9 de julio, 2019.
Mi nombre es Anastasia, Anastasia Gómez Acosta, o al menos ese era.
Mi mamá era de origen griego por parte de madre y de nacimiento, además también era de origen argentino de parte de padre mientras que mi papá era español de parte de madre y mexicano de parte de padre y de nacimiento. Ambos se conocieron en Grecia puesto que los dos son historiadores y maestros de historia en una universidad de mi lugar de origen, Argentina.
Gracias a mis padres desde pequeña crecí con relatos de diferentes partes del mundo y mientras a mi mamá le encantaba la historia egipcia y a mi papá la historia griega, a mi me fascinaba la historia otomana. A pesar de tener 16 años sabía más de la historia del mundo que alguien de mi edad.
Era el 9 de julio del verano de 2019 cuando mis papás decidieron ir a visitar a mis abuelos maternos a Atenas, Grecia. No era la primera vez que iría, pero tal vez sí la última de la cual nunca regresaría. No sabía mucho el idioma griego puesto que no me llamaba tanto la atención aprenderlo por lo cual me resultaba muy difícil comunicarme con algunos familiares, y aunque sabía que era necesario, no me importaba.
Al llegar a Atenas el día 10 de julio nuestra familia nos recogió en el aeropuerto para ir a la casa de mis abuelos. Una vez estando en casa saludé a mi familia empezando por mis abuelos, seguí con mis tíos Aria y Sirius y por último a mis primos Kay, Skander y Penélope. No entendía casi nada de lo que hablaban, sin embargo, mi mamá me dijo que de regalo atrasado de cumpleaños al día siguiente iríamos a Tinos, una isla de Grecia para conocerla ya que mis abuelos sabían que me fascinaba la cultura otomana y en Tinos había nacido una poderosa Sultana: Kösem. Con la emoción y el cansancio de por medio me fui a dormir.
Nunca pensé que esa emoción pronto se convertiría en angustia.
11 de julio, 2019
Mi alarma sonó a las 7:15am. Desayuné, me bañé, me puse mi ropa interior y una blusa blanca junto a una chamarra negra y un pantalón de mezclilla.
Salimos de la casa a las 9:04am.
Fue un viaje aproximadamente de 3 horas y media. Al llegar quedé fascinada con las casas, eran de colores muy cálidos y tal
como era de esperarse, había turistas a los cuales llevaban los guías a recorrer el lugar así que pagamos para estar con ellos. Los guías hablaban inglés y eso me favoreció un poco. Me emocionaba el sólo pensar que en ese lugar había estado hace más de 100 años una figura femenina muy poderosa. Era como cumplir un sueño.—Nos quedaremos dos días aquí, en un hotel —me avisó mi abuelo.
Sonreí.
—Gracias.
—Es por tu cumpleaños, no siempre cumples dieciséis y, prometo que cuando cumplas dieciocho, iremos a Turquía.
— ¿Enserio? –pregunté con emoción —. Sería lo mejor.
—Enserio —me sonrió.
—Te contaré algo que ni tus padres historiadores saben.
Con tan sólo decir esas palabras me centré completamente en él.
—Hay una leyenda muy antigua de este lugar. Se dice que cada 1212 años a las 12:12 una persona desaparece y esa persona viaja en el tiempo, pero al regresar es como si todo lo vivido en aquella época a donde fue nunca hubiera pasado. Incluso varios aseguran haber sido reyes, sin embargo, no hay registro alguno de su historia.
—¿Dónde escuchaste eso?
—El primo de un amigo me contó —respondió, sonriendo.
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Kösem Sultan
Ficción históricaAnastasia, nacida en 2002, hija de historiadores. Sabe mucho de historia para alguien de su edad y mientras que sus padres admiraban la historia Griega o Egipcia, ella ama la historia Otomana. En un viaje por su cumpleaños, ella accidentalmente viaj...