LIV

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—Eres un monstruo— murmuró el rubio con dolor mientras miraba de reojo el cuerpo malherido de su amada.

Las risas sarcásticas del moreno no tardaron en aparecer mientras caminaba por el sótano con un aire de superioridad.

—Me han dicho cosas peores, para serte sincero— rió entre dientes mientras le daba la espalda al rubio quien se encontraba estático en su lugar sin poder hacer algo en contra de ello.

—Decías amarla, ¿Éste es tu concepto de amor?— acusó sin importarle con quién estaba tratando, no podía escuchar un lado razonable, no cuando su alma pedía a gritos salvar a su pequeña castaña.

Pero no escuchó nada.

Ni una respuesta, ni una sola palabra.

Nada más que sus respiraciones profundas y el corazón acelerado de Justin quien clamaba por sacar a la joven rápidamente de aquel lugar.

—¿No te vas a defender?— apretó los puños de manera involuntaria mientras fruncía su entrecejo de manera ligera para luego mirarlo fríamente.

—Habían dos niños— murmuró el moreno ignorando la pregunta inicial del rubio quien de encontraba asombrado por la actitud que éste estaba tomando— Uno de clase alta, hijo de un empresario reconocido y muy importante, tenía una infancia perfecta, una vida perfecta, tal vez demasiado para su edad— encarnó una ceja sin entender el punto de aquella historia. Sin embargo, no dijo nada, miró con atención al moreno con la expectativa al máximo— El otro era un niño común, ya sabes, como cualquier otro. Tal vez el lado opuesto del primero. No era heredero de una gran riqueza, ni poseedor de un apellido reconocido, ni mucho menos tenía una vida resuelta como el primero. ¿Cómo se supone que sus caminos se entrelazarian?— rió de manera amarga una vez más mientras relamía sus labios guardando silencio por un momento— El destino actúa de formas que no se pueden comprender a simple vista, ¿Sabes? Eso fue lo que pasó con ambos niños— negó con la cabeza mientras respiraba profundamente. Justin no tenía idea de que planeaba con eso, ¿Qué sentido tenía? No podía entenderlo— Era diciembre, 24 para ser exactos, el día de noche buena. Fue cuando sucedió. Tres golpes asomaron la puerta, el pequeño fue corriendo hacia ella, no creía que nadie más llegaría aquella noche, pero estaba equivocado... Tras aquella puerta se podía ver a un pequeño niño, aparentemente menor que él, junto a dos personas, una mujer de piel pálida, cabello cobrizo y ojos verdes cual esmeralda quien lucía un vestido negro por sobre la rodilla y, entre sus manos, algunos regalos; el hombre llevaba un traje, no era como los que su padre solía usar, por supuesto que no, era más simple, más común, como toda aquella situación. Él sólo sonrió, sin imaginar que desde aquel día su destino quedaría sellado para siempre... Su padre había invitado a aquella familia, conoció al hombre en una entrevista de trabajo, ambos se cayeron bien y la propuesta de la cena se hizo presente. Los niños pasaron un día excepcional, se divirtieron, sí, eran sólo unos niños inocentes, ¿Que podía pasar? Nada por supuesto. Aquella no fue la última vez que se reunieron juntos, las cenas se volvieron cada vez más frecuentes, los niños poco a poco iban creciendo y su amistad crecía junto con ellos, los años pasaban y todo parecía ir bien. Sin embargo nada estaba preparado para lo que sucedería aquella noche, aquel 13 de Noviembre donde todo cambiaría para él y su familia. Sus padres se habían separado ya, la madre del primero se había ido de viaje, quien sabe a dónde, él quedó al cuidado de su padre, quien lo adoraba por supuesto, era su único hijo, su futuro heredero. Era tarde, su padre estaba en su despacho como era costumbre, un llamado a la puerta hizo que él atendiera, la persona que pronto acabaría con su vida estaba ahí. Intercambiaron sonrisas, era usual ya, entablaron una conversación sobre algunos negocios de por medio, a medida que la conversación avanzaba uno de ellos se empezaba a mostrar en contra de esos planes. Hubieron gritos, negativas, algunos insultos, el hombre se negó, el otro simplemente buscaba su ayuda, pero no la obtuvo, salió de aquel lugar sin importarle el hecho de que éste lo necesitaba. El niño, quien en realidad ya no era tan niño, había escuchado toda la conversación, salió de aquel armario par socorrer a su padre, quien estaba en el suelo. Buscó ayuda, trató de encontrar la manera de conseguir apoyo de alguien, pero ya era muy tarde, había muerto. Lo único que le quedaba, se lo habían arrebatado, lo único que tenía se había ido— apretó sus manos en puños para luego golpear la pared con fuerza y girarse sobre su sitio para observar al rubio aún sin comprender— Jeremy Bieber, ese era el nombre del hombre que mató a mi padre, el nombre que juré aquella noche, jamás olvidaría— fue entonces cuando los recuerdos golpearon su mente, cayeron a él como copos de nieve en una tormenta de invierno.

—Ryan... Yo...—

—Aún no he terminado— murmuró con una sonrisa en sus labios mientras se recostaba frente a la pared y observaba el semblante confundido de su ex-amigo junto al cuerpo casi sin vida de la castaña— Planeaba olvidar aquel asunto, ya sabes, por nuestra amistad, después de todo, ¿Que de importancia había en que tu padre haya matado al mío? Por supuesto que ninguna, después de todo gracias a él me enviaron a un internado al otro lado del mundo separandome de todo aquello que me importaba. Todo se olvidó cuando mis ojos se posaron sobre aquella chica castaña en aquella fiesta. Pasé días, noches en vela, pensando en el posible nombre de la que sabía, era el amor de mi vida, planeando posibles escenarios entre ambos, imaginando la vez en que mis labios se posaran sobre los suyos, nuestra primera cita, la vez en la que le pediría ser mi novia. Todo, todo mi futuro. Para que de un momento a otro éste se volviera añicos— un ardor en el estómago provocó que cayera al suelo sin pensar mucho en lo que venía a continuación, se encogió en su sitio mientras trataba de reincorporarse. Intento fallido. Otro golpe se hizo presente en su cuerpo provocando que caiga nuevamente mientras escupía la sangre que se había acumulado en su boca— Mataste todo eso, Bieber, lo arruinaste cuando te fijaste en mi chica, ¡Era mía!— gritó el moreno fuera de sí pateando su cuerpo una vez más provocando que un gemido ahogado se hiciera presente por parte del rubio— Tenías que meterte entre nosotros, no es así, ¿Eh? No podías quedarte sin hacer nada, no podías por una maldita vez en tu vida dejar de ser tan egoísta, debías meterte, debías hacerlo, no me dejaste otra opción, ¡Todo ésto es tu culpa!— otro golpe fue atestado contra él y una vez más sus quejidos se hicieron presentes mientras más sangre teñía el suelo del lugar— Es tu culpa...— suspiró pesadamente mientras se guardaba sobre su sitio para darle la espalda, cerró los ojos por un momento para luego sonreír ligeramente— Ahora te haré pagar todo, cada uno de los sufrimientos que tú y tu familia me provocaron. No tienes idea de cómo lo voy a disfrutar—

Crush ↬J.B.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora