Adiós, amigo

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Narra Thomas

El paisaje y las ciudades, no están como yo esperaba. En realidad, nada es como yo esperaba. 

Pensaba que nada más salir de ese maldito Laberinto, podríamos llevar una vida medianamente normal, pero tendrá que esperar. 

Llegamos a un túnel, que se supone que conecta el sitio donde estamos con una ciudad cercana. 

No es muy largo, pero está incluso más oscuro que el Laberinto de noche. Por suerte, la gente que nos rescató, nos proporcionó linternas suficientes para cada dos. 

Minho va delante, solo. Newt y yo detrás con Teresa y Aris pegados y Winston y Fritanga cerrando el grupo. 

El túnel está lleno de coches destrozados con cristales rotos, volcados o incinerados. Veo con el corazón encogido como se pueden distinguir algunos cuerpos ya putrefactos. 

Todo está en completo silencio salvo por el débil sonido de nuestros zapatos contra el pavimento.

Me giro para mirar a los demás. Van cabizbajos, pero noto como Winston y Fritanga están intercambiando susurros. 

Newt a mi lado, mira hacia delante con expresión seria. 

- Newt, ¿qué haremos cuando la encontremos? -me mira fijamente sin comprender del todo a lo que me refiero pero luego parece comprender.

- No lo sé -asiento- Es difícil, Tommy. Por un momento creía que la conocía, y al otro, era una persona desconocida la que estaba frente a mí. Además...

-Callaros- lo interrumpe Minho bruscamente levantando una mano en el aire para que paremos.

-¿Qué pasa?- oigo decir a Aris detrás de mi. 

-Escuchad -responde Minho. 

Pasos. Muchos pasos. Susurros. Y risas enloquecidas. Raros.

-Hay que salir de aquí. Ahora -nos urge Newt. 

Empezamos a correr hasta la salida. Aunque no debería quedarnos mucho porque debemos estar por la mitad del túnel, el tiempo se hace eterno. 

De repente, los raros están detrás de nosotros. La imagen es horrorosa. Les faltan partes de la cara, o de carne en brazos y piernas. Tienen marcados los ojos con unas venas rojas que se pueden observar desde lejos. 

Saco mi pistola y disparo justo cuando se están acercando demasiado. 

La salida es más que visible ahora. La luz del día hace que me entren ganas de volver al calor achicharrante del desierto si así puedo librarme de estos tíos. 

De repente, Winston se cae y Fritanga nos grita para que paremos y le ayudemos. Estoy corriendo a ayudar con los demás cuando uno de los raros salta sobre Winston y lo coje por la cintura. Winston intenta desprenderse del agarre, pero al parecer el raro tiene mucha fuerza. Tiramos de Winston con todas las fuerzas que podemos y empezamos a notar como el raro flaquea. Antes de Winston pueda escapar, el raro le muerde en la cadera y mi amigo grita. 

Esta vez, el raro le intenta agarrar el tobillo y volver a mordérselo antes de que Winston escape cuando una flecha atraviesa el cráneo del raro dejándolo muerto. 

Por culpa de la fuerza que ejercíamos, caemos unos encima de otros hacia atrás. Los raros se empiezan a acercar peligrosamente cuando una figura vestida de negro se pone ante nosotros y empieza a disparar contra los raros.  Está de espaldas, así que no le puedo ver la cara.

-¡Marchaos! -grita- ¡Ahora!

No esperamos a que nos lo repita. Ayudamos a Winston a levantarse y corremos hacia la salida. Cuando cruzamos, seguimos sin parar a mirar si nos siguen. 

Misión: Laberinto [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora