba protegerte, tipos como él solo buscan aprovecharse de chicas ingenuas como tú— una vez más las palabras habían salido de sus labios sin ser pre-meditadas, algo así como vómito verbal.

Los ojos acusadores de la pequeña castaña golpearon su corazón con una oleada de furia, entonces cayó de cuenta en lo estúpido que había sonado.

La respiración profunda de ella hizo que su expresión cambiaran, los papeles se habían invertido, después de todo como decían por ahí: el estafador resultó ser estafado.

Antes de que él pudiera retractarse la joven salió del lugar, suspiró pesadamente y fue tras ella reflexionando acerca de todo lo que ha sucedido.

Tras buscarla por un momento con la mirada vio su figura de espaldas frente a un espacio vacío un auto, supuso que el lugar donde Elizabeth había aparcado anteriormente.

—No la vas a encontrar, tal vez ya se fue con Matthew— murmuró el rubio mientras la joven   giraba para verlo— Lo mejor que te lleve a tu casa— ofreció acercándose a la castaña, pero ella inmediatamente retrocedió al instante.

—No pienso ir a ningún lado contigo— se cruzó de brazos frente a él y frunció el entrecejo, provocando que la culpa invadiera, malditos celos— Además aún debo comprar mi vestido para la inauguración de esta noche— aquello provocó una sonrisa interna por parte de él, entonces la volvería a ver hoy, debía arreglar las cosas con Ariana.

—Pues si quieres te acompaño, no quiero dejarte sola— el ofrecimiento fue sincero, pero realmente lo único que buscaba era pasar más tiempo  junto a ella, ante de verla en la  noche. Sin embargo ella no decía nada, sólo lo miraba con indiferencia y vaya que dolía— Lo siento ¿Si? No quería decir lo que dije, es solo que... No quiero que se aprovechen de ti, eres una mujer muy hermosa y allá afuera hay personas que no dudarían ni un segundo en hacerte daño. Confía en mí— vió como su cuerpo se relajó, acción que fue aprovechada por él para acercarse a ella posando sus manos sobre su rostro dejando una estrecha distancia entre ambos.

—Te lo agradezco, pero puedo defenderme sola— espetó con cierta molestia, tono que fue evidenciado por él. Asumía su culpa, ni siquiera debían estar en esa posición, ambos no eran nada.

—Y no lo dudo, pero no me pidas que me aleje de ti, no de nuevo. No se si lo soportaría .— se sinceró por completo,no quería alejarse de ella y era cierto. Bajó la mirada a sus formados y rosados labios, era agradable o nunca.

Sin darle muchas vueltas en su mente sus labios atacaron los de la joven castaña uniendo estos en un suave y delicado beso, lento, lleno de magia en él.

Lleno del hechizo del amor verdadero...

Crush ↬J.B.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora