5. Lectura completa

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Esta vez estaban las dos estiradas en la cama de Amaia, con su móvil en la mano y la conversación de "Sergio" abierta.

-No le digas cosas raras que no contestará. –le advirtió Miriam.

-Le voy a pedir una foto de sus manos.

-No. –su respuesta fue rotunda.

-Ay, Miriam, es que le quitas la gracia a todo...

-Tía, pero es que no podemos ser tan cantosas. –rio.

-Yo paso de tener conversaciones profundas como tiene con el Antonio ese.

-Hombre, eso tampoco. Pero no sé, puedes ser un poco más sutil. Digo.

-Pues toma. –dijo dándole el móvil. –Háblale tú.

Se pensó por un momento qué decirle y después se puso a escribir.

-Miriam, qué poco original. –se quejó Amaia. –Seguro que todos le preguntan por el piano.

-Calla, coño.

-Calla, coño

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-¿Tú tocas el piano, Miriam?

-No, pero tú sí.

-Ponle algo de las manos, porfa.

-Pero que pesada...

-Es que sino no hace gracia... –se quejó.

-Bueno...

-Bueno

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No Puede SerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora